“Esta canasta será buena para un mes”
Las medidas adoptadas para frenar el avance del coronavirus, entre ellas la cuarentena domiciliaria y las restricciones de movimiento están afectando los ingresos y la alimentación de las familias en Colombia.
El cierre de las escuelas ha provocado la suspensión de los programas de alimentación escolar que distribuyen comidas calientes, que para muchos niños y niñas era su única comida del día. Ha cesado la actividad en las calles y muchas empresas han cerrado, dejando sin empleo a sus trabajadores.
Las familias en Soacha, un municipio a las afueras del área metropolitana de Bogotá, están sintiendo los efectos porque subsisten de la economía informal y no reciben asistencia a través de las redes de protección social del gobierno.
Así le ocurre a Adriana, su esposo y sus dos hijos, quienes vinieron de Cartagena en busca de una vida mejor y se establecieron en Soacha. Siempre activa y dinámica, Adriana trabajó durante dos años en el servicio doméstico de una casa de familia en el norte de la ciudad, pero el brote del coronavirus y las restricciones de movimiento la dejaron en casa y sin ingresos para poder mantener a su familia.
En una situacion similiar está Luis Real, originario de la región caribeña de Magdalena y con 14 años de haber migrado a Soacha junto a su esposa y tres hijos. Debido al aislamiento obligatorio en respuesta a la COVID-19, Luis no puede salir a trabajar ni tampoco generar ingresos. Además, su hija menor solía recibir comidas calientes en la escuela, pero ya no tiene ese valioso apoyo.
Dayana enfrenta una situación parecida. Hace un año cerró su negocio de peluquería en Venezuela, dijo adiós a sus familiares y amigos, y emprendió la aventura de mudarse a Colombia. Comenzó en Soacha una nueva vida junto a su esposo y sus hijos.
No fue fácil. Su mayor temor era cómo iban a alimentar a sus hijos Luis, Jorlan y Juan. Los niños también enfrentaban el desafío de llegar a una nueva escuela y entorno. Por fortuna, Dayana encontró trabajo en una planta de reciclaje que se convirtió en su fuente de sustento.
Debido a la COVID-19, despidieron a Dayana y tantos otros trabajadores. Fue un nuevo desafío pues la escuela cerró y sus hijos estaban en casa todo el tiempo. La familia comenzó a necesitar asistencia alimentaria urgente.
La situación en Soacha
La crisis provocada por la COVID-19 está afectando duramente a las personas pobres, entre ellas migrantes como Adriana, Luis y Dayana, que viven en zonas urbanas y peri-urbanas, y dependen de trabajos informales y precarios para generar ingresos y subsistir.
En apoyo al gobierno nacional, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) comenzó a expandir sus operaciones para asistir a estos grupos vulnerables en Soacha, Cali, Palmira y otras localidades de la capital, Bogotá, para brindar asistencia alimentaria a la población local y migrante.
A mediados de abril, y gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el WFP y World Vision realizaron la distribución de raciones de alimentos a 5.000 personas, entre ellas Adriana, Luis y Dayana, para apoyar su alimentación en esta cuarentena.
"Sé que la comida será lo suficientemente buena durante un mes", dijo Adriana cuando recibió su canasta de alimentos con arroz, atún, aceite de cocina y frijoles para llevarla a su familia.
Reportado por Lorena Peña de WFP Colombia.