‘Yo ya tengo mi pisto y no tengo que depender de nadie’
Las mujeres rurales, agricultoras, campesinas, indígenas y afrodescendientes siguen enfrentando desigualdades estructurales y socioeconómicas que limitan el reconocimiento y la adecuada valoración de su trabajo productivo y comunitario.
Pero en una comunidad del departamento de Jutiapa, al norte de Honduras, un grupo de mujeres garífunas vive una realidad completamente distinta.
Red de Mujeres del municipio de Jutiapa
Juana Arzú es una lideresa innata. Su estilo al caminar, sus gestos al hablar, su sensibilidad con sus paisanas, y sobre todo su forma pausada de hablar deja ver su preocupación por la comunidad de Nueva Armenia, en donde reside.
“Mi visión siempre ha sido luchar por las mujeres, que puedan tener voz y acción en las actividades de la comunidad”, dijo Juana, conocida localmente como Chichi.
Ella es la presidenta de la Red de Mujeres del Municipio de Jutiapa y es también parte de PanMar, una cooperativa de mujeres que están organizadas en una panadería, su principal medio de vida. Chichi es la única garífuna que participa en esta red que mediante sus formaciones y capacitaciones promueve el empoderamiento y un mayor acceso de las mujeres al desarrollo empresarial.
“Yo sueño con una comunidad cambiada, en donde las mujeres tengan empleo y puedan estudiar. No solo que estén en el fogón”, agrega Chichi emocionada.
Fue Chichi quien ayudó al grupo de mujeres de Nueva Armenia a organizarse a través de PanMar para recibir capacitación en emprendimientos, como la elaboración y venta pan de coco.
Panadería PanMar
Es una tradición que las mujeres garífunas horneen pan de coco para el consumo en el hogar y, si quedaba algún excedente, salieran a venderlo en la comunidad.
Luego de los huracanes Eta e Iota en 2020, los esposos de las mujeres de Nueva Armenia dejaron de pescar producto de las afectaciones. Al quedarse los pescadores y sus familias sin ingresos, el Programa Mundial de Alimentos, con apoyo del Gobierno de Canadá, distribuyó sacos de alimentos a las familias afectadas, que incluían harina.
Cuando las mujeres comenzaron a preparar pan de coco con esta harina para suplir la falta de ingresos de sus esposos, Chichi les propuso organizarse para vender pan de coco en mayores cantidades para generar más ingresos. Es así como nació la cooperativa PanMar y el emprendimiento de hornear y vender pan de coco.
Gracias a las gestiones de Chichi, la Red de Mujeres formó a las socias de PanMar en la administración de microempresas y en su empoderamiento. Luego de esa formación, el Programa Mundial de Alimentos apoyó a PanMar con un nuevo horno.
Hoy por hoy, las mujeres de PanMar elaboran y venden alrededor de 25 libras de pan diariamente, obteniendo ganancias y sustento para sus familias en Nueva Armenia.