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Las transferencias en efectivo están transformando el rol económico y social de las mujeres rurales

Yoselin opina que las mujeres rurales no tienen pretextos a la hora de luchar y sacar adelante a sus familias en El Salvador.
, Haydee Paguaga
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Yoselin después de recibir su transferencia de efectivo como resultado de su trabajo en su comunidad. Foto: WFP/Alba Amaya

"Siempre nos han vendido esa idea de que sólo los hombres pueden trabajar, o que sólo los hombres pueden superarse, pero no es así", sentenció Yoselin. "La dificultad más grande que he tenido es encontrar un empleo en la zona rural, en el campo".

Yoselin, de 27 años, reside de la comunidad Nueva Granada, departamento de Usulután, en donde las oportunidades de trabajo son casi inexistentes.

El Salvador

El Salvador tiene una población de 6.4 millones de habitantes, y se encuentra ubicado en el Corredor Seco de Centroamérica. La sequía de 2018 fue la más larga que se haya registrado en los últimos 48 años. Yoselin es el rostro de la dura realidad que viven millones de mujeres rurales en los países en vías de desarrollo.

El rol importante de las mujeres

El cultivo del maíz, el frijol y el maicillo –los alimentos básicos del salvadoreño — es considerado un trabajo solo para hombres.

Sin embargo, las familias, las comunidades y los países no pueden prosperar sin las mujeres y el papel clave que juegan en lograr el progreso, dice Yoselin.

Consciente del rol de las mujeres rurales, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) utiliza las transferencias de efectivo para ayudar a las mujeres deseosas de ganarse la vida y mantener a sus familias.

Estas transferencias en efectivo fortalecen los roles sociales y económicos de las mujeres dentro de sus familias y en comunidades.

Muchos hombres acogen con beneplácito los aportes de las mujeres en sus comunidades. "La mujer es esencial tanto en el hogar como en la vida social de la comunidad. Las cosas avanzan cuando vemos que las mujeres y los hombres tienen derechos por igual", dijo Héctor Lizama, de la vecina comunidad de Nueva Granada.

WFP y EDUCO

Yoselin, al igual que muchas mujeres de su comunidad, forma parte de un proyecto del Programa Mundial de Alimentos (WFP) y EDUCO, una ONG. Las transferencias en efectivo que han recibido les permiten llevar alimentos saludables a sus hogares.

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Yoselin y otas compañeras esperan recibir su transferencia de efectivo. Foto: WFP/Alba Amaya

Al convertirse en proveedoras de sus hogares, las mujeres adquieren también la facultad de decidir qué comerán sus familias. Cuando salen a comprar los alimentos en las tiendas de sus comunidades, logran otro efecto positivo: inyectan dinero a la economía local. La suma de los aportes de Yoselin y sus compañeras sin duda ayuda a mejorar la dinámica de la comunidad.

"El proyecto es muy bueno porque es bien difícil encontrar un trabajo en donde nos paguen bien", sentencia Yoselin.

De hecho, su sonrisa al recibir el dinero en efectivo refleja la felicidad, la esperanza y el empoderamiento que experimenta a sabiendas de que su trabajo también contribuye a mejorar su comunidad.

Yoselin junto a un grupo de vecinas se organizaron para limpiar ríos. Ellas realizaron un convenio con la alcaldía y trabajarán huertos caseros para proveer una dieta más saludable a sus familias.

"Hicimos un plan de trabajo y decidimos hacer campañas de limpieza en el río, en la iglesia de la comunidad y en las fuentes de agua", explicó Yoselin. Rehabilitaron las fuentes de agua y promovieron buenas prácticas alimentarias, crearon abonos orgánicos y huertos familiares.

"Todos tenemos necesidades, pero hay madres solteras y para ellas este proyecto es súper bueno. Hay madres que tienen hijos chiquitos y que no tienen quién se los cuide", agregó. Como parte del grupo que ella apoya , las mujeres se turnan para cuidar a los hijos de sus compañeras mientras éstas trabajan en el proyecto comunitario.

"Yo sí puedo y no me pongo pretextos, aunque tenga mi bebé, yo lo llevo y sigo. Así es la vida de la mujer rural, así de bonita, porque no nos ponemos pretextos para luchar y para seguir adelante".

Soñando en grande

Yoselin tiene grandes sueños no solo para ella sino también para su hija: "Yo quiero que mi niña se supere. Yo le pregunto qué quiere ser cuando sea grande y ella siempre me dice que quiere ser doctora. Yo me lleno de alegría al saber que ella, desde tan chiquitita (3 años), tiene la visión de ser algo para bien".

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre), Yoselin tiene un mensaje: "A todas las mujeres que están igual que mí, en la zona rural, les digo que no hay que ponerse pretextos para seguir luchando porque faltan muchas cosas por lograr".

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Yoselin en su casa. Foto: Cortesía/EDUCO

Conoce más sobre el trabajo de WFP en El Salvador.