Mujeres del norte de Nicaragua producen miel de abeja
Diana Blandón es agricultora y maestra de educación primaria. Tiene a su cargo 28 niños de primero a tercer grado. En su casa en El Cuá, en las montañas del norte de Nicaragua, tiene otro grupo que atender: más de 60 mil pequeñas abejas que trabajan todo el día para producir miel.
La apicultura es una de las actividades que la Cooperativa de Servicios Agropecuarios Mujeres Emprendedoras de San Pedro (COSAMESPE) está impulsando ante la creciente necesidad que enfrentan los pequeños agricultores de diversificar la producción para crear resiliencia en su adaptación al cambio climático.
“Comenzamos con este rubro porque los pronósticos que escuchamos es que el cambio climático cada vez nos afectará más. No vamos a poder producir frijoles y maíz como antes por la sequía. Por eso, las abejas son una oportunidad para nosotras ayudarnos un poco más y producir ingresos”, explica Guadalupe Cano Martínez, Presidenta de COSAMESPE.
De los 55 socios que aglutina esta organización que se dedica a la producción de granos básicos, café y ganado a menor escala, 20 comenzaron a trabajar en la apicultura. De estos, 18 son mujeres. Diana es una de ellas. Ahora combina el trabajo en la escuela con la producción de su parcela y el cuidado de las 12 colmenas, que hace con ayuda de sus hijos.
Gracias a la contribución que el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) recibió de Canadá para apoyar a pequeños agricultores de los departamentos del norte de Nicaragua, los socios de la COSAMESPE recibieron colmenas con abejas en producción, cámaras para el nacimiento de las nuevas crías, trajes y guantes para protegerse de las picaduras, láminas de cera, extractores y espátulas para sacar la miel.
“La cooperación canadiense nos está permitiendo impulsar acciones para que los productores más vulnerables diversifiquen los sistemas agroalimentarios en busca de alternativas para la producción de alimentos y la generación de ingresos cuando sus medios de vida tradicionales se ven afectados por los efectos de la variabilidad climática”, explica Eliseo Aráuz, Asistente de Programas de WFP.
En los patios de la cooperativa, Diana y otras mujeres apicultoras se reúnen para compartir las experiencias de su emprendimiento. Mientras van extrayendo con las espátulas miel de las celdas, las abejitas pululan alrededor.
“Al comienzo le teníamos miedo a las abejas. Pero con las capacitaciones que nos dieron vimos que no es difícil trabajar con ellas. Dijimos: vamos a probar y a echar a andar el proyecto para nosotras y nuestros hijos”, dice Diana.
Son trabajadoras y limpias las abejitas
Diana comenzó con 6 colmenas y un año después las ha duplicado. Sus abejas obreras producen en cada cosecha entre 8 y 10 baldes de miel. Cada balde tiene 40 litros. Vende miel en botellas de medio litro a un precio de 100 córdobas (2.81 dólares). Según sus cálculos, hasta la fecha ha obtenido una ganancia de 25 mil córdobas (704 dólares).
“Vemos a las abejas como amigas. Las cuidamos y mantenemos limpias las colmenas porque ellas son muy ordenadas y trabajan en limpieza total. Si las láminas (de cera) no están totalmente limpias, no trabajan, no las usan”, afirma Diana.
La meta de la cooperativa COSAMESPE es darle a la producción de miel un valor agregado para obtener mayores ganancias en el futuro.