Caminos hacia la seguridad alimentaria en la Amazonía
Visto desde el aire, el Amazonas colombiano es un interminable mar de profundo color esmeralda. Escondidas entre la majestuosa vegetación, hay pequeñas parcelas de tierra, conocidas localmente como chagras, donde las familias cultivan según prácticas ancestrales que respetan la selva y su vida salvaje.
Los cultivos incluyen yuca, plátanos, piñas, limones, mangos y frutas autóctonas de la Amazonia. Algunas de ellas, como el açaí y la castaña, o nuez de Brasil, se consideran superalimentos y son apreciadas en todo el mundo por su valor nutritivo.
Nos reunimos con Ligia Valero Ahué en su granja, a las afueras de Nueva Esperanza, una de las 26 comunidades, en su mayoría indígenas, que el Programa Mundial de Alimentos (WFP) apoya en el departamento colombiano de Amazonas. Mientras hablamos, el exuberante verdor que nos rodea y el aire cargado de humedad contrastan con su relato sobre la sequía que azotó la zona en 2024.
"El año pasado, la sequía duró todo el mes de agosto. La yuca y los plátanos que habíamos plantado se secaron. Tampoco pudimos producir fariña [un subproducto de la yuca] porque no había agua para procesarla", explica.
La sequía sin precedentes también afectó a los ríos de la cuenca amazónica, cuyo nivel bajó hasta 10 metros, dejando a las comunidades aisladas y a los pescadores con las manos vacías. "Mi hijo y yo fuimos a pescar a un lugar donde siempre abundaban los peces", cuenta doña Ligia. "Sin embargo, estaba todo seco y lleno de moscas porque los peces habían muerto. Fue muy triste la forma en que murieron los pobres peces."
Sobre la colina, su vecino Ruperto Ahau Cerrón nos muestra orgulloso los árboles de cacao que él solo cuida desde que murió su mujer. Señalando las flores que brotan de los troncos, también lamenta los efectos de los cambios climáticos: "Cuando hace demasiado calor, los árboles de cacao 'abortan'", explica, lo que significa que las flores se secan antes de convertirse en vainas.
Para proteger a las comunidades agrícolas y pesqueras de la Amazonia del impacto de las catástrofes relacionadas con el clima, el PMA y sus asociados de toda la región están trabajando en una serie de iniciativas de resiliencia, entre ellas un seguro relacionado con el clima que permitiría a los municipios locales recibir pagos en caso de fenómenos adversos.
Dinero para los días de lluvia
En otros lugares de la Amazonia, esto ya es una realidad. Gracias a una colaboración entre WFP, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), se han puesto en marcha planes de seguros vinculados a indicadores pluviométricos en cuatro distritos de Perú, así como en el departamento boliviano de Pando.
También aquí el clima extremo golpea con fuerza. La capital del departamento, Cobija, registró recientemente un crecimiento anormal del nivel de los ríos, lo que provocó grandes inundaciones. Aunque afortunadamente no hubo que lamentar víctimas mortales, las comunidades locales sufrieron las consecuencias, ya que muchos perdieron sus casas, cultivos y ganado.
"Como autoridad pública, te sientes impotente cuando ves que el agua sube, las casas se hunden y la gente se desespera, y sabes que no tienes recursos para ayudar", dice la alcaldesa del pueblo, Ana Lucía Reis.
Sin embargo, esto va a cambiar. Cobija se beneficia ahora de un seguro que liberará fondos cuando se alcancen umbrales de precipitaciones preestablecidos, lo que permitirá a las autoridades municipales atender rápidamente las necesidades urgentes.
El alivio es evidente en la voz de la alcaldesa Reis al hablar de esto. "Saber que podemos contar con un seguro en caso de futuras catástrofes significa mucho para mí: me tranquiliza porque podremos ayudar a las familias a salir adelante", afirma Reis.
Las ciudades amazónicas como Cobija desempeñan un papel importante en la supervivencia de la selva. Prosperan gracias al comercio de frutas silvestres amazónicas que, a diferencia de los cultivos agrícolas, no requieren deforestación, sino ecosistemas forestales sanos. La acción climática en estas ciudades -incluso a través de los seguros climáticos- contribuye, por tanto, a proteger los medios de subsistencia, reducir las vulnerabilidades y garantizar que la Amazonia siga siendo una fuente de alimentos, bienestar y equilibrio ecológico para las generaciones venideras.
El modo en que la urbanización, la migración y el desplazamiento están remodelando rápidamente los conocimientos ancestrales vinculados a la alimentación y la dinámica de la tierra es muy claro para el agrónomo venezolano Genis Olivero. Es uno de los pocos centenares de indígenas warekena que aún viven entre Venezuela y el norte de Brasil, y ha sido testigo de cómo los fenómenos meteorológicos extremos y los cambios sociales se propagan tanto por la selva amazónica como por las ciudades. "Los sistemas alimentarios deben adaptarse y cambiar, porque el clima y las sociedades también están cambiando", afirma.
"Si no actuamos juntos, todo lo que sabemos sobre vivir en armonía con esta región podría desaparecer."
Muchos países, un ecosistema
La Amazonia, que se extiende por varios países, constituye un ecosistema único tan rico en biodiversidad y potencial como vulnerable a las perturbaciones meteorológicas. Las limitaciones infraestructurales, incluido el difícil acceso a los mercados, agravan estos problemas, lo que significa que los agricultores que podrían prosperar apenas sobreviven.
El PMA trabaja mano a mano con las comunidades locales para encontrar soluciones que combinen la tecnología moderna con los conocimientos y prácticas ancestrales, haciéndolas sostenibles y culturalmente apropiadas en un territorio poblado en gran parte por Pueblos Indígenas.
"El Amazonas es nuestro hogar. Nos da el aire que respiramos y los alimentos que comemos. Es nuestra farmacia cuando nos enfermamos", dice Dalvis Ramos, oficial de proyectos de WFPP Colombia y miembro del pueblo indígena Tikuna-Máguta, explicando la relación simbiótica de las comunidades locales con el medio ambiente en el que viven.
"El trabajo que WFP está haciendo aquí para fortalecer a nuestras comunidades frente a los nuevos desafíos también nos ayuda a hacer realidad el legado de nuestros antepasados: asegurarnos de proteger nuestro hogar amazónico para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo igual que nosotros", añade.
FoodPrints (ver vídeo) es un proyecto de WFP que muestra el poder transformador de los alimentos a través de la narración interactiva de datos. Se basa en los datos de WFP en toda América Latina y el Caribe, profundizando en las narrativas humanas que se esconden en ellos.
Más información sobre el trabajo de WFP en Bolivia, Colombia y Venezuela
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