Las canastas mágicas del WFP que apoyan a la población VIH positivo durante la pandemia en Colombia
En las áreas urbanas y rurales de Sucre, departamento ubicado en el Caribe colombiano, el WFP entrega kits de alimentos a 120 mujeres VIH positivas, trans y cisgénero para garantizar su seguridad alimentaria durante la pandemia, y las capacita en el manejo y preparación de alimentos, así como en la importancia de una nutrición adecuada.
Erica, de 26 años, forma parte de esta iniciativa.
Ella vive con su esposo y sus dos hijos y cree que vivir con el VIH es un desafío que debe tomarse en serio. Asiste a todas las citas médicas obligatorias y recibe sus tratamientos con regularidad. A pesar de la crisis por la COVID-19, ha podido suplir las necesidades nutricionales de su familia gracias a las canastas de alimentos que contenían arroz, frijoles y aceite, y capacitaciones de nutrición que está recibiendo del WFP.
"La hemos titulado la canasta mágica porque cuando la abrimos sacamos muchas bolsitas y venía una gran cantidad de alimentos. Nunca había recibido algo así en mi vida", dice alegre Erica.
Carina también es beneficiaria de este proyecto. Esta mujer de 37 años ha vivido con VIH durante 16 años. Tiene dos hijos, y en su lucha por poner un plato en su mesa en un contexto de limitadas oportunidades, la llevó a convertirse en trabajadora sexual. La asistencia del WFP ha sido fundamental durante la pandemia debido a los desafíos que ha enfrentado para proveer alimentos a su familia.
"La alimentación lo es todo porque si tú no te alimentas bien, estás mal. Esto también es muy importante para que el tratamiento [de VIH] sea efectivo", afirma Carina.
"Solía tener una dieta bastante desordenada, y ahora, gracias al entrenamiento, ya se cómo alimentarme. El tema de la limpieza de los alimentos, las frutas hay que lavarlas. Cosas que antes no tenía en cuenta", dijo Carina.
En la misma región, otras 26 personas que viven con VIH/SIDA están recibiendo capacitaciones sobre cómo transformar plantas aromáticas y medicinales de su propia huerta casera en aceites esenciales y suplementos derivados para uso personal. Con el apoyo del WFP, el proyecto busca promover prácticas ancestrales y apoya a los beneficiarios en la comercialización de los subproductos.
"Recientemente hice mis primeros jabones de avena, con mucho cariño y dedicación. Estoy agradecida por esta oportunidad y por tener motivos para seguir luchando", afirma Rosalina González, beneficiaria de esta asistencia.
Vivir con VIH/SIDA ha demostrado ser un desafío para estas mujeres, y aún más durante la crisis por COVID-19; sin embargo, esto no ha sido un impedimento para que sigan trabajando en pro de sus medios de vida.
El 1 de diciembre, Día Mundial del SIDA, conmemoramos a los sobrevivientes y a aquellos que han perdido la vida a causa de esta epidemia; también es una oportunidad para hacer las cosas de manera diferente a través de la solidaridad global y la responsabilidad compartida.
Durante la crisis sanitaria mundial, el WFP reafirma su compromiso con la población más afectada y vulnerable, salvando y cambiando vidas mientras que elimina los estigmas y la discriminación, sin dejar a nadie atrás.