“Quiero que mi hijo crezca; es mi deseo más grande”
El frío del amanecer recuerda al equipo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) en Guatemala que se encuentran en San Mateo Ixtatán, a 2.540 metros sobre el nivel del mar, en medio de la Sierra de los Cuchumatanes, en Huehuetenango. En este punto están más cerca de la frontera con México, a tan solo 46 kilómetros, que de Ciudad de Guatemala, a unos distantes 454 kilómetros.
El equipo del WFP se encuentra aquí para continuar con la entrega de las transferencias de efectivo como parte de una operación de emergencia para asistir a 11.420 hogares en 10 municipios de Huehuetenango afectados por la inseguridad alimentaria y la desnutrición aguda.
Se hace una sola entrega, la cual cubre por dos meses las necesidades alimentarias de un hogar con un promedio de cinco personas. Para respetar las medidas de distanciamiento físico y evitar las aglomeraciones por la COVID-19, las entregas se realizan en grupos de 40 personas.
El día empieza temprano para las mujeres
El rótulo de bienvenida a San Mateo Ixtatán es un reflejo fiel del colorido de los trajes tradicionales del municipio, de la diversidad cultural y lingüística del lugar. En su pequeño parque, un grupo de mujeres espera para recibir las transferencias de efectivo. Algunas han viajado durante tres horas desde sus comunidades en la montaña para llegar puntuales a la cita con el WFP.
En la región predominan los idiomas maya. En San Mateo el principal es el chuj, por lo que es necesario tener el apoyo de un intérprete para comunicarnos. Doña Juana Tadeo Tomás cuenta que salió a las 4:30 am del caserío Yulcantaj con otras cinco beneficiarias, con quienes viajó en la parte de atrás de un carro tipo pick up.
Doña Magdalena Domingo Ramos tiene cuatro hijas y cuatro hijos. El más pequeño es Cristian. La visitaron del centro de salud, examinaron a sus hijos y diagnosticaron que estaban enfermos. "Me puse contenta cuando me dijeron que iba a tener un poco de ayuda para los niños. Cuando termine les voy a comprar arroz, mosh, leche", comenta.
Las transferencias también se realizan en otros municipios como en San Ildefonso Ixtahuacán, en donde la mayoría de la población habla mam. Doña Alicia Sales cuenta que salió a las 5:30 am de la comunidad de Acal. Tiene un hijo de un año con desnutrición aguda.
"Quiero que mi hijo crezca; es mi deseo más grande. Le voy a comprar Incaparina (atol fortificado), lo que es bueno para el nene. Le gusta comer frijol, arroz, zanahoria, papa, güisquil", agrega con una sonrisa.
Una mañana diferente para las mujeres
El salón municipal está listo, las sillas colocadas con distanciamiento físico, el personal de las instituciones gubernamentales y del WFP están listos. Todas reciben mascarillas y alcohol en gel antes de ingresar al salón. Antes de visitar el banco para recibir las transferencias, las mujeres participan de charlas sobre nutrición y prevención de la COVID-19.
Para muchas de ellas, el alcohol en gel es algo desconocido, así que es necesario explicarles cuándo y cómo utilizarlo. Las pláticas incluyen consejos sobre la compra de alimentos nutritivos y la importancia de alimentar de forma equitativa a las niñas y a los niños. Los ejemplos de nutricionistas provocan risas hasta que son traducidos al idioma del lugar. Después de las charlas irán el banco para retirar el efectivo y luego al mercado para hacer las compras.
"Mi hijo más pequeño de un año está enfermo del estómago, tiene bajo peso. Después voy a ir al mercado a comprar hierbitas, atol", comenta Magdalena Domingo de la aldea Guayabquej, San Mateo Ixtatán, quien tuvo a su hijo mayor a los 16 años.
Su caso refleja un problema latente en la región que afecta la salud y el desarrollo de las mujeres: el embarazo en niñas y adolescentes. Las cifras del Observatorio de Salud Reproductiva arrojan que hasta mayo de 2020, había 6.181 niñas embarazadas en Huehuetenango.
De regreso a casa con un poco de esperanza
Para muchas beneficiarias, poder disponer de efectivo para comprar alimentos es un privilegio que disfrutan en pocas ocasiones. Las comunidades dependen en su mayoría de la agricultura de subsistencia y algunas cosechas han sido afectadas por el clima.
"El clima ha estado raro; no hay lluvia desde hace más de un mes. La milpa y el frijol todavía no han crecido y como no hay lluvia, la milpa va a quedarse pequeñita", dice Alicia preocupada.
La misma situación de escasez en las cosechas la experimentan en la aldea Guaisná, en San Mateo Ixtatán, pero en ese caso por exceso de lluvia. "Sembramos milpa y se perdió por las lluvias de la tormenta", comentó Catarina Hernández.
Recibir apoyo se convierte en un alivio para las mujeres. La tranquilidad se percibe en cuanto van al mercado para comprar. Se nota en las sonrisas y en la forma en que se comunican. No es necesario el intérprete para comprender que están felices.
El camino al mercado incluyó la parada para comprar atoles, hierbas, frutas, frijoles, verduras. Todo a paso rápido, sin titubear. Todavía les esperaban entre dos y tres horas de camino para regresar a casa. La diferencia es que ahora el recorrido no se sentiría tan largo, porque los canastos y las bolsas van llenas de comida para sus familias.