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Ecuador: los huertos resilientes alimentan a una comunidad afrodescendiente y hacen sostenible el trabajo de la tierra

Tras años de repetidas pérdidas de sus cultivos por las sequías, en La Concepción se consigue cosechar alimentos en las parcelas familiares
, Beatriz Pertuz
Gloria Lanchimba
Gloria Lanchimba asegura que en los huertos hombres y mujeres trabajan por igual. Foto: WFP/Beatriz Pertuz

La Concepción, parroquia rural afrodescendiente del norte del Ecuador, hoy luce verde y próspera. Es invierno y las montañas reverdecen. También es época de cosecha en los huertos familiares. 

Una alegre Mónica Calderón nos invita a mirar su huerto cultivado con acelga, zanahoria, papaya, naranjas, menta y manzanilla. Desde que tiene su huerto, ella asegura que ahorra mucho dinero en su alimentación y la de su familia, y sobre todo come mejor que antes, y todo está a la puerta de su casa. 

Pero estos huertos en La Concepción son diferentes a los tradicionales. A estos se les llama huertos resilientes o sea que han sido diseñados para que estén en condiciones de soportar y recuperarse de las amenazas climáticas de la zona, especialmente las sequías. 

La situación en la frontera colombo-ecuatoriana

Las poblaciones de afrodescendientes habitan, junto a los indígenas awá, en las cuencas Mira-Mataje y Carchi-Guaitara que comparten Colombia y Ecuador. A ambos lados de la frontera, estas comunidades padecen altos niveles de inseguridad alimentaria, deficiencias de micronutrientes, desnutrición crónica y otras necesidades básicas insatisfechas. Su situación se agrava debido a la degradación ambiental de estas dos cuencas, su ubicación geográfica y su accidentada topografía. Las costumbres y tradiciones de estas poblaciones acentúan las brechas de género.

Monica Calderón con su hijo
En su huerto, Mónica Calderón ha cultivado con acelga, zanahoria, papaya, naranjas, menta y manzanilla. Foto: WFP/Beatriz Pertuz

Debido a su situación, las oficinas del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) en Colombia y Ecuador, y los gobiernos de ambos países, con el apoyo del Fondo de Adaptación, llevan adelante el Proyecto Binacional de Adaptación que beneficia a 19.000 personas en 120 comunidades de afrodescendientes y awá en la zona fronteriza que pertenecen a las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos en Ecuador, y a los departamentos de Nariño y Putumayo en Colombia. Con este proyecto se espera aportar a la conservación y recuperación de 3.000 hectáreas de bosque y 2.000 hectáreas de manglares amenazados por el cambio climático.

Los beneficios en La Concepción

En La Concepción, en el lado ecuatoriano, los huertos resilientes benefician a 140 familias afrodescendientes y es una de las medidas de adaptación al cambio climático (con énfasis en seguridad alimentaria y en la igualdad de género) que lleva adelante el proyecto binacional. 

Para hacer a estos huertos resilientes, se han combinado varias especies (hierbas, arbustos y árboles) con la finalidad de que generen varios estratos, sombras y microclimas. Además, se les ha dotado de un sistema de riego parcelario, que en algunos casos se alimenta del agua lluvia, para producir alimentos sanos y nutritivos que diversifican la dieta de todo el año. 

El manejo de los 102 huertos con los que ya cuentan las familias de esta zona se basa en criterios agroecológicos y conocimientos ancestrales.

Boyle Álvarez
Para Boyle Álvarez, su mayor satisfaccion es que puede alimentarse con los alimentos produce. Foto: WFP/Beatriz Pertuz
‘En los huertos trabajamos todos’

Lograr que hombres y mujeres afrodescendientes tengan las mismas oportunidades es parte del objetivo que el proyecto binacional quiere conseguir para mejorar la calidad de vida de las familias. Lorena cuenta que tener alimentos sanos y nutritivos en casa ya no es una tarea solo de ella sino de hombres y mujeres. “En los huertos trabajamos todos, nos hemos distribuido las labores”, dice Gloria Lanchimba. “Unos siembran, otros limpian y riegan y todos cosechamos”.  

Eso se debe a que todas las familias que poseen un huerto han trabajado profundamente en la equidad de género a fin de sensibilizar sobre los intereses y necesidades de hombres y mujeres. Lorena opina que las participantes del proyecto comprenden que tienen derecho a que sus opiniones sean tomadas en cuenta y a participar en espacios de toma de decisiones y la representatividad. 

Marcelo Padilla
Marcelo Padilla dijo que antes le ponía químicos a la tierra, lo cual era más costoso y además los enfermaba.  Foto: WFP/Beatriz Pertuz
‘Comemos variado, nos alimentamos bien’

Boyle Álvarez recoge los alimentos en unos sacos fuertes y se alista para hacer negocios. Asegura que hará trueque con aquellos miembros de la comunidad afroecuatoriana que no tengan los mismos alimentos que él. Está satisfecho porque aprovecha todos los productos de su huerto y se siente mejor porque ahora puede alimentarse con productos que cosechan sus propias manos y además lo hace de forma sana, nutritiva y diversificada. 

Marcelo Padilla asiente con Boyle sobre este relato. Ambos son vecinos y se apoyan. “La alimentación nutritiva se convirtió para mi familia en la parte más importante. Antes veía una tierra mala, a la que tenía que ponerle químicos y no sólo era más costoso, sino que estábamos enfermos”, cuenta Marcelo. “Ahora tenemos buenas hortalizas y plantas medicinales que sembraban las abuelas. Esto de los huertos resilientes me ha devuelto la vida”, comenta.

Sobre el proyecto binacional

Estas acciones se enmarcan en las actividades que ejecuta el Proyecto Binacional de Adaptación que es implementado por el Programa Mundial de Alimentos junto a la Confederación Comarca Afroecuatoriana del Norte de Esmeraldas (CANE) y la Federación de Centros Awá del Ecuador (FCAE) como socios ejecutores locales en Ecuador. Su financiamiento proviene del Fondo de Adaptación y en Ecuador son parte del proyecto el Ministerio del Ambiente Agua y Transición Ecológica (MAATE), que lidera su desarrollo, y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), como entes rectores en materia climática y de agricultura, respectivamente.

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