Inundaciones en Ecuador: La noche que parecía el fin del mundo
Teresa aún no logra acostumbrarse al silencio de su casa en el cantón Piñas, provincia de El Oro. Hace apenas unas horas regresó, luego de veinte días refugiada en la Casa Comunal de La Roldós.
—Estoy aliviada —dice tras un largo suspiro.
Un suspiro que encierra el miedo, la angustia y la fuerza que le tocó sacar aquella noche.

La noche del aluvión
—La casa empezó a temblar, y un ruido fuerte me despertó. Me levanté y el agua ya me cubría los pies. Lo primero que hice fue correr por mis nietos —cuenta Teresa.
Ella lidera un hogar de once personas: hijos, nietos y nueras, y convive con una enfermedad catastrófica que requiere medicación y chequeos constantes. Sin embargo, eso no la detuvo. En medio de la emergencia climática en Ecuador, su prioridad fue salvar a su familia.
—Salí con mi nieto más pequeño en brazos, sin zapatos, sin saber si iba a volver —recuerda.
Los gritos de los vecinos y el bramido del río creaban una escena de desesperación. El agua avanzaba sin control, arrasando con todo a su paso.
A kilómetros de distancia, Jonny —un joven de 36 años que perdió la visión hace seis— también enfrentaba su noche más difícil. Desde la muerte de su madre, vive solo, y esa noche fue el sonido del agua lo que le advirtió del peligro.
—El agua me llegó a los tobillos y pensé: “Ya perdí a mi madre, perdí la visión... si pierdo la vida, ya no importa”. Pero cuando la lluvia apaciguó, fui a buscar a mis vecinos —relata.

Asistencia alimentaria en zonas afectadas
Desde el inicio de la emergencia, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) ha entregado asistencia directa a más de 40 mil personas en 17 cantones, incluyendo Piñas.
En colaboración con los gobiernos locales, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos y el Ministerio de Inclusión Económica y Social, se ha proporcionado ayuda humanitaria y tarjetas de compra de alimentos a familias en situación crítica.
Más del 40% de los beneficiarios son personas con discapacidad, mujeres embarazadas y lactantes.
—La llamada más esperanzadora que recibí fue del Municipio de Piñas. Me dijeron que podía retirar una tarjeta de 130 dólares para comprar alimentos, gracias al apoyo del Programa Mundial de Alimentos —cuenta Teresa, conmovida—. Es el primer alivio real que siento desde aquella noche.
Jonny lo resume con una frase poderosa:
—El hambre, más que la oscuridad, es lo que realmente te puede quitar las fuerzas.
Antes de despedirse, nos pidió acompañarlo a hacer sus compras. Quiere preparar una receta que le enseñó su madre, como un acto de memoria, dignidad y resistencia.

Gracias al apoyo de donantes y aliados, el Programa Mundial de Alimentos ha logrado llegar a las comunidades más remotas de Ecuador. Se han entregado alimentos que cubren hasta el 50% de la canasta básica familiar.
—Más que un plato de comida, les estamos dando alivio y esperanza a familias que, en muchos casos, lo han perdido todo —explica Crescenzo Rubinetti, Oficial de Emergencias de la oficina de WFP en Ecuador.