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Primero el ébola, ahora la COVID-19

Chiara Chamassa estuvo en el África occidental en 2014 y esa experiencia la utiliza en Haití para hacer frente a la pandemia
, WFP Español
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Chiara llegó a Puerto Príncipe, Haití, hace cuatro meses. Foto: WFP/Antoine Vallas

Chiara Camassa es oficial de administración del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) en Haití. Desde que llegó al país caribeño hace cuatro meses, Chiara ha sido el punto focal del WFP para los asuntos relacionados a la COVID-19, en gran medida por su experiencia con el brote de ébola en África occidental en 2014. A continuación, ella nos cuenta sobre su trabajo.

¿Cómo participaste en la respuesta al ébola?

Llegué a nuestro centro de respuesta regional de Accra, Ghana, con la responsabilidad de desplegar y rastrear activos en los tres países afectados: Guinea, Liberia y Sierra Leona. Se entiende por activos principalmente a generadores, estructuras prefabricadas, estructuras de saneamiento… y, en general, cualquier cosa que ayude tanto a nosotros como a nuestros socios a levantar en poco tiempo centros de tratamiento, oficinas e infraestructura.

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Verificación de la temperatura en una distribución de alimentos en Nippes, Haití. Foto: Cortesía/Caritas

A menudo vemos a WFP como esa organización que brinda asistencia alimentaria, pero también jugamos un papel importante en la compra y traslado de dichos activos y en la construcción de centros de tratamiento.

Yo siempre viajaba entre y dentro de los tres países, a veces a aldeas remotas en helicóptero, para hacer un seguimiento de los activos y comprender cómo se desplegaban y utilizaban.

¿Cuáles fueron tus impresiones sobre la respuesta del Programa Mundial de Alimentos?

Cuando llegaba a estas aldeas remotas, a menudo inaccesibles por carretera, o donde los camiones se atascan en el barro, era gratificante ver que nuestra asistencia alimentaria llegaba a las familias que lo necesitaban.

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Un helicóptero del Servicio Aéreo Humanitario de la ONU transporta a través de Haití a personal de la salud, medicamentos y equipos hospitalarios. Foto: WFP/Antoine Vallas

La asistencia significó que la gente no tendría que hacer largos viajes para comprar comida o vender productos en la calle y tener algo para poner sobre la mesa. Les permitió quedarse en casa y evitar el contacto con otros, lo que ayudó a prevenir la propagación del virus.

¿Qué lecciones se pueden aprender de la respuesta al ébola y aplicar a la respuesta a la COVID-19?

En ambos contextos, la asistencia alimentaria puede ayudar a facilitar el confinamiento en el hogar. Aquí en Haití, acabamos de entregar raciones de alimentos para un mes a Ennery, en el departamento de Artibonite, que estaba a punto de ser puesta en cuarentena por el gobierno.

La comunicación también es muy importante. A menudo llegamos a las comunidades como extraños, y es importante escuchar, generar confianza y brindar información muy confiable sobre qué es la enfermedad y qué protocolos deben seguirse. Muchas de estas comunidades no tienen acceso a los canales de información a los que tradicionalmente estamos acostumbrados: televisión, internet… Por lo tanto, nos comunicábamos por radio, nos reuníamos con líderes de la comunidad o teníamos demostraciones prácticas.

Cuando digo comunicación, no me refiero solo a la comunicación con las comunidades locales. La buena comunicación y capacitación de nuestro personal es absolutamente esencial para protegerlos a ellos y a nuestros beneficiarios. Usar una máscara, lavarse las manos… Estas cosas pueden parecer simples, pero hay protocolos estrictos que seguir.

¿Hubo alguna diferencia importante entre las dos respuestas?

Una gran diferencia entre la crisis del ébola y la pandemia de la COVID-19 es que el ébola fue una crisis regional y la COVID-19 es un brote global. En el primer caso, podíamos despelgar fácilmente al personal, y lo hicimos.

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Chiara en el depósito del WFP en Puerto Príncipe, Haití. Foto: WFP/Antoine Vallas

Más de 150 personas llegaron en los primeros dos meses para ayudar con la respuesta. En el caso de la COVID-19, las restricciones de movimiento significan que tenemos que trabajar principalmente con los recursos y el personal disponibles en el país, y ese es un desafío muy nuevo para nosotros. Es esencial capacitar al personal en acciones preventivas, protegerlos a ellos y a las comunidades con las que entran en contacto, y prestar atención a su bienestar. Pueden pasar mucho tiempo lejos de sus seres queridos en un país que no es el suyo.

La efectividad de nuestra respuesta depende en última instancia de nuestro personal.

Conozca más sobre la respuesta del Programa Mundial de Alimentos a la COVID-19