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“Este proyecto nos ha enseñado a tener otra visión de la vida”

Una migrante dedicada al reciclaje en Arauca, Colombia, encuentra en la agricultura su pasión y un sustento para su familia
, WFP Colombia
Niuryi y su hijo en medio de su huerta en Arauca, Colombia
Niuryi con su hijo en la huerta parte del programa de resiliencia y medios de vida del Programa Mundial de Alimentos (WFP) en Arauca.  Foto: WFP/Lorena Peña

“Cuando nosotros llegamos a Colombia, los primeros días fueron difíciles”, comenta Niuryi, quien migró hace dos años con su esposo y cuatro pequeños sin trabajo o lugar donde vivir. 

Esta familia venezolana vive actualmente en Arauca, un departamento fronterizo con su país natal que afronta desafíos: una alta tasa de trabajo informal, recurrentes desastres relacionados con el clima y situaciones de violencia que afectan a las comunidades más vulnerables que acogen a una numerosa población migrante.   

“Desde que llegamos a Arauca nos comentaron sobre el reciclaje.  No teníamos donde vivir ni donde dormir, pero cuando nos dijeron cómo se realizaba el trabajo, ¡empezamos!”, cuenta Niuryi, de 27 años. Confiesa que al principio les daba pena este trabajo, pero ella y su esposo se acostumbraron y mejoraron su situación. Con el dinero del reciclaje compraron una parcela de tierra. 

WFP visita la planta de reciclaje en Arauca en donde laboran migrantes venezolanos.
WFP visita una planta de reciclaje en Arauca, una fuente importante de ingresos para migrantes y la población local. Foto: WFP/Lorena Peña

Sin embargo, los ingresos no eran suficientes para cubrir sus necesidades básicas, como la alimentación. Con apoyo del Gobierno de Francia, el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés) comenzó a entregar bonos de alimentos a más de 2000 personas migrantes y miembros de las comunidades de acogida, entre ellos Niuryi.

“Las cosas han cambiado para mejor. Podemos invertir en comida para toda la familia y ropa para los niños”, comenta sonriendo.  

Además de los bonos, el proyecto ha brindado a Niuryi talleres sobre alimentación y nutrición, y el manejo de huertas y de una planta de acopio para manejar residuos orgánicos. “Nunca me imaginé estar en una huerta tan hermosa como la que tenemos”, asegura.

Niuryi, migrante de Venezuela, muestra cómo hizo para construir su huerta.
Niuryi muestra la huerta que hace parte de un programa del WFP en conjunto con la Universidad Nacional. Foto: WFP/Lorena Peña

Gracias al proyecto, Niuryi y otras familias también aprenden sobre la importancia de las leguminosas para salud. En Colombia, el fríjol y la arveja son las legumbres más sembradas y usadas en las comidas locales. Por bajo costo y fácil conservación, el fríjol y la arveja son parte de la canasta básica tanto en Colombia como en Venezuela. 

En 2021, el WFP brindó asistencia a cerca de 160.000 migrantes, colombianos retornados, y miembros de las comunidades de acogida en Arauca.  Esta asistencia promueve la adaptación al cambio climático, el acceso a mercados y el fortalecimiento del liderazgo y de medios de vida a través del empoderamiento económico de las mujeres.

Según Niuryi, el proyecto le ha enseñado a tener otra visión de la vida y dejar atrás esa filosofía del “yo no puedo”. Próximamente sembrarán plantas de ají o cilantro en las botellas recicladas para luego sembrar en la huerta. “Esperamos que lo que sembremos se pueda sacar al mercado porque eso nos ayudaría mucho más”, comenta.

La comunidad trabaja en la preparación de la tierra en Arauca.
El programa “Mejorando la seguridad alimentaria, nutrición y medios de vida de personas migrantes venezolanas vulnerables" ha beneficiado a las familias de Arauca a través de las huertas familiares o comunitarias. Foto: WFP/Lorena Peña

 

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