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Día Mundial del Refugiado: Cartas de esperanza desde Ecuador

Con motivo del Día Mundial del Refugiado, el Programa Mundial de Alimentos presenta estos testimonios de esperanza contados por migrantes.
, Carolina Moncayo

Hasta finales de 2022, más de 7,1 millones de personas refugiadas y migrantes habían salido de Venezuela rumbo a otros países y Ecuador es el tercer país de la región con el mayor número de ellos. Según datos del Grupo de Trabajo para Refugiados y Migrantes (GTRM), el país ha recibido hasta la fecha a 502.214 migrantes, quienes a diario enfrentan retos y cuyas historias de supervivencia pocas veces se conocen: un solo plato de comida al día, largas caminatas bajo el sol intenso o la lluvia, y noches en vela junto a sus hijos e hijas en las calles.

A continuación, presentamos algunas de esas historias contadas a través de cartas escritas a sus seres queridos para mantener la esperanza. 

María, la repostera

María S. tiene 28 años y tres hijos. Los dos más pequeños están con ella en Lago Agrio, ciudad ubicada al extremo norte de la Amazonía que colinda con Colombia. Sus días empiezan antes de que el sol salga. Su embarazo de seis meses no le impide realizar los quehaceres de casa. Cuando el cielo empieza a clarear tiene listos el desayuno y el refrigerio escolar de los niños. Mientras están en la escuela, Elena prepara postres que en la tarde pone a la venta. Ese tiempo a solas es el momento más duro del día. La invaden los recuerdos y la tristeza pues su hijo mayor y su madre no están con ella. También ronda en su mente la misma pregunta: “¿Hice lo correcto?” No sabe con exactitud la respuesta. Cuando llega la hora de salir a la venta cierra los ojos, imagina que están todos juntos y es de esa idea de donde saca las fuerzas para con una sonrisa vender sus postres y así tener los medios para sostener a su familia. Mira a continuación el siguiente video... 

 

Diana, la madre 

Cerca de Elena vive Diana con sus tres hijas pequeñas y su pareja. Dice que son ellas su principal motor, la fuente de su fortaleza. Su llegada al país fue compleja, salió de Venezuela con sus dos pequeñas y una maleta al separarse del hombre que la agredía. Sin tener nada claro, llegó primero a Colombia. Allí trabajó duro, decidió formar su hogar y tuvo a la última de sus hijas. Cuando parecía que todo se había reestablecido la situación del país se complicó, y tuvo que salir otra vez en busca de un mejor futuro. Así llegó a Ecuador, donde ha desafiado a la suerte y a los estereotipos. Día a día limpia cuartos en un hotel de la zona y en su tiempo libre busca aprender nuevas cosas. Su meta es aprender de soldadura para tener su propio negocio y así darles la educación, que considera el mejor legado, a sus hijas, para quienes es un referente. La mayor de sus hijas dice: “Ella es mi superheroína. Cuando tengo algún problema, pienso en todo lo que ha hecho y sé que nada es imposible”. Escucha a continuación lo que dice la hija mayor sobre su madre...

 

Reinaldo, el padre

En Manta vive Reinaldo. Cuando salió por primera vez de su país, la idea era salir por algunos meses, hacer dinero y reencontrarse con su familia, pero las cosas no salieron como planearon. Su primer destino fue Colombia. Allí estuvo seis meses trabajando en una fábrica. Luego decidió ir hacia Perú y ahí tuvo, por un buen tiempo, un proyecto de vida fructífero hasta que la situación económica se empezó a complicar. Con la vocación de dar el futuro que siempre quiso a sus tres hijos, Reinaldo decidió ir a Venezuela y llevarlos con él a Perú. Esta vez, eran los cuatro frente a las adversidades. Transcurrieron unos meses hasta que las condiciones se volvieron a complicar y tomaron la decisión de irse  hacia Ecuador. Llevan tres meses en el país. Dice que “se han encontrado con apoyo que ahora les permite contar con un techo y comida”. Si bien las condiciones son duras, su sueño sigue siendo el mismo: reencontrarse con su madre, el referente más importante en su vida. Escucha a Reinaldo leyendo una carta a su madre...

 

Sugeydi, la vendedora de empanadas

Sugeydi es madre de tres hijos. Cuenta que ha conseguido irse junto a dos de ellos en busca de una mejor vida. Dice que tenía muchos miedos, pero su hijo, de tan solo 13 años, le daba la seguridad que necesitaba y la impulsaba a seguir su camino. “Mi infancia fue mejor que la que recibieron mis hijos”, dice Sugeydi, con cierto temor de ahondar en tristezas. 

Ahora, en Ecuador, sus hijos pueden comer bien, algo que no ocurría en Venezuela donde solucionaba el hambre con algunos granos, harinas y escasas proteínas. Cuando llegaron consiguieron un pequeño cuarto que arrendaron a cambio de un celular. En el primer mes, Sugeydi empezó a vender empanadas en la calle y dice que le fue bastante bien. Sueña con ponerse un emprendimiento y poder reencontrarse con su madre y su hijo mayor. Con perseverancia busca que las condiciones mejoren y frente a todo el dolor que producen las distancias, es la esperanza de sentarse a la mesa juntos lo que la mantiene en pie. En este video, Sugeydi escribe a su madre...

 

WFP lanza un estudio sobre la inclusión económica de venezolanos y un simulador 

Al miedo, la desesperación y la nostalgia se suman problemas como la falta de documentación migratoria regularizada, la invalidación de la acreditación profesional, así como el acceso a oportunidades de capacitación. Todo esto impide que las personas en situación de movilidad se unan a la fuerza laboral ecuatoriana y puedan encontrar ese futuro que los inspiraba a dejarlo todo y a soñar con mejores días.

Un 63% de los migrantes sufre de inseguridad alimentaria en Ecuador, según un estudio del WFP.

En este contexto, desde el Programa Mundial de Alimentos en Ecuador se conmemora el Día del Refugiado presentando el estudio Vida migrante: Inclusión económica de migrantes venezolanos en Ecuador, realizado el último año, en el que cifras respaldan lo que trasmiten las cartas antes presentadas. Por ejemplo, según el estudio, un 63% de los migrantes sufre de inseguridad alimentaria.

Con el objetivo de generar acciones articuladas multisectoriales que den respuesta a sus necesidades, hemos creado el simulador “Vida Migrante”, el cual permite a las personas ponerse en los zapatos del migrante y así generar empatía y solidaridad que para dar respuestas que permitan atravesar la crisis migratoria que enfrenta la región.  

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