Ecuador: Un nuevo comienzo lejos de casa
La arena, el agua y el sol de la playa recargan de energía a María (nombre ficticio para proteger su identidad) y le traen hermosos recuerdos de su ciudad natal en Colombia: “Buenaventura me enseñó que lo más valioso es la familia, pero justamente por mi familia decidí huir de ahí”.
Buenaventura es el principal puerto del país en el Pacífico, con una posición estratégica para el comercio internacional lícito pero también ilícito.
En su barrio abundan los grupos delincuenciales enfrentados que controlan microtráfico. Desapariciones, asesinatos y tiroteos son el pan de cada día, dice María, y la seguridad depende de los grupos armados, de las disputas por los mandos y de los acuerdos.
María y sus cuatro hijos salieron hacia Ecuador en julio de 2021 con una sola maleta. “Se trataba de encontrar la manera de salir con vida y de cuidar de mis hijos”, explica. Sus preocupaciones aumentaron cuando su hijo mayor cumplió 13 años. Dormía con un ojo abierto porque temía que de un momento a otro uno de esos grupos entrara por la noche a su casa para llevarse todo.
“Por llevarse todo me refiero a mis pequeños, porque el objetivo de las bandas es principalmente reclutar gente joven como ellos”, recalca.
El primero en salir de Colombia fue su esposo, quien definió la ruta y encontró un lugar para toda la familia. Cuando al mes reunieron el dinero que necesitaban, María y sus cuatro hijos salieron por la noche. A los dos mayores los envió a la casa de una tía en Cali, mientras que ella viajó con los dos menores en bus hasta Tulcán, Ecuador.
“El viaje duró tres días en los que nos mantuvimos con fruta y agua. Pasamos la trocha de Rumichaca en taxi y después a la terminal. Llegamos a Ecuador el 16 de agosto. Teníamos cuarto asegurado y mi pareja nos recibió con un buen plato de comida”, recuerda.
Lo primero que hizo al llegar fue mandar un mensaje para que los dos hijos mayores empezaran su viaje. “Desde el día que ellos llegaron hasta hoy disfruto del mayor de los privilegios: puedo dormir toda la noche”.
El 9 de mayo llegó a esta familia una nueva integrante. A pesar de que las condiciones en las que viven son complejas, las sonrisas y la calma le permiten aligerar el peso de los días y sacar las fuerzas para establecerse en el país. La familia ya ha iniciado el proceso de solicitud de refugio.
Desde marzo, gracias al apoyo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), María y su familia reciben un bono de asistencia para comprar alimentos nutritivos y variados.
La familia no regresará a Colombia. Desde junio de este año las amenazas han llegado a ellos y recibieron noticias de que un sobrino de María había sido capturado por uno de los bandos. Aunque extraña todo lo bueno de Buenaventura, María considera que ella y su familia tienen una nueva oportunidad en Ecuador.
María llegó hasta octavo año de educación básica y ahora sueña con acabar sus estudios junto a su hijo de 13 años. “Mi hijo mayor se ha adaptado bien al país y es el mejor alumno. Las profesoras están encantadas, aprende rápido y siempre tiene diez”, dijo Maria. “Me gustaría aprender con él y que los dos podamos terminar juntos el colegio. Así yo podré buscar más alternativas y aportar en los gastos de la casa”.