Recuperando a Dominica
En una mañana soleada de septiembre de 2017, trabajadores humanitarios abordaron la avioneta del Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas (UNHAS) para un vuelo de 50 minutos desde Antigua a Dominica. El Cessna de 12 plazas, operado por el Programa Mundial de Alimentos (WFP), volaba tres veces por semana a la capital, Roseau, y dos veces a otras islas afectadas por huracanes en el Caribe.
Desde arriba, el mar se ve calmo y las islas verdes y exuberantes. Vale la pena visitarlas. Los pasajeros dormitan, toman fotos, revisan sus teléfonos. Al acercarnos a nuestro destino, el ambiente y el escenario cambian.
Dominica fue embestido directamente por el Huracán María el 18 de setiembre, el quinto en hacerlo en la historia de este país caribeño. La ferocidad de la tormenta y la devastación que dejó tras suyo no tienen parangón. El huracán de categoría 5 azotó la isla con intensas lluvias y vientos de hasta 260 k/h.
Grandes árboles fueron desraizados, restos se han amontonado por doquier, muchas casas ya no tienen techos, y la mayoría de las calles han sido bloqueadas o dañadas. Lo que era antes verde, ahora es marrón debido a la subida del agua salada del océano. No hay electricidad ni agua potable y la red de telefonía móvil no es confiable. El grupo de telecomunicaciones de emergencia, del cual el WFP es miembro, está prestando servicios en lugares estratégicos a los equipos de respuesta rápida.
Los helicópteros militares en el aire nos recuerdan a una zona de guerra, pero están entregando alimentos y otros productos no alimentarios. Vuelos comerciales no están aterrizando todavía en Dominica. Hay mucho movimiento en el puerto, donde la solidaridad se ve reflejada en la gran cantidad de productos que están entrando. Por ejemplo, hoy llegaron en diferentes cargamentos pañales y comida para animales. El buque Pelikaan de la Marina Real Holandesa está anclado aquí. Lo vimos ayer en Antigua, la base logística del WFP, mientras se cargaban toneladas de ayuda humanitaria.
Intentamos comprender lo que estamos viendo.
"Probablemente se vería así después de un terremoto," dice Stephen O´Malley, el Coordinador Residente de la ONU basado en Barbados. "Es peor que eso," comenta Miguel Barreto, Director Regional del WFP para América Latina y el Caribe. Nunca había visto destrucción a tan gran escala.
O´Malley ha estado en Dominica varias veces en los últimos años. Le han mostrado fotos de la devastación pero en persona es diferente y desolador. "Estamos transitando por la que solía ser la calle principal," dice O'Malley.
Al mismo tiempo, vemos lo mejor del espíritu humano. Es esperanzador. Nos han dicho que la situación ha mejorado en comparación con unos días atrás. Los dominiqueses están haciendo todo lo posible para volver a la normalidad. Están limpiando las calles y sus casas. Se ayudan los unos a los otros.
"Mi techo ya no está pero yo estoy bien," dice el Dr David Henderson, Embajador de Dominica ante los Estados Unidos, mientras revisa una lista de cosas por hacer en el Centro de Operaciones de Emergencia. Se palpa en el ambiente que los dominiqueses y la comunidad internacional están respondiendo con un sentido de urgencia y a la vez de calma.
Por otra parte, los dominiqueses están bien organizados y son optimistas acerca de su futuro.
Como le dijo una joven a un colega después de recibir productos alimenticios y no alimenticios entregados por el WFP, "Con su ayuda, llegaremos a recuperar a Dominica."
Sí pueden hacerlo, y lo van a hacer.
El apoyo prestado por el WFP al Gobierno y pueblo de Dominica ha sido posible gracias a donaciones de, entre otros, la Comisión Europea; el Fondo Central de Respuesta a Emergencias de las Naciones Unidas (CERF); los gobiernos de Canadá, los Emiratos Arabes Unidos, los Estados Unidos de América, Luxemburgo, el Reino Unido de Gran Bretaña, y Suecia; Ericsson, Facebook y Google.