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En camiones, chalupas, a caballo… el viaje de las comidas escolares hasta los sitios más remotos de Venezuela

Dos mil kilómetros en carro, 10 horas en chalupa, lodo, lluvias. Seiscientos estudiantes esperaban nuestras primeras comidas escolares en Arismendi, uno de los municipios de más difícil acceso en Venezuela. Esta es la historia.

, Lorena García

 

Dos chalupas (cayucos o botes) cargados de comida navegan por un rio
El equipo del WFP rumbo a la primera distribución de comidas escolares en Arismendi, estado Barinas, Venezuela. Foto: WFP/Lorena García

Arismendi nos quitaba el sueño. En febrero de 2022 habíamos empezado las comidas escolares en el estado Barinas, pero Arismendi, su municipio más remoto, era otra historia. En época lluviosa, los ríos Apure y Portuguesa son la única vía de acceso a algunas comunidades: una zona de silencio a la que llegaríamos, finalmente, pocos meses después.  

Día 1. Sin (grandes) complicaciones

El primer día llegaríamos a tres escuelas. Más de 400 kilómetros en auto hasta la primera comunidad y otra hora extra bajo lluvia constante, por caminos de tierra bajo una lluvia constante. En paralelo, las comunidades llevaban su propio periplo... Llegaban caminando, en bicicleta, en moto, en caballo, en vehículos de carga de algún vecino que se ofrecía a llevar las canastas de todos. 

Este día, las familias de más de 200 estudiantes volvieron a casa con canastas de alimentos y cereal fortificado.

Día 2. El plan B

Para el segundo día habíamos planificado cinco escuelas ubicadas en comunidades diferentes. A una de ellas solo podríamos llegar por el río. A las 5:00 am iniciamos la marcha hacia la primera escuela. Las predicciones del tiempo auguraban un día soleado, pero la lluvia no tardó en caer, lo que impidió que el camión de carga pudiera acceder hasta la comunidad. El plan b era cargar las camionetas de WFP con los kits de alimentos, y así se hizo. La lluvia y el lodo no impidieron la entrega.

Luego, debíamos movernos rápidamente a través del río Apure hacia la segunda comunidad, donde esperaban alrededor de 140 familias de estudiantes. Sin perder tiempo, cargamos los alimentos a las chalupas (canoas) para cruzar el río y llegamos a la comunidad El Paso. A las dos de la tarde aún faltaba llevar alimentos a otra comunidad. Llegar al sector Palo Gordo de Arismendi fue complicado. Los conductores debieron usar toda la potencia de las camionetas y maniobrar frente a múltiples atascos en el lodo para lograr el objetivo de llegar. 

Día 3. Comunidad unida

El tercer día de distribuciones fue el más complejo. Debíamos llegar a Guadarrama, una comunidad que pertenece a Barinas, pero en esa época lluviosa solo tiene acceso por el estado Portuguesa. Recorrimos más de 100 kilómetros para llegar al embarcadero de El Baúl, y navegar hacia la comunidad río abajo durante cuatro horas. 

Llegar a Guadarrama tomó casi siete horas, íbamos preparados con hamacas y mosquiteros para pernoctar en la comunidad en caso de no lograr el regreso el mismo día. Pero la colaboración de la comunidad a la llegada agilizó el traslado de los kits de alimentos desde las chalupas a la escuela donde se haría la distribución. Motos, carretas y caballos de la comunidad se activaron para acelerar la entrega. 

A las tres de la tarde ya habíamos logrado entregar 224 kits de alimentos a los estudiantes, por lo que decidimos abordar la embarcación de regreso, con cansancio, pero con la satisfacción de haber alcanzado el objetivo de llegar al municipio más remoto de Venezuela. 

Un grupo de hombres descargan alimentos de una chalupa.
El apoyo de la comunidad fue clave para lograr entregar los kits de alimentos rápidamente. Foto: WFP/Gabriel Gómez

 

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