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“Trabajar en la asistencia humanitaria es un privilegio”

Marco Antonio Mérida es monitor de campo del Programa Mundial de Alimentos (WFP) en Guatemala.
, Virginie Laplante
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Maco apoyó un huerto comunitario como parte de las actividades de recuperación de medios de vida de los afectados por la erupción del volcán de Fuego, en 2018, en la comunidad de Santa Sofía, departamento de Chimaltenango. Foto: WFP/Gustavo Vicente

Si hay una palabra que define a Marco Antonio Mérida es dinamismo. Siempre está en movimiento. Le gusta trabajar con las comunidades más pobres de Guatemala. Lo mueve el apoyar a las comunidades a crear nuevos medios de vida para garantizar su alimentación y la oportunidad de obtener ingresos. Se enorgullece y celebra con ellos sus logros.

Con sus nueve años de experiencia, Marco (o Maco para sus amigos y compañeros) ha trabajado en distintos departamentos de su natal Guatemala ya fuese en una respuesta de emergencia o trabajando de cerca con las comunidades en proyectos de resiliencia.

Hoy su área de trabajo son las comunidades en el departamento de Sololá. Este ingeniero agrónomo y hombre de familia nos cuenta qué significa para él ser un trabajador humanitario.

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Maco toma una muestra de miel de abeja. La comunidad de Agua Hiel Arriba de San Agustín Acasaguastlán se embarcó en un proyecto de emprendimiento de producción apícola para tener otro medio de vida. Maco brindó asesoría técnica sobre el uso adecuado de miel. Foto: WFP/Fulvia Orellana

¿Cómo varía tu trabajo entre los diferentes proyectos?

"Eso dependerá del proyecto. Cuando son proyectos de emergencia, el ritmo es mucho más acelerado porque es importante identificar primero quiénes serán nuestros beneficiarios potenciales y qué zonas atenderemos.

En los proyectos resiliencia, la metodología de trabajo es diferente porque aquí queremos ver cómo pueden las personas mejorar sus medios de vida. El trabajo varía de comunidad en comunidad porque dependerá de las condiciones en qué viven las personas que estamos apoyando".

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Como parte del proyecto de resiliencia de la Unión Europea en el Corredor Seco, Maco participó en el desarrollo de huertos pedagógicos para estudiantes de la comunidad Tecuiz de San Agustín Acasaguastlán, El Progreso. Foto: WFP/Cecilia Fajardo

¿Cuál ha sido tu momento de mayor orgullo trabajando para WFP?

"¡Ha habido muchos! Pero hay uno muy reciente. En el Corredor Seco logramos establecer unos sistemas de producción de tilapias para el consumo y para la venta con apoyo de la Unión Europea. Comenzamos con aproximadamente 15 estanques en diferentes comunidades. Aunque el proyecto terminó, las comunidades ya van por su tercera cosecha y ahora tienen 45 estanques. Lo más genial de todo es que mucha gente nos decía que el proyecto iba a morir cuando el Programa Mundial de Alimentos saliera, pero resultó todo lo contrario, ahora hay más gente involucrada".

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Maco (der.) muestra a un grupo de mujeres cómo preparar detergentes líquidos. La actividad fue parte de un proyecto de emprendimiento para mujeres — apoyado por la Unión Europea — en la comunidad Agua Hiel Arriba de San Agustín Acasaguastlán, El Progreso. Foto: WFP/Fulvia Orellana

¿Cuál ha sido tu momento más difícil con WFP?

"El hecho que mi trabajo no me permita estar cerca de mi familia. Eso es muy complicado. Solo una vez trabajé cerca de mi familia y fue por seis meses. El resto del tiempo lo he trabajado fuera del país o de mi región. Para llegar a mi casa puede tomarme de seis a siete horas. Comienzo a trabajar los lunes y regreso a casa los sábados. Aunque a mi familia no le gusta que esté tanto tiempo fuera, sí les gusta el trabajo que hago. ¡Creo que por eso no se enojan tanto conmigo!"

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Maco capacitando a la comunidad Panimache ll, en el municipio de San Pedro Yepocapa, Chimaltenango, sobre la elaboración de lombricomposta, como parte de actividades de recuperación de medios de vida de los afectados por la erupción del volcán de Fuego en 2018. Foto: WFP/Gustavo Vicente

¿Tienes algún consejo para quienes les gustaría trabajar en asistencia humanitaria?

"Creo que trabajar en la asistencia humanitaria es un privilegio. No todos tienen la oportunidad de ayudar. Por eso debes tener siempre tus pies sobre la tierra. Debes decirte: yo solamente vengo a ayudar; no soy más que nadie aquí, soy igual a aquellos a quienes ayudo y vengo con ganas de que logren una mejor calidad de vida. Ninguna persona que trabaja en la asistencia humanitaria debe olvidar jamás que todos somos iguales y estamos aquí para servir".

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