Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: ‘Somos un engranaje, el trabajo de todos es importante’
Antes de unirse al Programa Mundial de Alimentos (WFP) en 2013, Erby Franklin Sam laboraba en el área de finanzas con otras entidades. En ese entonces “su día a día” en Bilwi, capital la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte, era trabajar números y estadísticas, pero ella anhelaba tener una relación cercana y ayudar a las personas de otras etnias, como kriol, miskita y mayagna.
“Al enterarme de que en la oficina de WFP en Bilwi estaban buscando un puesto administrativo, apliqué y aquí estoy”, dijo Erby, quien es actualmente asistente administrativa.
Orgullosamente kriol
La Costa Caribe Norte es región más extensa del país y concentra algunos de los municipios más pobres, como Waspam y Prinzapolka. Está surcada por innumerables ríos, lagunas y extensas zonas boscosas, incluyendo la mayor reserva de biósfera de Centroamérica: Bosawás, y la tercera reserva de bosques del planeta.
La población de esta región preserva su cultura y lengua ancestrales y la protección de la Madre Naturaleza forma parte de su cosmovisión y espiritualidad.
“Estoy orgullosa de decir que soy kriol de nacimiento porque mi papá era kriol y mi mamá miskita, crecida en familia kriol. Crecí con las costumbres afrodescendientes y sigo transmitiendo a mi hijo todo lo que puedo de nuestra cultura”, expresó Erby.
Kriol es un pueblo que, sin ser originario de la zona, comparte características culturales similares a los pueblos indígenas.
2020: el año de los huracanes gemelos
La costa caribeña es una región en constante peligro de huracanes y aunque Erby ya había experimentado la furia del huracán Mitch (1998), nunca podrá olvidar el grado de destrucción que dejaron Eta e Iota, conocidos como los “huracanes gemelos”, en noviembre de 2020.
“Fue difícil ver a las familias perder sus medios de vida con el primer huracán (Eta), pero fue mucho más duro ver que días después, y justo cuando empezábamos a dar respuesta, nos golpeaba el segundo huracán (Iota). Aquellas familias que no habían sido afectadas por Eta lo perdieron todo con Iota”, comenta Erby.
Ella también resultó afectada por estos huracanes ya que su casa quedó sin techo; no obstante, entendió el dolor de las comunidades costeras que habían perdido sus pertenencias y siguió apoyándolas como parte de la respuesta de emergencia de WFP.
En siguientes los seis meses el personal de WFP trabajó arduamente junto a las autoridades nicaragüenses para llevar alimentos a lugares remotos para apoyar a las comunidades en su proceso de recuperación. Erby siempre recordará la satisfacción y gratitud que mostró la población durante las entregas de alimentos.
Erby describe el trabajo humanitario en tres palabras: servicio, dedicación y empatía. Aunque su puesto es administrativo y en ocasiones poco visible, ha podido aprender que el trabajo de todos en WFP es importante porque su tiempo y esfuerzo lo valen para garantizar el apoyo a las poblaciones más necesitadas.
“Somos un engranaje. Tenemos que ser personas tolerantes e inclusivas para garantizar que el alimento llegue a las escuelas y los niños y las niñas reciban la merienda”, puntualizó.