Pueblos indígenas: ‘Sienten que los entendemos en sus tradiciones y que podemos trabajar juntos’
Además de tener una presencia activa en el terreno, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) en Colombia ha desarrollado estrategias de proximidad cultural para afianzar la confianza, y construir lazos de empatía y solidaridad entre su personal y las comunidades indígenas.
Una de esas estrategias consiste en que el personal de WFP provenga de esas comunidades, de manera que puedan reafirmar sus identidades indígenas mientras trabajan por sus comunidades.
En dos oficinas de terreno de WFP, tres colegas comentan cómo su identidad indígena favoreció la integración, el diálogo cultural y la comunicación con las comunidades.
La creación de la manta
Sara Silva y Graciela Barros son indígenas wayúu y han sido monitoras de campo de WFP durante cuatro años en el departamento de La Guajira, pero cuando empezaron a ejercer su rol sentían que no gozaban de la plena confianza de las comunidades.
Ellas vestían un chaleco y gorra azul con el logo de WFP, pero las comunidades se extrañaban porque las mujeres wayúu visten la manta, un vestido largo y amplio de colores vivos.
“Sabían que éramos wayúu por nuestras caras, pero no tenían la confianza de hablarnos porque parecíamos alijunas (personas que no pertenecen al grupo indígena) y habíamos dejado a un lado la vestimenta propia de nuestra cultura”, señaló Sara.
Ambas identificaron la necesidad de fusionar sus dos identidades: su cultura wayúu y su faceta de trabajadoras humanitarias. “La idea de hacer una manta con el color y el logo del Programa Mundial de Alimentos nace del llamado a mostrar nuestra identidad, a conectar con nuestras raíces para que la comunidad wayúu nos reconozca como pares y confíe en nosotras”, dijo Graciela.
De hecho, la manta significa una conexión espiritual según el color, explicó Graciela. Por ejemplo, las tonalidades rojas se utilizan en el baile típico conocido como la Yonna para festejar un evento o disipar malas energías.
Cambios en wayuunaiki
Sara comenta que hubo un cambio gigante tan pronto comenzaron a utilizar las mantas de WFP. El diálogo empezó a ser más fluido y las personas que se acercaban se sentían identificadas porque veían a alguien como ellas dentro de WFP, a alguien con quien hablar wayuunaiki (lengua de los wayúu) y aclarar sus dudas.
“En La Guajira, el logo de WFP es muy conocido, cada comunidad lo reconoce y al vernos con nuestras mantas sienten que los entendemos en sus tradiciones y que podemos trabajar conjuntamente”, dijo Sara.
El orgullo de ser zenú
Claudia Pineda es zenú y jefa de la oficina de WFP en Montería, departamento de Córdoba. En sus 20 años de trabajo con la organización ha trasmitido el valor de su cultura y la importancia de la asistencia humanitaria para preservarla.
Afirma que su pueblo se caracterizó por sus refinadas técnicas agrícolas y de orfebrería, pero que con la colonización perdieron su lengua materna y parte de su territorio ancestral. De hecho, comentó Claudia, reafirmaron ser los primeros ingenieros agrícolas de Colombia cuando aprendieron a convivir con las inundaciones en La Mojana, una región en la que se reasentaron.
“Y en donde no había tierra, perfeccionamos las técnicas para realizar artesanías. Nuestro más preciado símbolo es el sombrero vueltiao, el cual producimos con los materiales que nos ofrece la Madre Tierra”, comparte Claudia.
Claudia porta orgullosamente su sombrero “vueltiao” de la etnia zenú a cada una de las comunidades que visita. Comenta que las mujeres son tradicionalmente excluidas de los espacios de toma de decisión, pero encuentran en WFP una organización que valora sus aportes y las considera clave para preservar los saberes.
“Gracias a WFP he afianzado mi admiración y respeto por las comunidades étnicas y puedo agradecer a la Madre Tierra y a mis ancestros la oportunidad de trabajar en la recuperación de los saberes culturales y facilitar el relevo generacional para que no se pierda el legado de nuestros viejos”, concluyó.
Sobre el trabajo de WFP
WFP ha estado presente en la región caribe de Colombia desde hace más de 20 años. En Córdoba desde 2001 y en La Guajira desde 2007. WFP ha apoyado a las comunidades indígenas para afianzar sus medios de vida y su resiliencia, promover el derecho a la alimentación y proteger los saberes y sabores ancestrales.