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Mujeres en la primera ola de la respuesta a la emergencia en Nicaragua

Colaboraron en diferentes áreas para llevar asistencia alimentaria urgente a las comunidades golpeadas por dos huracanes.
, WFP Español
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Juliana Gómez (centro) y Mayra Pacheco (quien se unió recientemente al equipo) se preparan a partir con el resto del equipo hacia una distribución de alimentos en Wawa Bar. Foto: WFP/Adolfo Reyes

Por Elio Rujano

Los nicaragüenses no son ajenos al impacto de los huracanes. Los efectos del Mitch en 1998 y Félix en 2007 siguen vivos en la memoria colectiva. Con dos semanas de diferencia, Iota y Eta se han sumado a la lista de malos recuerdos.

Ante la amenaza de poderosas tormentas, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) se preparó y respondió rápidamente en las áreas de logística, telecomunicaciones, administración y programas.

Ocho mujeres formaron parte de la primera ola de respuesta: Ada Velásquez, Juliana Botero, Chiara Dara, Lucía Uriarte, Erby Franklin, Graciela Ñurinda, Elieth Padilla y Karen García.*

"Sí se puede. Es la primera vez que ese número de mujeres está directamente trabajando en el primer despliegue en el terreno junto a sus colegas hombres, acompañando a las autoridades en la asistencia a las comunidades afectadas", dijo la Representante del WFP en Nicaragua, Giorgia Testolin. Desde que este grupo de colegas fue desplegado al terreno, otras siete mujeres se han sumado al equipo de emergencias del Programa Mundial de Alimentos.

El terreno significa las comunidades de Bilwi y Prinzapolka (Costa Caribe Norte), Siuna (en el denominado Triángulo Minero) y en Managua. De hecho, las colegas enviadas a Bilwi y Siuna experimentaron la furia del huracán Iota, de categoría 5, el 16 de noviembre de 2020.

Conozcamos a cada una de ellas:

Ada Velásquez

Ada es nicaragüense y asistente de logística. Se unió al WFP hace 22 años para implementar un sistema digital de control de inventario (ella es ingeniera en computación), justamente en medio de la emergencia por el huracán Mitch. "He participado activamente en emergencias anteriores, pero desde mi escritorio. Es la primera vez que he viajado al campo para participar en una respuesta de emergencia", dijo Ada.

Para ella, es increíble el trabajo que hace el WFP y cuánto ayuda a la gente.

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Juliana es de Colombia y la emergencia en Nicaragua fue su primera experiencia internacional. Foto: WFP/Elio Rujano

Juliana Gómez Botero

Juliana es asistente de programas en su natal Colombia y tiene nueve años con el WFP. "Desde que llegué quedé impactada por la labor titánica del WFP", comentó Juliana. Su misión a Nicaragua es su primera experiencia internacional y también la primera vez que vive la experiencia de un huracán. Sobre su papel como mujer dentro de esta emergencia, y en el WFP en general, comentó que "siempre me he sentido valorada como persona dentro de la organización".

Sobre el premio Nobel de la Paz, dijo que fue un orgullo inmenso recibir esa noticia. "Me levantó el ánimo, ya que me sentí agotada por el COVID-19 y estar trabajando desde la casa. Ese reconocimiento me hizo ver que valen la pena los sacrificios y el trabajo duro por lo que estamos haciendo".

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Chiara trabaja desde su oficina en Managua, Nicaragua, durante la emergencia. Foto: WFP/Nohelia González

Chiara Dara

Chiara es italiana y llegó a Nicaragua a coordinar la respuesta programática de la emergencia. Le complace muchísimo ver que cada día se dan oportunidades a las mujeres en contextos de emergencia, un trabajo enriquecedor y de aprendizaje. "En estos años he visto muchas colegas trabajando en emergencia, en distintas áreas y niveles, tanto técnicos como de gerencia. Mujeres fuertes e inspiradoras que han marcado mi vida profesional", sostuvo.

La experiencia en Nicaragua le confirmó que es perfectamente posible ser una profesional comprometida al ritmo de una emergencia y una madre en periodo de lactancia. Pero para poder hacerlo, resultó imprescindible para ella tener "una red social de apoyo que comparta responsabilidades y comprenda la naturaleza de nuestro trabajo (sobre todo en emergencia), así como un equipo de trabajo y una gerencia que no solamente reconozca las necesidades de una mamá lactante sino que promueva un uso flexible del tiempo y esté orientada a la calidad y los resultados".

Lucía Uriarte

Lucía es nicaragüense y tiene un mes de trabajar en el WFP. "Trabajé en el sector privado, pero sentí que me faltaba usar mi profesión de arquitectura para servir a los más necesitados en mi propio país", aseguró Lucía.

Ese deseo de ser trabajadora humanitaria la trajo al WFP para trabajar como asociada de programas en infraestructura escolar. En Bilwi, Lucía ha apoyado al equipo en introducir mejoras en la infraestructura de la oficina.

Erby Franklin

Erby Franklin es asistente de administración y finanzas en la sub oficina del WFP en Bilwi, y tiene siete años de laborar en la organización. Al ser de Bilwi, doña Erby ha vivido los efectos de cuatro huracanes desde Mitch a Iota.

Lo que más le gusta de esta respuesta de emergencia es la llegada de otras mujeres al terreno. "Antes se pensaba que las mujeres no éramos capaces, pero las políticas de género han cambiado eso. Se ve que las mujeres podemos hacer mucho, que somos capaces", sentenció.

Graciela Ñurinda

Graciela es nicaragüense y tiene un año y ocho meses de laborar con el WFP como asistente de viajes, pero en Bilwi gestiona todo lo referente a la administración de la respuesta de emergencia. Asegura que siempre quiso trabajar en una organización humanitaria de las Naciones Unidas, como el WFP, para ayudar a la gente, en especial a los niños.

"Estar en esta respuesta de emergencia en Bilwi es la realización de esa aspiración, de ese sueño de trabajar para servir a los demás", dijo Graciela.

Elieth Padilla

Elieth es nicaragüense y asistente de soporte técnico en telecomunicaciones. Fue contratada cuando Bilwi acababa de ser azotada por el huracán Eta. Dos semanas después, Iota golpeó a esta ciudad y sus habitantes.

"Traigo en el corazón el querer ayudar a otros porque pasé hambre de niña", dijo Elieth, quien fue criada por su madre soltera. Asegura que haber comenzado a trabajar en medio de una emergencia no ha sido fácil porque el aprendizaje ha tenido que ser rápido.

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Este es el equipo frente a la sub oficina en Bilwi, Costa Caribe Norte de Nicaragua, en noviembre pasado. Producto del sistema de rotación, hay nuevos rostros en la oficina. Foto: WFP/Elio Rujano

Karen García

Karen es nicaragüense y asistente de apoyo operativo de programas. "He apoyado en otras emergencias, pero es la primera vez que trabajo directamente en el campo con mis colegas, con las autoridades locales y la gente afectada", asegura Karen.

Fue a apoyar a la sub oficina de Siuna en la parte administrativa y de finanzas, pero acabó haciendo logística, monitoreo, visitas a las comunidades, entrevistas y negociaciones de precios con los pangueros. "En una emergencia no se ve qué le toca a quien, solo que la comida salga lo más pronto posible", sostuvo.

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Karen era la única mujer en el equipo de la sub oficina en Siuna. Foto: WFP/Nicaragua

Karen era la única mujer en un equipo en el que había ocho hombres. "Trabajé bien con ellos. Me escuchaban mis ideas, y mis aportes eran bien recibidos. Todos éramos escuchados porque todos nos involucramos en el trabajo", sostuvo.

Asegura que está lista para participar en una nueva respuesta de emergencia dentro o fuera de Nicaragua. "Me siento más que nunca una trabajadora humanitaria porque estuve con la gente para quienes trabajamos, escuchándoles sus necesidades. Ellos son la razón de existir del WFP", dijo Karen. "Todos tenemos nuestras funciones del día a día, pero cuando hay una emergencia tenemos que estar dispuestos a decir presente".

*Luego de la primera ola, el Programa Mundial de Alimentos ha seguido desplegando a más personal para acompañar las acciones de las autoridades nicaragüenses. A la fecha, un total de 16 mujeres han sido enviadas a las zonas afectadas para trabajar en la operación de respuesta a la emergencia.

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