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Reservas de alimentos evitan el hambre en una comunidad

Agricultores del Corredor Seco superan los efectos de la pandemia y cosechas fallidas gracias a sus silos para almacenar maíz y frijol
, Elio Rujano
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Bentura Hernández, presidente de la caja rural, frente a una parte de los silos que almacenan maíz y frijol fortificado. Foto: WFP/Hetze Tosta

La mejor descripción del calor asfixiante que hacía en el departamento de Choluteca, Honduras, se encuentra en un dicho popular que compartió un colega el conductor del Programa Mundial de Alimentos (WFP), Carlos Raudales: "En el sur, el diablo sale al mediodía a buscar hielo".

En "El sur" se encuentra el departamento de Choluteca, ubicado en el Corredor Seco centroamericano, una zona altamente vulnerable al clima errático (sequías prolongadas o lluvias excesivas), tierras degradadas y escases de agua.

Aquí no hay empleos ni salarios. Los agricultores de subsistencia cosechan maíz y frijol, la base de su alimentación tradicional y sus ingresos; pero desde el 2014 han sufrido pérdidas, afectando así su seguridad alimentaria y nutricional.

El problema es que el cambio climático y sus efectos están aquí para quedarse, pero con el apoyo del WFP, los agricultores de subsistencia de la comunidad de Monte Oscuro en Choluteca han aprendido nuevas técnicas (viveros, terraceo, cosechas de agua, sistemas de irrigación, etc) para mejorar y proteger sus cultivos tradicionales, y generar ingresos. Una de esas técnicas es el uso de silos para proteger sus cosechas y asegurar sus reservas de alimentos.

En la actualidad, el WFP implementa proyectos de resiliencia en cinco departamentos del sur y centro de Honduras que benefician a unas 60.000 personas en el Corredor Seco.

Llega la COVID-19

En 2020, los encierros para contener la propagación de la COVID-19 restringieron la movilidad de la comunidad. Para comprar alimentos (ya que no hay tiendas de alimentos en el lugar) deben desplazarse en vehículo hasta Choluteca, capital del departamento, pero el trayecto tarda unas dos horas, y lo presta un transporte privado una vez al día, ida y vuelta, durante el verano, explicó Bentura Hernández, presidente la caja rural y miembro de la asociación de pequeños agricultores.

Pero por la pandemia se había suspendido el servicio de buses y la comunidad no tenía transporte propio.

Bentura y otros miembros de la asociación de agricultores habían aprendido a usar silos para almacenar granos de maíz y frijol para tener reservas de alimentos para consumo y semillas para la siembra.

Los silos y el depósito en donde están ubicados fueron aportados por el WFP como parte del proyecto de resiliencia mientras que el terreno fue comprado con los ahorros de la asociación de pequeños agricultores por un costo de 850 dólares.

Bentura explicó que en el pasado los agricultores usaban "la troja campesina" o tablones de madera y papel para almacenar sus granos. Pero ese sistema tradicional estaba plagado de problemas: atraía ratas, gorgojos y otras plagas que arruinaban el maíz y el frijol. Con el sistema de silos la historia cambió y llegaron los beneficios.

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Bentura Hernández

Con los silos se pueden almacenar hasta 18 quintales de maíz en menos espacio en comparación con los barriles, dijo Bentura. "El silo me protege mejor de las plagas porque no hay filtración de aire, es de fácil manejo y es más liviano", agregó Bentura. De hecho, cuando llegó la pandemia tenían 104 quintales de maíz y 20 quintales de frijol.

"Durante la pandemia, si no hubiera sido por estos silos, por estas reservas de granos, la comunidad hubiera tenido grandes problemas", aseveró Bentura. De hecho, los 104 quintales de maíz y 20 quintales de frijol les permitieron abastecer a su comunidad y a comunidades vecinas.

"Para nosotros fue importante porque no carecimos ni del grano de maíz ni de frijol", agregó.

Llega Eta y luego Iota

Para finales de 2020, la cosecha de Postrera (o sea la segunda cosecha del año) era prometedora, pero en noviembre los huracanes Eta e Iota trajeron lluvias excesivas y fuertes vientos que dañaron las cosechas.

Los hermanos gemelos Juan Carlos y Carlos José Rodríguez (conocidos como "Los Chachos") perdieron sus cosechas, pero las reservas de granos en los silos, les permitió volver a sembrar y hoy están cosechando frijol en su parcela.

"El proyecto nos ha beneficiado muchísimo. Vemos a los niños comiendo, la gente tiene comida en sus cocinas, así que no tienen que ir al mercado porque ya tienen plantado lo que necesitan. Nos han enseñado como producir nuestros propios alimentos", dijo Carlos José.

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Frijoles rojos cosechados por los hermanos Rodríguez. Foto: WFP/Elio Rujano

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