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“Si con Eta fue terrible, con Iota fue horrible”

El 16 de noviembre de 2020, Nicaragua fue golpeada por el huracán más potente en toda su historia, superando a los ya conocidos Mitch, Felix y Eta.
, WFP Español
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La lideresa comunitaria, Celia Frederick Moore, contempla el paisaje desolado que dejó una nueva marejada que trajo el huracán Iota en Guililandia, Bilwi, Costa Caribe Norte de Nicaragua. Foto: WFP/Elio Rujano

Por Elio Rujano

Me causó un fuerte impacto la devastación que encontré en Guililandia, un barrio costero en Bilwi, capital del Caribe norte de Nicaragua. El huracán Iota, de categoría 5, había arrasado el 16 de noviembre las pocas casas de madera que había dejado en pie el huracán Eta menos de dos semanas antes.

Allí conocí a Celia Frederick Moore una semana después de que Eta tocara tierra. Ella tiene 56 años y es lideresa de esta comunidad. La encontré junto a otras mujeres preparando comidas en su casa para los damnificados de Eta. Tras el paso del huracán Iota volví a Guililandia y Celia se encontraba sana salva.

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Abuela, madre e hijas: Yahaira Pino sostiene a su nieta Yaslin (de 7 meses) mientras su hija Roxehani García (con 6 meses de embarazo) y su nieta Cherelyn, de 4 años, cerca del sitio donde una vez estuvo su casa. Foto: WFP/Elio Rujano

"Si con Eta fue terrible, con Iota fue horrible", dijo Celia. Y tiene razones para hacer esa aseveración. El Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER) clasificó a Iota como el huracán más potente que haya tocado suelo nicaragüense.

Bajo esas condiciones, Iota se suma a la lista de otros fenómenos devastadores de Nicaragua y Centroamérica, como los huracanes Mitch (1998) y Felix (2007), que vivirán en la memoria colectiva por muchos años. Muchos residentes de Bilwi que experimentaron la furia y devastación de Mitch y Felix consideran que Iota ha sido la peor experiencia de sus vidas.

Iota arrasó con lo poco que quedaba

En mi primera visita, el sonido del martilleo inundaba el área. Hombres y mujeres buscaban lo que pudieran rescatar para comenzar a construir sus casas sobre la playa. Pero llegó Iota y se llevó lo que se había reconstruido. Sin embargo, los lugareños han comenzado nuevamente el proceso. En opinión

de Celia, la mayor necesidad en este momento es alimento y agua. "Las necesidades se han triplicado", aseguró. Antes entregaba comidas calientes a unas 400 personas por día, ahora son muchos más.

Aunque los albergues temporales que acogieron a los evacuados siguen abiertos, durante el día algunas personas prefieren permanecer en el área de la playa en donde una vez estuvieron sus casas. Por las noches regresan a los albergues, principalmente las mujeres y los niños, mientras algunos hombres permanecen en la playa resguardando lo que han reconstruido.

Es el caso de José Rivera, su esposa Roxehani Chakira (embarazada de 6 meses) y sus hijas Cherelyn, de 4 años, y Yaslin de siete meses. Durante el día salen del refugio y permanecen cerca del lugar en donde una vez estuvo su casa.

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La marejada provocada por Iota arrasó con las casas que los habitantes habían reconstruido tras el paso de Eta. Foto: WFP/Elio Rujano

Al igual que la mayoría de los habitantes, José se dedica a la pesca como medio de vida. Hace unos años se dedicaba al buceo "a puro pulmón" de crustáceos y otras especies marinas, las cuales vendía a una empresa local. Sin embargo, dejó de hacerlo porque desarrolló lo que llamó "descompresión" (trombosis).

Con el dinero que ganó con el buceo, consiguió construir una casa para su familia, pero los huracanes la destruyeron. José pide ayuda para reconstruir su casa, alimentos y agua para su familia. "Tenemos niños pequeños y recién nacidos. Mi hija tiene cinco meses y llora porque quiere comida. Necesitamos alimentos y medicinas porque hay diarrea, el agua está contaminada", dijo José.

Su esposa, Roxehani, cuenta que el huracán Iota fue una mala experiencia. "Fue muy mal. Quedamos sin qué comer, sin nada, pero la tía [Celia] nos trajo comida. Los cuatro pudimos comer", dijo Roxehani.

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A pesar de la devastación, los residentes de Guililandia comienzan a reconstruir sus viviendas. Foto: WFP/Elio Rujano

El impacto de los huracanes Eta e Iota

Al igual que José, Roxehani y sus hijas, millones de personas en Centroamérica han sido afectadas por estos dos sucesivos huracanes.

Aunque las evaluaciones de daños por Iota no han concluido aún, el WFP estima que el número de personas que planeaba asistir tras Eta aumentará notablemente debido al segundo huracán.

Hasta el 15 de noviembre, se habían enviado 275 toneladas métricas de arroz, frijol y aceite al Caribe Norte de Nicaragua para distribuirse principalmente en los albergues que han acogido a las personas evacuadas de sus comunidades.

Conoce más sobre el trabajo del WFP en Nicaragua.