Para Milagros, su penacho la conecta con su esencia indígena, los pueblos originarios y su vocación de servicio
Dondequiera que va, porta con orgullo su penacho, símbolo de la esencia indígena que la precede y que la identifica como descendiente del pueblo baniwa..
Milagros Mayuare es Asistente de Seguimiento en el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés)., y labora en la oficina de terreno de Maturín-Delta Amacuro en el oriente de Venezuela.
Como ella misma cuenta, la comunidad indígena baniva o baniwa habita en el estado Amazonas, en la frontera entre Venezuela, Brasil y Colombia. Sus raíces se las debe a su abuela materna, procedente de Maroa, un pueblo del sur del Amazonas.
De ella, Milagros heredó todo lo que sabe sobre el cultivo en conucos (un sistema indígena para producir alimentos) y preparación de mañoco y casabe (dos platos tradicionales de la cultura indígena del Caribe hechos a base de yuca). Una sensibilidad que le abre puertas, también, a otras comunidades indígenas del país.
“Soy una de ellos”
Milagros participó en las distribuciones de comidas escolares en Tucupita, estado Delta Amacuro, donde se concentran las comunidades indígenas warao, a las que llega el programa de comidas escolares de WFP.
Cuando se le preguntó por qué porta el penacho que la identifica como indígena durante su trabajo de seguimiento al programa, respondió: “Quería que ellos, los indígenas, se sintieran identificados conmigo, que soy una de ellos, y proporcionar mayor confianza y credibilidad al programa. De niña siempre he querido trabajar resaltando la cultura de mis raíces indígenas y WFP me ha hecho realidad este sueño”.
¿Pero qué significado tiene la corona (penacho) para los baniwa? Según la cosmovisión baniwa, este accesorio se usa para que los ancestros garanticen protección y sabiduría en la toma de decisiones.
El viaje de las comidas escolares a los sitios más remotos de Venezuela
“Más que comida, llevamos esperanza a las comunidades”
El inicio del trabajo de WFP con comunidades indígenas venezolanas en noviembre del año pasado, fue un hito para Milagros. En ese momento se sintió identificada con el trabajo que viene haciendo WFP con pueblos originarios en Delta Amacuro.
“Es mi vocación de servicio. Poder llegar a personas y lugares de difícil acceso; dar esperanzas y motivos a otras personas que al igual que yo, tienen sueños, o han crecido con ciertas limitaciones”.Como mujer indígena parte del gran equipo de WFP en Venezuela, Milagros desea llevar un mensaje de optimismo a las comunidades indígenas a través de las comidas escolares, pero más allá de eso, quiere ayudar en rescatar los valores y costumbres originarios.
En Venezuela y en toda la región, para WFP es prioridad llegar a las comunidades indígenas para contribuir a mejorar su seguridad alimentaria y garantizar a niñas y niños indígenas el acceso a alimentos nutritivos. Actualmente WFP en Venezuela está atendiendo a casi dos mil niños y niñas de la comunidad indígena warao en el estado Delta Amacuro.