El WFP reanuda la entrega de asistencia alimentaria en Sudán, un país devastado por la crisis
El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) ha iniciado la entrega de alimentos destinados a cientos de miles de personas hambrientas en Sudán con la esperanza de expandirse a más áreas a pesar de enfrentar enormes desafíos de seguridad, incluyendo los fuertes combates que se están produciendo en algunas partes del país.
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El tiempo está corriendo. Mientras que el conflicto en Sudán desencadena desplazamientos masivos y dificultades, la temporada de lluvias de mayo a noviembre amenaza con dejar aisladas grandes áreas del país y el inminente periodo de escasez entre cosechas, empeorará la inseguridad alimentaria.
“Los alimentos y otros suministros escasean para muchas personas”, afirma Eddie Rowe, Director del País del WFP en Sudán. “Si están disponibles, están fuera del alcance económico de los sudaneses comunes”.
En los próximos días, el WFP planea llegar de inmediato a mas de 384.000 personas en cuatro estados sudaneses: Gedaref, Gezira, Kassala y Nilo Blanco, y con la esperanza de comenzar las distribuciones de alimentos en un quinto estado, Nilo Azul. Los alimentos están llegando a los más vulnerables de Sudán: refugiados de hace mucho tiempo, personas desplazadas y aquellos que recientemente han huido de los enfrentamientos en curso, así como algunas de las comunidades que los acogen. A medida que las operaciones de emergencia se intensifiquen en los próximos meses, el WFP planea brindar asistencia alimentaria de emergencia a casi 5 millones de personas en Sudán y apoyar a 600.000 niños y mujeres en la prevención y tratamiento de la desnutrición.
El creciente número de personas hambrientas debido al conflicto se suma a una situación ya alarmante de seguridad alimentaria en el país.
“Ahora vemos que hasta 19 millones de personas en Sudán, lo que representa el 41 % de la población, podrían tener dificultades para encontrar una comida al día, en comparación con los 15 millones de personas del año pasado”, señala Rowe. Aproximadamente, cuatro millones de niños y mujeres embarazadas y lactantes sufrían de desnutrición aguda antes del inicio de los enfrentamientos.
Muchas personas están ahora en movimiento. Cerca de 100.000 ya han huido a países vecinos, según la Agencia de la ONU para los Refugiados, una cifra que podría aumentar a 800.000 en las próximas semanas. Cientos de miles más están desplazados internamente mientras huyen para escapar los enfrentamientos.
“Se debe permitir el acceso de la ayuda en Sudán, y necesitamos acceso seguro e inmediato para poder distribuir esa ayuda a quienes más lo necesitan”, dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres la semana pasada, advirtiendo que el pueblo sudanés “enfrenta una catástrofe humanitaria”.
La crisis también ha cobrado un alto precio a las operaciones del WFP. Tres de nuestros funcionarios y cuatro miembros del personal de una organización aliada fueron asesinados durante los disturbios, lo que obligó al WFP a suspender brevemente las operaciones. Muchos otros miembros de nuestro personal, en su mayoría de nacionalidad sudanesa, han sido desplazados.
Mas de 17.000 toneladas métricas de alimentos destinados a las personas más hambrientas del país han sido saqueadas de nuestros almacenes y camiones. Almacenes, oficinas y alojamientos del WFP en varias ubicaciones han sido completamente invadidos y, en algunos casos, incendiados y dañados.
Esta situación le quita el sueño a Rowe todas las noches. Y lo hará también en los días venideros.
Antes de que estallara el conflicto, el WFP tenía planeado brindar apoyo a más de 7 millones de personas en Sudán con asistencia alimentaria, a medida que se intensificaba la temporada de escasez. Normalmente, reposicionamos alimentos en áreas que corren el riesgo de quedar aisladas por las lluvias.
Sin embargo, la inseguridad actual hace que el trabajo sea casi imposible, especialmente en puntos críticos de conflicto como la capital, Jartum, y en las regiones de Darfur. El WFP Sudán ya se enfrentaba a una brecha de financiamiento de US$ 300 millones para los próximos seis meses, incluso antes del aumento de las cifras de personas que sufren de hambre hoy en día.
“Por lo tanto, estamos enfrentando a un gran déficit de financiamiento”, afirma Rowe.
Aún así, Rowe confía en que los donantes darán un paso al frente para ayudar al pueblo de Sudán y a los más de un millón de refugiados que el país acoge. A pesar del conflicto, cree que hay formas de llegar a las personas más hambrientas con asistencia alimentaria.
“Hay comunidades donde hemos establecido relaciones muy sólidas, y vamos a aprovechar eso para ver cómo podemos obtener acceso y llegar a algunas de estas personas que necesitan desesperadamente ayuda”, dice Rowe.
Espera que al menos una parte del país recupere una cierta estabilidad, lo que permitiría a las personas recuperarse y a los trabajadores humanitarios hacer su trabajo.
“Pienso que si aprovechamos nuestro imperativo humanitario, podremos llegar a muchas personas que necesitan nuestra ayuda”, dice Rowe.