¡La producción de huevos empezó justo a tiempo!
Seguir poniendo la comida en la mesa, en medio de la cuarentena por la COVID-19, se está convirtiendo en un reto para muchas familias rurales. Las restricciones de movilidad para prevenir el contagio, impiden los desplazamientos para trabajar y generar el ingreso para comprar alimentos.
Sin embargo, hace poco recibí por WhatsApp los mensajes de familias rurales en El Salvador, beneficiarias del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), que me compartieron orgullosos las fotos de su primera producción de huevos. Fue una gran noticia y un alivio oportuno que les permitirá tener una fuente de alimentos en medio de la pandemia.
Pero, ¿cómo consiguieron tener aves de cría y alimento justo ahora?
La entrega de aves mejoradas
Todo comenzó cuando en noviembre de 2019, WFP entregó a 200 familias rurales 20 aves mejoradas (15 pollas y 5 gallos de 2 semanas de edad) con el fin de que cada familia iniciara la crianza de patio. La entrega fue parte del programa de respuesta al cambio climático, financiado por la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).
Este programa pretende que las familias rurales desarrollen su resiliencia, es decir, la capacidad de crear nuevos activos que les permitan adaptarse a los choques producidos por los desastres naturales o los efectos del cambio climático.
Por ejemplo, si las familias cultivan maíz y frijol (los activos tradicionales), pero una sequía prolongada o el retraso de las lluvias (el choque climático) las destruye, la cría de gallinas (el nuevo activo) les permitirá tener una fuente alternativa de alimentos e ingresos (adaptación) para superar la pérdida de los cultivos. Este proceso se denomina "desarrollar la resiliencia" o "hacerse resiliente".
La crisis provocada por la COVID-19 muestra por qué es importante que las familias rurales se hagan resilientes a los choques ya fueran climáticos, económicos o de salud.
Pero volvamos a las familias de esta historia. Desde noviembre pasado, las aves han crecido y han iniciado su producción de huevos. Las aves mejoradas son más grandes y ponen huevos en mayor cantidad y tamaño.
Las gallinas producen más de 19.000 huevos
A finales de marzo de 2020, las 200 familias reportaban que sus gallinas les habían producido más de 19,800 huevos que han sido consumidos en sus hogares y vendidos en sus comunidades.
"En el mejor momento empezaron a poner [las gallinas]", comenta Danilo Argueta, monitor de campo de WFP, al recibir las noticias de los resultados de las familias en medio de la pandemia.
Su colega, Osiel Hernández, monitor de campo de WFP, coincide con sus apreciaciones. "La gente me ha dicho que hay escasez de huevo y el precio está más alto", comenta Hernández. "Esta primera producción es una ayuda importante para su alimentación y economía; la mayoría de las familias vende el excedente".
"Los huevos nos han ayudado en este tiempo que tenemos ahora, ya que no podemos salir a comprar"
Valor nutricional del huevo
Según los indicadores de seguridad alimentaria del WFP en El Salvador, el huevo es un elemento importante en la dieta de las familias en comunidades rurales al ser un alimento nutritivo, rico en proteína, fácil de cocinar y de incorporar en los diferentes tiempos de comida.
"Bien chulas me han salido las gallinas", dijo Sulma, quien vive en un cantón de San Francisco Gotera. "Los huevos los hago en torta, salcochados, nos han ayudado en este tiempo que tenemos ahora, ya que no podemos salir a comprar", menciona Sulma.
Activos productivos para hacer frente a la crisis
Tras el éxito obtenido por estas familias en el proyecto financiado por KOICA (gracias al elevado índice de sobrevivencia de las aves y su impacto positivo en la producción de alimentos para las comunidades), otras 200 familias serán beneficiadas este año con módulos de cría de aves con el fin de mejorar la dieta y la economía familiar para hacerle frente a las adversidades, como a la pandemia de la COVID-19.
"Los huevos están carísimos y el tenerlos en casa es una bendición de Dios", comenta Lidia, quien vive en uno de los cantones del departamento de Morazán, zona afectada por los efectos del clima.