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Urbanitas en la selva: Las ciudades del Amazonas ante los desafíos de la crisis climática

Vasta y diversa, la Amazonía penetra nueve países donde conviven más de treinta millones de personas, un 60 por ciento en ciudades.

Las hay grandes y dinámicas como Manaos, intermedias como Iquitos, de frontera como Cobija y cabildos indígenas como los de Puerto Nariño – las ciudades de la Amazonía no son homogéneas, pero enfrentan retos en común.

Los incendios y sequías de este año han disparado las emisiones de efecto invernadero a niveles sin precedentes y son prueba de que la crisis climática avanza peligrosamente hacia un punto de no retorno. Las urbes amazónicas se encuentran en primera línea, hasta el punto de que muchas pasaron semanas asfixiadas por el humo.  Sólo en Bolivia, cerca de 10 millones de hectáreas se quemaron (el equivalente al tamaño de Corea del Sur), afectando a más de 185.000 personas.

Vista aérea de la ciudad de Cobija. Foto: WFP / Gustavo Vera
Vista aérea de la ciudad de Cobija. Foto: WFP / Gustavo Vera

Mientras los incendios devoraban la selva, los aguaceros también provocaron deslizamientos de tierras e inundaron barrios enteros en muchas ciudades de la cuenca. La alcaldesa de Cobija (Bolivia) Ana Lucia Reis, explica que 20 barrios se inundaron con la crecida del río Acre, en comparación con seis barrios en 2023. "La deforestación y las quemas en la Amazonía agravan el cambio climático. Esto pone en riesgo nuestra salud, el agua y la vida", señala.

A pocos kilómetros, en el lado brasileño de la frontera, tres cuartas partes de la ciudad de Brasiléia también sufrieron los estragos del agua. Con la destruccion de infraestructuras, puentes y carreteras, los alimentos que a diario se mueven desde las veredas hasta los mercados, quedaron bloqueados y 3.000 personas en la reserva Chico Mendes permanecieron aisladas durante días. “Una cosa es hablar de esto en teoría y otra es vivirlo en la práctica diaria”, explica la alcaldesa Fernanda Hassem. 

Durante las inundaciones, los alimentos de cercanía y temporada fueron fundamentales para que las familias afectadas pusieran un plato en sus mesas. Los emprendimientos locales, muchas veces liderados por mujeres, permanecieron a flote mientras las cadenas de suministro de alimentos foráneos se rompían. 

Productos como la castaña amazónica o el asaí - una fruta rica en antioxidantes y fibra con alto valor energético-, forman parte de una larga tradición de autoabastecimiento en la Amazonía, donde además los sistemas agroforestales benefician la captura de carbono y preservan la biodiversidad. En tiempos de crisis, las poblaciones amazónicas cuentan con estos alimentos, siempre disponibles en el bosque, y que forman parte de su gastrosofía.  

 

Un puesto de frutas y vegetales en el mercado de Cobija. Foto: WFP / Gustavo Vera
Un puesto de frutas, verduras y vegetales en el mercado de Cobia. Foto: WFP / Gustavo Vera

"La recolección y transformación de frutos amazónicos permite a las comunidades demostrar que el bosque es rentable, generando empleo y preservando su ecosistema frágil y diverso", cuenta Misael Campos, productor de castaña amazónica en los alrededores de Cobija. 

Misael Campos, 38, productor de frutos amazónicos en Cobija, Bolivia. Foto: WFP / Gustavo Vera
Misael Campos, productor de frutos amazónicos, sentado en un tronco en el bosque de la Amazonía. Foto: WFP/Gustavo Vera

La ciudadanía de la cuenca planta cara a la crisis climatica haciendo uso de sus conocimientos del territorio y la selva. Con desastres naturales cada vez más frecuentes e imprevisibles, es urgente consolidar sistemas de prevención de desastres y aprovechar los patrimonios alimentarios locales.

Hacia una cumbre mundial del clima con sede amazónica

Durante la Cumbre Urbana 2024 (U20), celebrada el mes pasado en Río de Janeiro (Brasil), alcaldes y alcaldesas de la región compartieron experiencias e ideas para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía amazónica. 

En el camino hacia la 30ª sesión de la Conferencia de las Partes (COP30), el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR) y ONU Medio Ambiente (UNEP) trabajan para que se aborden las preocupaciones de la Amazonía urbana. Junto a las alcaldías de Puerto Nariño (Colombia), Barcarena (Brasil) y Cobija (Bolivia), estas agencias exploran soluciones basadas en la naturaleza que combinen sistemas de alerta temprana y cadenas alimentarias de proximidad.

Precisamente, la ciudad amazónica de Belém (Brasil) será anfitriona de la cumbre mundial del clima en noviembre de 2025, ofreciendo una mirada en profundidad a los desafíos y soluciones que surgen en las áreas urbanas en la cuenca del río Amazonas.

 

 

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