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La receta del éxito

Familia salvadoreña en el Corredor Seco valora la comida variada y nutritiva.
, Norha Restrepo
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Marina Claros muestra su plato favorito con tortillas. Ambos son deliciosos y nutritivos. Foto: WFP / Rocío Franco.

Familiares de Marina Claros están preparando en su cocina un almuerzo saludable a base de vegetales y sin usar aceite. Su cuñada Armida prepara tortillas de maíz con zanahoria mientras el tío de ésta, Maximiliano, hace una jarra de limonada con hierbabuena.

Sobre la mesa reposa la ensalada favorita de Marina que acaban de terminar en equipo: ensalada de frijoles con tomate picado, chile, cebolla, hojas verdes y limón. "Es fácil y rápida de hacer, y se come nutritivo," cuenta Marina.

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Armida García y su tío Maximiliano cocinan con ingredientes naturales y nutritivos. Foto: WFP / Rocío Franco.

La receta la aprendió en un curso de cocina impartido en su comunidad de Masala en departamento salvadoreño de Morazán.

Destaca que ella y Maximiliano, quien también participó del curso, aprendieron de una nutricionista a dejar de usar consomés para saborizar platos y elegir hojas verdes que ya tenían a mano pero a las que no les prestaban mucha atención. "Ahora le damos importancia porque la hoja verde contiene bastante hierro que ayuda para la anemia, por ejemplo, en los niños," dice Marina.

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La ensalada de frijoles también incluye tomate picado, chile, cebolla, hojas verdes y limón. Foto: WFP / Rocío Franco.

Madre de cuatro hijos, Marina cultiva chipilín, mora, cilantro, culantrillo y otras hierbas en su huerto familiar. También cultiva frutas y verduras que agregan gran variedad a su alimentación y le permiten ahorrar en el mercado y ganar un dinero extra vendiendo lo que le sobra. Para hacerlo en esta zona muy afectada por la sequía, tiene un sistema de regadío que toma el agua de una cosecha en su patio.

"Aquí han sufrido de sequías continuas," comenta Luis Bran, coordinador del proyecto de resiliencia al cambio climático del Programa Mundial de Alimentos (WFP) en El Salvador, "y el esfuerzo que hacen las familias es muy grande".

Para paliar la situación, se está reforestando, restaurando suelos, construyendo reservorios de agua y diversificando la producción hacia frutales en las parcelas de la comunidad. Uno de los beneficios para las familias es que tienen granos básicos, frutales y hortalizas. "Se mejora la calidad nutricional en la alimentación de las familias, y hay mayor disponibilidad de alimentos," dice Bran.

Aprovechando al máximo

A Marina le encanta aprender, así que aprovechó muchas de las capacitaciones que se realizaron como parte del proyecto.

Ella sabe sobre injertos, comida saludable, conservación de suelo, cómo hacer barreras vivas y muertas, y cómo llenar una bolsa para poner una semilla. Además, fue entrenada con otros vecinos suyos como bombero forestal.

El trabajo fuera de la casa lo hacen en equipo aquellos que participan en el proyecto. Rotan tareas en la planta comunitaria de compostaje, el vivero comunal, de conservación de agua y reforestación, entre otras.

"Aquí han sufrido de sequías continuas…y el esfuerzo que hacen las familias es muy grande."

"Las familias hacen la mayor contribución porque tienen que hacer jornadas de creación de activos," explica Bran. Es decir, generan sus propios medios de sustento con el apoyo de recursos que están alineados a necesidades que ellos mismos han identificado. El impacto positivo de su labor se nota tanto en el medio ambiente como en sus ingresos y dieta.

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De izq a der: Maximiliano García, Armida García y su hija Anelis Claros, Marina Claros y sus hijos David y Dario Romero. Foto: WFP / Rocío Franco

El liderazgo en la comunidad y el compartir con sus vecinos son las dos cosas que más le gustan a Marina del proyecto. "A veces uno vive en la comunidad, pero no puede convivir con las personas," explica. Otro aspecto que resalta es la participación activa de la mujer, inclusive en labores de campo. Los grupos de trabajo son mixtos y "se ha generado respeto entre hombres y mujeres".

Esperanza Vigil, compañera suya en el proyecto, está de acuerdo. Ella y sus vecinas pueden usar la pala y otras herramientas. Al trabajar con ellas codo a codo y ver que las mujeres sí pueden, los hombres cambiaron de actitud. "Ya no nos tratan como objeto femenino y, aparte, nos enseñan," dice Esperanza.

Gracias al apoyo de la Unión Europea, WFP trabaja para construir resiliencia y asegurar los medios de vida de 900 familias salvadoreñas a lo largo del Corredor Seco.

Esta nota es parte de una serie producida por WFP y el equipo de redes sociales de Naciones Unidas.

Conoce más sobre el proyecto "Respuesta al Fenómeno El Niño — PRO ACT"