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Atrapado por un espiral de hambre y violencia, Haití necesita ayuda ya

Para el Programa Mundial de Alimentos y otras organizaciones humanitarias, había rayos de esperanza en Haití. Hoy, se están desvaneciendo rápidamente.
, Valerie Guarnieri

A continuación, se presenta una versión editada de las observaciones realizadas por la Directora Ejecutiva Adjunta del Programa Mundial de Alimentos, Valerie Guarnieri, en una sesión informativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Haití el 26 de septiembre. 

Hace unos meses visité Haití. En aquel momento, me sorprendió el aumento de las necesidades y las dificultades que nuestro equipo del Programa Mundial de Alimentos (WFP) y nuestros socios estaban teniendo para transportar mercancías dentro y fuera de la capital, Puerto Príncipe. Nos esforzamos por satisfacer las necesidades de la población, en la que una de cada dos personas sufre inseguridad alimentaria.

Pero había importantes rayos de esperanza. Las comidas escolares eran uno de ellos. Llegamos a más de 350.000 niños, un tercio de los cuales fueron alimentados con alimentos cultivados localmente por pequeños agricultores. Y estábamos expandiéndonos aún más, como parte de los esfuerzos del gobierno para garantizar que todos los niños haitianos se beneficien de comidas nutritivas en la escuela.

 

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Estudiantes en Saint Raphael reciben comidas escolares con apoyo del WFP en el 2021. Foto: WFP/Antoine Vallas

Había otros signos alentadores. Decenas de miles de personas participan en trabajos de rehabilitación y construcción de activos rurales que apoyan la producción de alimentos, y en la limpieza y el drenaje de los canales de las zonas urbanas que provocan inundaciones durante la temporada de ciclones.

Con el apoyo del Banco Mundial, WFP está ayudando al gobierno de Haití a elaborar una política nacional de protección social, y a hacer que esta responda a las crisis e incluya a los más vulnerables. Esto incluía planes para que el gobierno se hiciera cargo por completo de las transferencias de efectivo para 2024, como parte de esta red de seguridad vital.

La asistencia alimentaria de emergencia también llegó a más de 450.000 personas en todo el país, con reservas preposicionadas para apoyar durante huracanes y otros desastres.

 

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Uno de cada dos haitianos sufre de inseguridad alimentaria. Foto: WFP/Theresa Piorr

Sin embargo, la situación actual de Haití ha alcanzado tristemente nuevos niveles de desesperación. En menos de un año, el precio de la canasta básica de alimentos ha aumentado más de la mitad. El precio de la gasolina se ha duplicado. La inflación es del 31%, la más alta de los últimos años, y se espera que siga aumentando. 

El diésel necesario para el suministro de energía, junto con los alimentos y otros productos básicos, ya no pueden entrar por el puerto del país. El suministro de agua se está agotando peligrosamente. 

El programa de alimentación escolar está suspendido porque no es seguro que los niños vayan a la escuela. El centro económico y político de Puerto Príncipe está aislado del resto del país, debido a las pandillas que controlan las principales entradas y salidas de la capital.

La cruda realidad

Esta es la realidad que los haitianos viven a diario desde hace meses. Haití se encuentra en la lista de países con hambre aguda que aparecen en el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación  y la Agricultura (FAO) y el WFP sobre los Puntos Críticos del Hambre de la semana pasada. Esperamos que la seguridad alimentaria se deteriore aún más este año, superando el actual récord de 4.5 millones de personas que se enfrentan a crisis o niveles de hambre de emergencia.

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Un trabajador mueve carga en una bodega del WFP en Puerto Príncipe durante un ejercicio de inventario. Foto: WFP/Theresa Piorr

La inseguridad hace muy difícil y peligrosa la ejecución de los programas humanitarios, mucho menos los de desarrollo. Los manifestantes han saqueado los almacenes de ayuda humanitaria en todo el país, agotando las reservas que se habían almacenado previamente para las catástrofes y que estaban destinadas a las personas más vulnerables.

De hecho, en una sola semana WFP en Haití perdió un tercio de nuestras reservas de alimentos cuando dos de nuestros cuatro almacenes fueron atacados y saqueados deliberadamente. Las más de 2.000 toneladas métricas de alimentos que fueron saqueadas podrían haber servido para alimentar a casi un cuarto de millón de personas vulnerables.

Otras agencias de la ONU y ONG también han visto sus oficinas y almacenes saqueados. Los suministros de ayuda perdidos, por valor de unos US$6 millones, podrían haber beneficiado a más de 410.000 personas necesitadas. Los saqueos también están acabando con la preparación para catástrofes, justo en el momento crítico de la temporada de huracanes.

Antoinette Gredeon and her daughter in Malfeti after receiving WFP in-kind assistance, her house was severely affected by the floods.
La activa temporada de huracanes que se anticipa podría ser desastrosa para los desesperados haitianos. Foto: WFP/Theresa Piorr

A pesar de estas condiciones difíciles, WFP y otros actores humanitarios tienen la intención de permanecer y asistir en Haití. Durante el fin de semana, ya hemos empezado a apoyar a los haitianos de nuevo, aunque a escala limitada, dada la anarquía general y el difícil entorno operativo.

Se necesita más apoyo

Necesitamos más apoyo de los Estados miembros de la ONU para seguir facilitando el acceso y proteger a los trabajadores humanitarios y sus bienes. Estamos haciendo nuestra parte: por ejemplo, viendo un mejor acceso humanitario en Cité Soleil (un barrio pobre y conflictivo en las afueras de Puerto Príncipe).

Pero nos preocupa que esta situación no haga más que empeorar, ya que los precios de los alimentos siguen subiendo y las reservas de alimentos se agotan. Además, se prevé una temporada de huracanes muy activa, lo que supondría una catástrofe para esta población golpeada.

 

Adeline and daughter Andercia (9 months)
Evaluación nutricional de Andercia, de nueve meses de edad. Foto: WFP/Theresa Piorr

El empeoramiento de las condiciones significa que el Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas (UNHAS), operado por WFP, que entrega bienes esenciales -y también evacua al personal de situaciones difíciles- y nuestro servicio de barcos, puesto en marcha para evitar las zonas controladas por las pandillas, son más cruciales que nunca. 

Estos y otros servicios vitales para las personas a las que servimos y las medidas de seguridad para proteger a nuestro personal carecen de fondos suficientes y necesitan apoyo urgente. De hecho, en la actualidad, el Plan de Respuesta Humanitaria sólo cuenta con una quinta parte de la financiación, a pesar de que esta última crisis subraya la urgencia de apoyar a los haitianos con proyectos que fortalezcan sus medios de vida y les presten servicios básicos.

La magnitud de la violencia, la profundidad de las necesidades y el riesgo para la población de Haití -y para quienes intentamos apoyarla- son graves. No podemos esperar. Haití necesita ayuda ya.

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