Huracán Julia: un duro recordatorio de los efectos de la crisis climática en las comunidades de Nicaragua
El huracán Julia llegó en un momento crítico para la agricultura familiar, especialmente en el departamento de Matagalpa, ubicado dentro del Corredor Seco centroamericano. Su llegada el 9 de octubre coincidió con la cosecha de maíz del ciclo de Primera y el crecimiento de las semillas de frijol del ciclo de Postrera, que habían sido sembradas en septiembre.
Fue un golpe por partida doble: la humedad excesiva y los vientos de Julia dañaron el maíz que estaba listo para ser cosechado, mientras que la saturación de agua en el suelo ahogó el frijol que estaba creciendo. “Este maíz ni siquiera sirve para alimentar a las gallinas y los cerdos, solo para abonar la tierra”, dijo Ernesto Velásquez de la Unión de Campesinos Organizados de la Cuenca de San Dionisio (UCOSD).
Vive en el departamento de Matagalpa, ubicado dentro del Corredor Seco centroamericano.
Mientras recorre sus cultivos de maíz y frijol, Santos Francisco Rivera, miembro de la Cooperativa de Servicios Múltiples Tres Pinos en la comunidad de El Carrizo, explicó que la cosecha del frijol de Postrera en diciembre es importantísima porque les genera buenos ingresos para cubrir sus necesidades hasta la temporada de Primera del año siguiente (abril-mayo).
“Nos quedamos sin el ingreso que nos iba a dar este frijol”, dijo con resignación la productora y también asesora técnica Nilda López mientras sostenía una planta de frijol que acaba de arrancar para mostrar sus raíces podridas.
En la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN), las lluvias excesivas y huracán Julia provocaron “la llena” del caudaloso río Coco, forzando la evacuación de las comunidades miskitas en sus orillas y la pérdida de sus cultivos.
El productor Iván Pérez, en la comunidad de Bull Kiam, dijo ser afortunado porque las aguas del río no llegaron a su casa. Sin embargo, al pedirle que mostrara sus cultivos afectados respondió: “No puedo porque están bajo el agua”.
Un país vulnerable
Nicaragua es vulnerable ante amenazas naturales recurrentes, ocupando el puesto 21 en el Informe Mundial de Riesgos (2022). La inseguridad alimentaria está estrechamente relacionada con la pobreza, los peligros naturales frecuentes y los efectos de la crisis climática. La agricultura representa el 17% del Producto Interno Bruto y es el principal sustento del 90% de la población rural en Nicaragua.
En este 2022, los nicaragüenses han sentido los efectos de la crisis climática y sus extremos. Prueba de ello, comentó Nilda López, es que habían rogado para que lloviera tras años de sequías repetidas en el Corredor Seco, pero ahora ruegan que paren porque han sido excesivas.
El país centroamericano, y en especial su costa caribeña, se encuentra en la ruta de los huracanes, cuya temporada discurre entre junio y noviembre todos los años.
Las secuelas de Julia
Este año la tormenta tropical Bonnie también golpeó al país, pero Julia causó mayores estragos. Afectó a 4 millones de personas (60% de la población) y causó daños por la suma de US$ 300 millones, es decir el 2% del Producto Interno Bruto del país, según cifras oficiales.
Iván es uno de los afectados. Este agricultor de subsistencia de la Costa Caribe Norte deberá esperar hasta abril o mayo del 2023 para volver a sembrar la yuca y el arroz que perdió. “Es inútil sembrar antes de esa fecha porque la tierra está saturada de agua y ya pasó el ciclo de siembra”, situación que en esta temporada lo obliga a comprar granos básicos para alimentar a su familia.
Salomón López, productor de la comunidad de Llano Grande, explicó que aquellas personas que han perdido sus cultivos están pensando en trabajar en la minería dentro de Nicaragua o migrar a Costa Rica o Panamá por unos meses para poder comprar semillas y alquilar tierras para la siembra en el 2023. Dijo que aquellos productores que migran a los Estados Unidos no regresarán.
La productora Celsa María Montenegro, en la comunidad de Piedra de Agua, había sembrado frijol en la etapa de Primera. La humedad que trajo el huracán provocó que el frijol maduro se naciera o “reventara” mientras estaba en la vaina y que Celsa se quedara sin semillas para la siguiente siembra.
Esta pérdida le ha dejado deudas. Para sufragarlas y cortar gastos, ha decidido vender dos cerdos. “Julia nos ha afectado mucho porque las expectativas, los negocios, los propósitos que teníamos no han sido positivos”, sentenció.