La crisis de Sudán siembra el hambre por toda la región
Casi dos meses después de iniciarse, el conflicto de Sudán está provocando una oleada de hambre en una región ya de por sí frágil, mientras cientos de miles de personas siguen huyendo a los países vecinos, aumentando los ya alarmantes niveles de inseguridad alimentaria y malnutrición, y poniendo aún más a prueba los escasos recursos del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) y de otros organismos de ayuda humanitaria.
Aun así, sólo en Sudán, el WFP tiene previsto suministrar ayuda alimentaria a casi 6 millones de personas, las más afectadas por los combates. Nuestra respuesta es tanto más vital hoy cuanto que se avecina la estación lluviosa en toda la región, y la producción de alimentos en el granero de Sudán corre el riesgo de verse comprometida.
"Las necesidades humanitarias en África oriental eran inmensas incluso antes del conflicto en Sudán", declaró Michael Dunford, Director Regional del WFP para África oriental, describiendo la sequía, las inundaciones, los combates y las crisis económicas que han devastado los países vecinos en los últimos meses.
"Ahora, más de un millón de personas han sido desplazadas en Sudán y muchas otras han buscado seguridad en países vecinos que ya luchan con altos niveles de inseguridad alimentaria", añadió. "Esto aumenta aún más las necesidades y crea la posibilidad de una mayor desestabilización en la región".
Desde que estallaron los disturbios en el país del noreste de África a mediados de abril, la ayuda alimentaria del WFP ha llegado a más de 750.000 personas dentro de Sudán, incluida la capital, Jartum. En los países vecinos, otros miles de personas desarraigadas por los combates también están recibiendo la ayuda del WFP, que incluye comidas preparadas, apoyo nutricional y dinero en efectivo.
"La situación de la seguridad alimentaria en Sudán ya era grave", afirmó Karim Abdelmoneim, responsable de análisis y cartografía de la vulnerabilidad del WFP en el país, señalando que las conclusiones del WFP antes del conflicto mostraban que más de un tercio de la población del país sufría inseguridad alimentaria.
Se prevé que los disturbios empujen al hambre a otros 2,5 millones de personas, con lo que el total general ascenderá a la cifra récord de 19 millones, el 40 % de la población del país.
El número de personas con necesidades urgentes también aumenta en otros lugares. Hasta ahora, unas 425.000 personas han huido de Sudán a países vecinos, como Sudán del Sur, Chad y Egipto, según la Organización Internacional para las Migraciones. La ONU predice que el éxodo podría dispararse a un millón de personas más en los próximos seis meses.
Ellos mataron, nosotros huimos
En la vecina Chad, la ayuda del WFP ha llegado a más de 100.000 de los recién llegados más vulnerables, incluidos los chadianos que regresan a su patria. Chad ya acoge a la mayor población de refugiados de África occidental y central, en su mayoría sudaneses que huyeron de anteriores conflictos en su país.
"No sabemos lo que está pasando en Sudán", dijo la refugiada sudanesa Fanne Mahamat Abdel Kadhir. Cruzó a Chad hace unos días, después de que un grupo de su ciudad natal empezara a provocar "problemas".
"Mataron a gente aquí y allá", añadió Fanne, "y empezamos a huir".
En Egipto, donde han llegado casi 160.000 personas procedentes de Sudán, el WFP está proporcionando ayuda alimentaria y en efectivo de emergencia, incluidas comidas preparadas, a miles de personas.
En Sudán del Sur, donde la inmensa mayoría de los casi 100.000 recién llegados son sursudaneses que regresan a sus hogares, el WFP y sus asociados se han ampliado masivamente para satisfacer sus necesidades en materia de alimentos, nutrición, saneamiento y refugio.
En el polvoriento y principal centro de tránsito de Renk, en el estado sursudanés del Alto Nilo, el WFP atiende diariamente a unas 5.000 personas con comidas calientes y apoyo nutricional. El Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas (UNHAS, por sus siglas en inglés), gestionado por el WFP, también ha duplicado sus vuelos a cuatro semanales desde la capital, Juba, a Renk, para que nuestros colegas de las ONG y las Naciones Unidas puedan llegar rápidamente a los recién llegados.
"Había fuertes ruidos de artillería, que asustaban a los niños", dijo el sursudanés Gabriel Jackok, demacrado y con una camiseta a rayas, al recordar sus últimos días escondido en la capital sudanesa, asolada por el conflicto. "No había electricidad, ni agua, ni comida".
Durante una reciente visita a Sudán del Sur, Michael Dunford, del WFP, describió a personas que caminaban entre cuatro y cinco días desde Jartum hasta la frontera sursudanesa, cruzando a un país donde el hambre es igualmente generalizada.
"El WFP ayuda actualmente a más de 5 millones de personas en Sudán del Sur", afirmó. "La llegada de miles de personas más desde Sudán está poniendo a prueba nuestros ya limitados recursos".
Tiempos difíciles para el granero de Sudán
En Sudán, el conflicto ha exacerbado un panorama de hambre ya de por sí calamitoso, alimentado por la violencia entre comunidades, la crisis económica, la subida de los precios de los alimentos y las perturbaciones climáticas.
Hasta ahora, la asistencia alimentaria del WFP ha llegado a la gente de 14 de los 18 estados del país, incluyendo a miles en Jartúm. Sin embargo, los continuos ataques a las instalaciones del WFP por parte de grupos armados, que se cuentan entre los que saquean alimentos y otros bienes humanitarios, están afectando significativamente a la capacidad de la agencia para proporcionar asistencia vital a las personas vulnerables en Sudán y más allá.
Aquí y en países vecinos como Chad, la estación llluviosa es inminente, lo que promete dificultar, si no imposibilitar, la entrega de alimentos a las zonas más afectadas.
Igualmente preocupante es el hecho de que los conflictos están haciendo retroceder lo logrado por el WFP y otras organizaciones humanitarias para aumentar la resiliencia local y la producción de alimentos en Sudán, incluso en el granero del país, el estado de Gezira, donde se cultiva trigo, sorgo y otros productos comerciales.
Según Karim Abdelmoneim, del WFP, Jartum ha sido tradicionalmente el principal mercado para los productos de Gezira, así como el principal punto de tránsito para la importación de alimentos y combustible con destino a Medani, la capital de Gezira.
En la actualidad, el centro agrícola se ha convertido en refugio para cientos de miles de desplazados, incluido el propio Abdelmoneim, que, como muchos otros miembros del personal del WFP en Sudán, se ha visto obligado a desplazarse. Huyó de Jartum con su familia aproximadamente una semana después de que estallaran los combates.
"Mis hijos estaban traumatizados y estresados por los continuos sonidos de los bombardeos", dijo.
Mientras tanto, los agricultores sudaneses también están estresados, aunque por otros motivos. Los del estado de Gezira, especialmente, se preguntan ahora qué vendrá después.
"La temporada de cultivo es inminente, en julio", dijo Abdelmoneim. "Pero la mayoría de los pequeños agricultores no saben dónde pueden acceder a insumos -como semillas y fertilizantes- y créditos".