Skip to main content

“Regresamos a Guatemala para iluminar nuestras comunidades”

Conoce la historia de las ingenieras solares Carmelina Botzoc y Marta Benavente
, Irina Ruano Mauricio
1*igV6_hCuKc5EKqtuQTNjhw.jpeg
El día del regreso de Carmelina a su comunidad. Foto: La Otra Mitad

Carmelina y Marta emprendieron un viaje muy lejos de su hogar y su familia con un único objetivo la mente: convertirse en ingenieras solares para poder brindar energía a las 100 familias que viven en las comunidades de Tambayal y San Julián en Tucurú, Alta Verapaz, Guatemala.

Barefoot College en Tilonia, India fue el lugar de estudios de Marta Benavente y Carmelina Botzoc durante seis meses. Ellas ganaron una beca otorgada por el Gobierno de India, con el apoyo del Programa Conjunto para el Empoderamiento Económico de las Mujeres Rurales, integrado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y ONU Mujeres. Esta oportunidad de aprendizaje se basó en una serie de estudios técnicos para que ambas pudieran convertirse en las primeras mujeres ingenieras solares de Tucurú.

"Cuando me dijeron que había una oportunidad de estudiar fuera del país, me emocioné. Aunque muchas personas me dijeron que no lo hiciera porque era muy lejos y porque eran muchos meses para estar fuera. Mi familia me apoyó y me dio fuerzas para aceptar este reto. No fue fácil, pero confié en Dios que todo iba a salir bien", nos contó Carmelina.

"Al principio fue difícil porque no entendíamos el idioma, pero los profesores tuvieron una buena estrategia para enseñar. Aunque no habláramos el idioma, entendíamos con señas lo que debíamos hacer", continuó. Carmelina siempre se caracterizó por ser una mujer fuerte, alegre y segura de sí misma. Una verdadera lideresa.

1*L-T1qM0Ws8-gm2taPEBj3Q.jpeg
Marta, junto a otras participantes del programa, aprenden a armar los equipos de los sistemas solares.

¿Podrían imaginarse ellas algún día construir con sus propias manos algún artefacto para tener luz en sus hogares?

Marta relata cada paso de su experiencia con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro. "Aprendí a soldar, ensamblar, y hacer funcionar las lámparas. Nunca soñé que yo como mujer sería capaz de hacer algo así".

Parte del entrenamiento que ellas llevaron a cabo en India consistió en un fuerte componente técnico que les permitiera armar, reparar y dar mantenimiento ellas mismas a los paneles solares que se instalarán. Además, junto con 40 compañeras de diferentes lugares del mundo, desarrollaron las capacidades necesarias para formar a más mujeres en su comunidad y darle sostenibilidad a este proyecto.

El camino, sin embargo, no fue fácil comentó Carmelina. "A pesar de que extrañaba a mi familia, a mi gente, la comida típica, el caldo de gallina criolla, yo sabía que el esfuerzo era por mí, por mi familia, por esas mujeres de la comunidad a quienes iba a regresar a enseñarles lo que aprendí y, sobre todo, para que el sueño de tener luz en cada casa se haga una realidad.

Nos hicieron otras mujeres, traemos más conocimiento, traemos luz en nuestra cabeza y vamos aprovechar ese recurso natural que nos da Dios. Me enorgullece regresar a la comunidad y ser el ejemplo para las demás.

"No importa la situación en que estemos las mujeres, cuando hay apoyos como el del Programa Conjunto, nos hacen ver que nosotras valemos mucho. Hago un llamado a todas para que no tengamos miedo. Yo les digo que sí se puede, nosotras las mujeres podemos. Y si lo queremos lo podemos hacer" finalizó.

Para que Carmelina y Marta puedan iluminar las comunidades de San Julián y Tambayal a través de energía solar se requiere conseguir los fondos necesarios para la compra de, por lo menos, 50 sistemas solares valorados en $50,000.

Para las familias, esta inversión representará un ahorro de $40 mensuales en la compra de leña, además de disminuir el riesgo a enfermedades respiratorias por el humo de estos insumos. Este dinero ahorrado se convierte en una oportunidad para reinvertir en la buena alimentación de las familias y las actividades productivas lideradas por las mujeres.

1*-L7EtQy6nxZFONH8w4wS5w.jpeg
Carmelina junto al Chef Alex Quintana y Moreno durante la Cena Ruta Alimentaria. Foto: WFP/Irina Ruano

Aproximadamente $4,000 fueron recaudados para la compra de los sistemas solares, a través de la "Cena Ruta Alimentaria, Hambre Cero para el 2030". Dicho evento se llevó a cabo el 21 de marzo de este año, en donde chefs, cooperación internacional, sector privado y público en general se reunió con el fin de establecer alianzas y acciones para alcanzar el Hambre Cero en el 2030.

El Programa Conjunto de Empoderamiento de las Mujeres Rurales se desarrolla en el Valle del Polochic en Alta Verapaz Guatemala con 1,450 mujeres de tres municipios. Este proyecto es financiado por Suecia y Noruega, y llevado a la realidad por el PMA, FIDA, FAO y ONU Mujeres. A través de diferentes actividades, se busca mejorar la seguridad alimentaria de las mujeres y sus familias, brindar las herramientas necesarias para incrementar sus ingresos a través del apoyo a iniciativas empresariales en actividades productivas, promover el empoderamiento de mujeres rurales a través del liderazgo y participación comunitaria y, por último, apoyar a las instituciones centrales y locales para implementar políticas con perspectiva de género y promover reformas legislativas para la aplicación efectiva de los derechos de las mujeres rurales.

Este artículo fue una redacción conjunta: Rocío Valdez, Coordinadora del Programa Conjunto de Empoderamiento Económico de las Mujeres Rurales e Irina Ruano, Asociada de Comunicación de WFP Guatemala.