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Haití: Las comidas escolares preparadas con productos locales alimentan el futuro de estudiantes y agricultores

El Programa Mundial de Alimentos y sus socios haitianos tienen como objetivo utilizar el 100 % de ingredientes locales para el año 2030.
, Pedro Rodrigues
three Haitian school cooks in blue WFP aprons
De izquierda a derecha, las cocineras voluntarias Magali, Simone y Josie preparan las comidas en la cocina de la escuela de Gonaïves (Haití). En todo el país, 420.000 estudiantes reciben comidas diarias con el apoyo de WFP. Foto: WFP/Pedro Rodrigues

Son las 07:00 y la ciudad de Gonaïves ya bulle de actividad. En las calles, docenas de motocicletas se entrelazan entre los tap-taps (transporte público de Haití), furgonetas tradicionales y decoradas que funcionan como minibuses en Haití. En una escuela apoyada por el Programa Mundial de Alimentos (WFP), las cocineras voluntarias Magali, Simone y Josie revuelven alegremente grandes ollas de sopa de frijoles negros, a pesar del intenso calor. 

La preparación de las comidas escolares es un trabajo meticuloso que comienza temprano en la mañana, con la limpieza y picado de ingredientes, seguido de un largo proceso de cocción. Para el mediodía de cada día, gracias al apoyo de estas madres, se sirven comidas frescas y nutritivas a más de 250 estudiantes. 

Estos niños son parte de los 420.000 que reciben comidas diarias en escuelas de todo el país, con el respaldo de WFP. 

close-up of hands serving vegetable soup in Haiti
WFP compra ingredientes para las comidas escolares a agricultores locales, inyectando más de US$ 1 millón en la economía de Haití cada mes. Foto: WFP/Pedro Rodrigues

Magali tiene cuatro hijas que estudian en esta escuela. Su esposo está enfermo y no puede trabajar. 

Cuando no está haciendo trabajo voluntario en la escuela, Magali vende pan. "Recorro las calles en busca de trabajo, pero es difícil. Debido a la enfermedad de mi esposo, soy tanto madre como padre en casa", explica. 

A veces, Magali no tiene suficiente dinero para comprar alimentos para sus seis hijos. Pero se tranquiliza al saber que al menos recibirán una comida completa en la escuela. "Gracias a la cafetería escolar, mis hijos regresan a casa satisfechos y finalmente pueden dormir bien", dice.

Haitian woman in pink shirt and blue headdress sits with four girls in school uniforms against a blackboard
Las comidas escolares de WFP dan a los estudiantes -incluidas las cuatro hijas de Magali- la energía que necesitan para estudiar y perseguir sus aspiraciones. Foto: WFP/Pedro Rodrigues 

La hija mayor de Magali, Medza, tiene 14 años. "Me gustaría ser enfermera, pero hay un pequeño problema", dice Medza riendo. "¡Me da miedo la sangre! ¡Pero sabes, eso no es nada! Una vez que esté tratando con un paciente, ni siquiera lo pensaré, porque será mi deber ayudar". 

En un país donde casi la mitad de la población sufre de hambre aguda, las comidas escolares proporcionadas por WFP dan a estudiantes como Medza el impulso nutricional que necesitan para aprender y trabajar hacia sus sueños. "Cuando vengo a la escuela sin haber comido nada, sé que volveré a casa con el estómago lleno", explica. 

Del campo al aula

Los beneficios del programa se extienden mucho más allá de la escuela. En estrecha colaboración con el Ministerio de Educación de Haití y el Banco Nacional de Desarrollo, WFP compra alimentos a productores locales, enfoque conocido como alimentación escolar de origen local. De esta manera, los agricultores se benefician de un comprador regular y un precio justo.

Haitian school girl in gingham shirt sits against a school blackboard
Medza, de 14 años, quien recibe las comidas escolares de WFP en Gonaïves, Haití, tiene una pasión por la enfermería. Foto: WFP/Pedro Rodrigues

Iler Cambronne, un productor de plátano y banano ha estado trabajando la tierra y cuidando animales desde muy joven. "Este es mi mayor orgullo", dice sobre su trabajo con WFP y las autoridades locales. "No solo para mí, sino para todo Haití, porque es una producción nacional al servicio del país. Siento una enorme satisfacción cuando me doy cuenta de que son mis plátanos los que comen los niños en la escuela", expresa.

Haitian farmer holding a bunch of green plaintain bananas
Iler Cambronne muestra un racimo abundante de plátanos. Su cosecha se distribuye en las escuelas como parte del enfoque de alimentación escolar de origen local de WFP en Haití. Foto: WFP/Pedro Rodrigues 

Iler emplea a diez personas y puede proveer a las escuelas hasta con 50 racimos de plátanos cada semana, cada uno conteniendo 12 plátanos.


La alimentación escolar de origen local está fortaleciendo las economías rurales en Haití, donde el flujo de alimentos desde los agricultores hasta los mercados a menudo se ve interrumpido por la violencia de pandillas e inseguridad. A través de la compra local de alimentos para las comidas escolares cercanas, WFP inyecta más de US$ 1 millón en la economía nacional cada mes. Esto también ayuda a romper la dependencia del país de los alimentos importados. 

Con la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria en lo más alto de la agenda del Gobierno, este modelo ha sido elogiado como "ejemplar" por el Ministro de Educación de Haití, Nesmy Manigat. "La alimentación escolar de origen local no solo depende de la producción local, sino que la metodología que utiliza para movilizar a la comunidad inspira a todos", ha dicho el Ministro. 

El año pasado, WFP duplicó el número de niños que reciben comidas escolares preparadas con ingredientes locales, llegando a más de 180,000 estudiantes en todo Haití. Para 2030, el objetivo es que el 100 por ciento de las comidas escolares se preparen con alimentos cultivados y procesados localmente, beneficiando a estudiantes como Medza, productores locales como Iler y a toda la nación. 

Las comidas escolares de origen local en Haití son posibles gracias al generoso apoyo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Conoce más sobre la labor de WFP en Haití

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