WFP y Canadá aportan a la legalización de tierras para mujeres indígenas
Contar con el título de propiedad de la tierra es un importante escalón para mejorar la dignidad humana, empujar el desarrollo económico más inclusivo y cerrar las brechas de género. Por ello, 40 agricultoras del pueblo indígena de Matagalpa obtuvieron los títulos de la propiedad que les da derecho al uso y goce de la tierra, sorteando con éxito las dificultades que atravesaron durante años, pues no poseían ningún documento que les garantizara la posesión y el derecho sobre los terrenos comunales que heredaron de sus ancestros.
Las pequeñas agricultoras, socias de la Unión de Campesinos Organizados de la Cuenta de San Dionisio (UCOSD), pidieron el apoyo del programa de cooperación de WFP -financiado por Canadá- para intentar legalizar las tierras. Querían tener el derecho y la seguridad sobre los terrenos que, al ser parte de un pueblo indígena, son propiedad comunal.
Su petición fue elevada y WFP aprobó un proyecto piloto para apoyar la legalización de las tierras que tenían en posesión nueve agricultoras. Fueron las primeras en iniciar un proceso que nadie conocía ni sabían si iban a lograr. “Si la intención es que más mujeres se integren a los proyectos, es necesario que estén motivadas. Como no se sentían dueñas de las tierras, no querían cultivar, reforestar ni realizar obras de conservación de suelos y agua. Tenían miedo a perder todo lo que invirtieran”, explica Dorian Briones, técnico de campo de WFP.
Agenda para cambiar vidas
WFP tiene en alto el compromiso de acompañar a los pequeños y pequeñas productoras en el fortalecimiento de sus capacidades para que cuenten con sistemas alimentarios sostenibles y resilientes, en los que la tierra juega un rol fundamental, frente a la crisis climática y la inestabilidad económica, que aumentan la inseguridad alimentaria de los hogares.
Las primeras nueve agricultoras pasaron largas sesiones convencimiento y gestión ante el Consejo de Ancianos, la máxima autoridad del Pueblo Indígena de Matagalpa y con las alcaldías locales, para que autorizaran la Cesión de Derechos de Uso y Goce de las tierras. Aunque las tierras las habían recibido en herencia, no existía ningún documento que les reconociera su derecho sobre ellas.
“Nos llenamos de mucha paciencia. Con cada trámite que hacíamos avanzábamos un poco más, hasta que conseguimos los títulos”, dijo Zayda Guzmán, una de las pioneras quien está más que contenta porque su esposo le cedió su propia tierra a ella y a sus dos hijas. Ahora Zayda y otras 40 mujeres socias de la UCOSD cuentan con Escrituras que les garantizan el uso, goce, disfrute y disposición de las propiedades en beneficio de su familia.
Con el título también adquirieron el compromiso ante la comunidad indígena de no vender los terrenos, no cortar árboles ni contaminar las fuentes de agua. Para los pueblos originarios, como los matagalpa, en su cosmovisión la Madre Tierra es fuente de vida. Se debe vivir en equilibrio con la naturaleza que no solo brinda el sustento, sino que también es parte de su patrimonio cultural.
“Ya que lograron el proceso de legalización de su tierra, ahora ustedes son un modelo, son un ejemplo para la comunidad”, les dijo la primera secretaria de Cooperación de la Oficina de la Embajada de Canadá en Nicaragua, Valerie Potvin, quien visitó a las productoras en su cooperativa, acompañada por el especialista senior de medioambiente del Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá, Moreno Padilla.
Para Rosario Hernández, el trámite les cambió la vida. “Estamos alegres porque ya tenemos este documento (escritura) y ya podemos hablar. Ahora me siento segura porque tengo derecho sobre la tierra. Todo es gracias a la organización. Si una mujer no está organizada no va a conseguir ningún beneficio. Es un sueño que se va logrando poco a poco”, expresó.
La tierra es el punto de partida para garantizar sistemas alimentarios sostenibles y resilientes. Estas mujeres rurales no solo lograron su seguridad jurídica, si no que ganaron participación y experiencia en espacios de negociación y decisión sobre la tierra de sus comunidades. Su voz, que nunca se apagó, promovió el sentido de equidad en un entorno de gran diversidad y cosmovisión indígena.
Hoy no solo producen alimentos para sus familias y para vender a su cooperativa, sino que están fortaleciendo su empoderamiento económico al fortalecer su caudal de conocimientos y desarrollar nuevos emprendimientos.
Sobre el pueblo indígena Matagalpa
Es uno de los pueblos originarios más antiguos de Nicaragua. Se ubican en el centro/norte del país. Los matagalpas son también conocidos como “indios flecheros” por su beligerancia en la lucha indígena en defensa de sus derechos. Poseen su propia organización administrativa y estatutos ejerciendo autoridad en base a principios tradicionales y ancestrales.