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Bolivia: El lago Poopó se recuperará, los animales lo saben

En el altiplano boliviano, a 3.800 metros de altura, la crisis climática amenaza la supervivencia de los urus, una comunidad indígena, pero hay esperanza
, Elio Rujano
Germán Choque, miembro de la comunida uru, en Bolivia, de pie en el lecho del lago Poopó, el segundo lago más grande de Bolivia. Foto: WFP/Elio Rujano
Germán Choque en el lecho del lago Poopó. Hace unos años este sitio estaba cubierto de agua. Foto: WFP/Elio Rujano

Cuando te encuentras de pie en lo que estuvo cubierto por las aguas saladas del lago Poopó, el segundo lago más grande Bolivia, hay una sensación de pérdida. “Aquí el agua tenía un metro y medio de profundidad”, dijo Germán Choque (56), miembro de los indígenas uru murato de la comunidad de Llapallapani, cerca del lago, el cual se ha secado en el pasado, pero se ha vuelto a recuperar, para otra vez volverse a secar. 

Las comunidades milenarias urus, ubicadas a orillas del lago, tradicionalmente han dependido de la pesca, la recolección de huevos y la caza de aves para su alimentación y como principal medio de vida. Su tradición los llama “hombres del agua” o “qhas qot zoñi” (en su idioma nativo) porque provienen del lago. 

Incluso los murales pintados en la pared de una escuela de la comunidad son un recuerdo nostálgico de aquellos tiempos en que el lago proveía a los urus que vivían en sus orillas de abundante pescado. 

El agua ha retrocedido tanto que es difícil verla en el horizonte. Foto: WFP/Elio Rujano
El agua ha retrocedido tanto que es difícil verla en el horizonte. Foto: WFP/Elio Rujano

Pero los urus han estado en peligro de desaparecer tras años de continuas sequías, asociadas a los efectos de la crisis climática que han secado las fuentes de agua y afectado las actividades de subsistencia, como la pesca, la caza y la agricultura de subsistencia, lo cual ha contribuido a que migren a otras partes del país y al extranjero (principalmente Chile) en busca de fuentes alternativas de empleo.

Mientras los hombres se dedicaban a la pesca, la recolección de huevos y la caza las mujeres se encargaban de llevar los pescados a los mercados populares de Oruro y La Paz, sede del gobierno de Bolivia, para su venta. Hoy la mayoría de las mujeres se dedican a elaborar artesanías. 

Una mujer vende artesanías en la comunidad uru de Llapallapani, Bolivia
Al igual que otras mujeres de la comunidad, Alicia Choque, hija de Germán, se dedica a la elaboración de artesanías. Foto: WFP/Elio Rujano

En la actualidad, el Programa Mundial de Alimentos en Bolivia (WFP, por sus siglas en inglés) está iniciando un proyecto para trabajar con las comunidades urus, quienes propusieron que las actividades principales de este proyecto se centrarían en mejorar la provisión de agua para las comunidades, en promover la siembra para cosechar alimentos frescos y en la cría de animales menores, como las gallinas. 

Las familias también construirán sistemas de cosecha de agua de lluvia para sus casas y las escuelas, excavarán canales y diques para el riego, construirán piscigranjas, instalarán bebederos para animales y levantarán centros artesanales y carpas solares, entre otros.

Cocinando quinua en la casa de Germán Choque
La quinua, un alimento tradicional de los Andes, solía ser acompañado por pescado, comentó Germán. Sin embargo, hoy día deben acompañarlo con arroz o fideos y cuando es posible con otra proteína, como cordero o huevo. Foto: WFP/Elio Rujano
La sabiduría de los bio indicadores o señas ancestrales

Aunque el futuro se vislumbra sombrío para el lago y sus habitantes, Germán hace una predicción esperanzadora: “Yo creo que en tres o cuatro meses la lluvia va a llegar y este lago va a mantener agua”. Hay una total certeza y fe ciega en esta afirmación. 

¿Cómo sabe Germán que el lago volverá a crecer? “Los abuelos, nuestros ancestros, decían que las aves siempre nos dan señales en el lago”, asegura Germán. “Hoy lo he puesto en práctica porque decían los ancestros que cuando la cigüeña sale del lago y hasta dónde camina está marcando hasta donde el lago va a crecer”.

En los tiempos de sus ancestros no existían los pronósticos del tiempo ni se medía la temperatura, comentó Germán, pero ellos sabían qué humedad habría, si vendría una sequía o si habría una buena cosecha de quinua con solo observar el comportamiento de los animales. 

German Choque cierne quinua frente a su casa.
Germán Choque cierne quinua frente a su casa. Las pariguanas o flamencos del lago Poopó pueden vaticinar si habrá una buena cosecha de quinua. Foto: WFP/Elio Rujanno

Los pájaros son sabios, solía decir el abuelo de Germán. “Si los pájaros ponen sus nidos arriba, va a llover. Si ponen sus nidos más abajo, quiere decir que va a haber sequía”, aseguró. Su abuelo decía lo mismo de las pariguanas o flamencos. “Cuando hace frío y las pariguanas se amontonan para protegerse del ventarrón y rondando van (se mueven juntas), entonces quiere decir que va a haber quinua, decía mi abuelo, y ¡sí había quinua!” 

Para Germán, toda esta sabiduría de los animales proviene de la Cochamama o “Madre Agua”. Cada año hacen rituales con ofrendas, como dulces y hojas de coca, que quiere la Cochamama para que les dé un buen año. “Nosotros le regalamos y ella también nos da para que haya lluvia y agua abundante”, indicó.

Mientras se desarrolla el proyecto del WFP, Germán seguirá poniendo en práctica y leyendo las señas ancestrales que recibió de su abuelo y que él quiere heredar a sus nietos. Asegura que la gente de hoy no sabe cómo leer el clima, pero sus ancestros sí lo sabían, así que él seguirá practicando los conocimientos de sus ancestros.  

 

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