Planificar el futuro, no solo esperar que llueva

“Antes, cada temporada agrícola era una apuesta incierta. Una sola tormenta podía arrebatarnos todo. Hoy, tengo la certeza de que, si ocurre un desastre, contaremos con un respaldo para levantarnos"
El acceso al microseguro ha transformado la vida de María. Lo que antes era incertidumbre constante, hoy se ha convertido en una red de protección que le permite tomar decisiones con confianza y mirar al futuro con mayor tranquilidad.
En el corazón de Guatemala, los patrones climáticos impredecibles están reconfigurando la vida de miles de familias. Las sequías abrasan los suelos, limitando la producción agrícola, mientras que las lluvias intensas causan estragos en comunidades con escasa capacidad de respuesta.
Para muchas personas, la pregunta ya no es si ocurrirá un desastre, sino cuándo y dónde. Esta realidad afecta especialmente a la región oriente de Guatemala, donde la inseguridad alimentaria se agrava con cada evento climático extremo.

Implementar soluciones efectivas en este contexto ha exigido superar desafíos importantes: baja cobertura financiera formal, poca familiaridad con mecanismos de seguro, y condiciones geográficas difíciles que complican tanto la prevención como la respuesta.
Además, era fundamental que cualquier solución fuera comprensible, culturalmente apropiada y útil para quienes más lo necesitan, respetando sus contextos y saberes locales.
Ante esta realidad, WFP puso en marcha en 2021 un programa de microseguros paramétricos, consolidado como un mecanismo clave de protección frente al cambio climático. La iniciativa se ha expandido progresivamente y, en 2024, transformó la realidad de más de 14 700 hogares de pequeños productores —unas 73 500 personas— en 26 municipios de Alta Verapaz, Chiquimula, Izabal, Jalapa, Quiché y Zacapa.
Con una prima anual accesible de USD 46, las familias obtuvieron mucho más que una póliza: accedieron a una red de protección que permite enfrentar tanto la sequía como el exceso de lluvias. Cada evento climático adverso activa un desembolso automático de USD 250, con un máximo anual de USD 500. Una respuesta oportuna que, en muchos casos, marca la diferencia entre recuperarse o quedarse sin posibilidades.
El programa se basa en un modelo de subsidios inteligentes, mediante el cual las personas aseguradas aportan una fracción del valor de la prima. En 2024, el 64 % de las personas aseguradas contribuyó con el 16 % del valor total de sus primas.
Este esquema promueve la apropiación local, al tiempo que permite focalizar la asistencia en poblaciones vulnerables, priorizando hogares liderados por mujeres, comunidades rurales internas y seminternas, y personas que ya participan en otras iniciativas de protección social.

Detrás de cada número hay rostros y relatos de resiliencia. El 88 % de las personas beneficiarias fueron mujeres, quienes no solo reciben el seguro, sino que lo promueven activamente, lideran grupos de ahorro y participan en espacios comunitarios de decisión.
“Ahora, planifico para el futuro, no solo espero que llueva”, afirma María. “Me siento empoderada, sabiendo que puedo proteger a mi familia, pase lo que pase.”
Además, las personas aseguradas reciben formación en educación financiera con enfoques culturalmente pertinentes, que reconocen sus conocimientos y fortalecen su capacidad de tomar decisiones informadas, planificar y prepararse mejor frente a los riesgos climáticos.
La decisión del gobierno municipal de Camotán de invertir USD 10 000 en este modelo no solo brindó cobertura inmediata, sino que envió un mensaje claro de compromiso con su población. Esta acción, respaldada por el Programa PRO-Resiliencia implementado por WFP y financiado por la Unión Europea, es una muestra de lo que es posible cuando las soluciones nacen del territorio.
Actualmente, WFP trabaja para replicar el éxito alcanzado en Camotán en otros municipios del Corredor Seco, con el objetivo de ampliar territorios y oportunidades.
Cada nueva comunidad que se suma fortalece una red de protección colectiva frente a los impactos del cambio climático, donde el microseguro se consolida no solo como una herramienta financiera, sino como un símbolo de confianza, equidad y dignidad.
Con el compromiso de las instituciones locales, el liderazgo de las mujeres y el respaldo de socios estratégicos, WFP avanza hacia un modelo replicable y escalable, que demuestra que sí es posible proteger medios de vida, reducir vulnerabilidades y sembrar esperanza donde antes solo había riesgo e incertidumbre.