Skip to main content

¿Cómo una comida en la escuela puede cambiar una vida?

En demasiados lugares de América Latina y el Caribe hay niños y niñas que llegan a clase sin haber comido. En contextos marcados por la desigualdad, la crisis o el aislamiento, una comida diaria en la escuela no solo combate la inseguridad alimentaria, sino que puede ser el primer paso hacia una vida más digna.
Niñas y niños reciben su alimentación escolar en Honduras. Foto: WFP / Hetze Tosta
Niñas y niños reciben su alimentación escolar en Honduras. Foto: WFP / Hetze Tosta

¿Qué es un programa de alimentación escolar? 

Es una política pública que garantiza a los estudiantes acceso diario a comidas nutritivas durante la jornada escolar. Estos programas —más que un plato de comida— generan efectos positivos en la salud infantil, la educación y el desarrollo local. 

WFP y sus socios durante una distribución de alimentos en comunidades del Orinoco, Venezuela. Foto: WFP / Matías Delacroix
WFP y sus socios durante una distribución de alimentos en comunidades del Orinoco, Venezuela. Foto: WFP / Matías Delacroix

En comunidades del Orinoco venezolano donde las distancias fluviales y la escasez dificultan el acceso regular a alimentos, las comidas escolares representan el principal incentivo para que niños y niñas asistan a clases. Cocineras comunitarias preparan menús simples, pero nutritivos con los insumos entregados, en escuelas donde, muchas veces, esa comida es la única del día. 

¿Qué incluye una comida escolar? 

Platos de comidas calientes que son parte del programa de alimentación escolar en Colombia.
Programa de alimentación escolar en La Guajira, Colombia. Foto: WFP / Mónica León

Los menús varían según el país, pero en general incluyen: 

  • 🌽 Cereales, como el arroz y el maíz. 

  • 🫘 Legumbres que pueden incluir frijoles o lentejas. 

  • 🥕 Verduras frescas o cocidas. 

  • 🍗 Proteínas locales o suplementos nutricionales. 

Cada programa se adapta al contexto cultural y a la disponibilidad local. En Perú, por ejemplo, se han incluido papas nativas en los menús escolares en algunas regiones. En Venezuela, los menús incluyen arroz, caraotas y plátano. En El Salvador, el sorgo ha cobrado protagonismo como alternativa nutritiva y resistente al clima. A través del programa Innova, agricultores producen este cereal con técnicas sostenibles, y emprendedoras lo transforman en panes y galletas sin gluten para incluirlos en la alimentación escolar. En Guatemala, preparaciones típicas como el pinol, a base de maíz, forman parte del menú escolar y refuerzan la identidad cultural. 

¿Por qué importa tanto? 

Agricultora local trabaja en su parcela para vender sus cosechas a escuelas en Guatemala. Foto: WFP / Giulio D’Adamo
Agricultora local trabaja en su parcela para vender sus cosechas a escuelas en Guatemala. Foto: WFP / Giulio D’Adamo 

Los beneficios de la alimentación escolar son múltiples y comprobables: 

  • 🍎 Mejora la nutrición infantil. Combate la desnutrición y las deficiencias de micronutrientes. 

  • 📚 Aumenta la asistencia y permanencia escolar. 

  • 🧑‍🌾 Impulsa la economía local. Los agricultores y emprendedores acceden a nuevos mercados. 

  • 🤝 Fomenta la equidad, especialmente en zonas indígenas, rurales o afectadas por crisis. 

  • 🌱 Refuerza la resiliencia climática al integrar cultivos locales o adaptar los menús a la estacionalidad. 

En América Latina y el Caribe, al menos 15 países compran alimentos locales para sus escuelas. Este enfoque permite estimular mercados de cercanía, proteger tradiciones alimentarias y reducir la huella de carbono. Por cada 1.000 toneladas métricas adquiridas localmente, se generan 55 toneladas métricas menos de emisiones de gases de efecto invernadero. 

En países como Guatemala y Honduras, los agricultores que venden a los sistemas de protección social ganan en promedio 1.865 dólares adicionales al año, el equivalente a 2,4 veces la línea de pobreza. Además, las comidas escolares pueden reducir hasta en un 50 % el costo de una dieta nutritiva para las familias más vulnerables. 

En El Salvador, soluciones como las "cocinas en una caja" —contenedores reciclados transformados en cocinas escolares equipadas con tecnología ecológica— demuestran cómo la innovación también puede mejorar la calidad y sostenibilidad del programa. 

¿Qué está en juego para el futuro? 

Del 15 al 17 de julio de 2025, San Pedro Sula, en Honduras, será sede del XI Foro Regional de Alimentación Escolar para América Latina y el Caribe. Se trata de un espacio clave donde líderes de gobiernos, organizaciones y redes regionales reflexionarán sobre cómo llevar la alimentación escolar a su máximo potencial: como política pública integral, motor de desarrollo local y herramienta de inclusión. 

Hoy en día, más de 80 millones de niños y niñas en la región reciben comidas en sus escuelas. Aun así, persisten diferencias marcadas entre países —y dentro de ellos— en términos de cobertura, calidad y pertinencia de los programas. Mientras que en algunos contextos se invierten hasta 300 dólares al año por estudiante, en otros la cifra apenas alcanza los 10 dólares. 

Los desafíos son evidentes, pero también lo es el impacto: la alimentación escolar no solo mejora la nutrición y el rendimiento académico, sino que reduce el costo de una dieta saludable, dinamiza los mercados locales y revaloriza los alimentos tradicionales. En países como Guatemala y Perú, incorporar ingredientes fortificados en los menús escolares ha demostrado ser una estrategia eficaz para hacer más accesibles las dietas equilibradas, sobre todo para las familias con menos recursos. 

El foro también será una oportunidad para avanzar de forma colectiva hacia la 2.ª Cumbre Global sobre Alimentación Escolar, prevista en Brasil a finales de este año. 

Cada vez más países apuestan por modelos que conectan a productores con las escuelas, con compras públicas que fortalecen las economías rurales, reducen emisiones y protegen la biodiversidad. Es un enfoque que ya ha generado empleos y mayores ingresos para decenas de miles de pequeños agricultores en la región. 

La alimentación escolar se consolida como uno de los programas sociales más efectivos y sostenibles de América Latina y el Caribe. No solo garantiza el derecho a la alimentación: ofrece estabilidad, protege tradiciones alimentarias, y convierte a la escuela en una plataforma para crecer, aprender y permanecer. 

Es momento de
tomar acción

WFP depende enteramente de aportes voluntarios, así que cada aporte cuenta.
Dona ya