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Honduras: Pedro ya no necesita emigrar

Pedro Paz dejó su hogar y emprendió el difícil viaje hacia el norte en tres ocasiones, empujado por la pobreza y la falta de oportunidades. Tras su tercera deportación, se unió a un proyecto de cría de tilapias que ha transformado su vida.
, Textos y fotos por Hetze Tosta
Pedro Paz habla frente a su estanque de tilapias. Pedro viste un jersey o camiseta roja.
Pedro Paz conversa frente a uno de los estanques para la cría de tilapias.

Pedro Paz estaba desesperado. Había migrado tres veces a Estados Unidos por la peligrosa ruta terrestre. Deportado por tercera vez y de regreso a Honduras, tenía pocas opciones. O al menos eso pensaba.

Pedro ha dedicado toda su vida al cultivo de maíz y frijol en su comunidad de Jengibral, departamento de Santa Bárbara, pero tanto él como otros productores habían perdido la mayor parte de sus cosechas en los últimos años debido al clima errático y extremo que asola el Corredor Seco de Centroamérica.

Pedro lanza la atarraya al estanque para capturar algunas tilapias.
Pedro lanza la atarraya al estanque para sacar algunas tilapias.

Las pérdidas y la falta de ingresos lo habían obligado a marcharse, pero estaba de vuelta en su país y era urgente encontrar nuevas fuentes de producción e ingresos. Para ese entonces el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) introdujo en Gengibral una iniciativa de cría de tilapias, con el financiamiento de Cargill, en respuesta a los efectos de la crisis climática. 

Pedro se convirtió en el presidente de una cooperativa de nueve productores que se metieron de lleno a estudiar técnicas para ahorrar recursos, mejorar el rendimiento y aumentar el margen de  beneficios por la venta de cada libra de pescado. 

“Estamos produciendo mensualmente 3.000 libras de tilapias que maquilamos y vendemos a seis escuelas en las comunidades de Santa Rita y San Francisco”, explica Pedro.

Pedro sostiene en sus manos una de las tilapias que cria en su estanque.
Pedro sostiene en sus manos una de las tilapias que cría en su estanque.

“Ahora tenemos siete estanques que nos permiten una producción continua. Me siento muy feliz de lo que estamos logrando y nuestro sueño es crecer más, y producir nuestra propia semilla (alevines), generando más ingresos adicionales con la venta”, añade Pedro mientras lanza la atarraya para sacar pescado del estanque en compañía de su inseparable perro. 

Pedro ve un futuro. Ya no necesita emigrar. 

 

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