Comidas escolares en el Orinoco venezolano (Parte 1): ¡Yakera!
La fecha exacta en la que los españoles llegaron a estas costas sigue siendo un debate. Aunque a nadie le importa demasiado. Aquí se habla más de los orígenes, de las texturas, del árbol de la vida, de la supuesta serpiente bajo el agua, del misticismo y de las tradiciones que mantienen unidas a las comunidades warao a las orillas del delta del Orinoco, en la costa norte de Venezuela.
Construir el programa de comedores escolares con estas comunidades es el comienzo de un viaje de mil preguntas para WFP Venezuela. Algunas de ellas aún están por contestar.
¿Cuántas personas?
Al igual que en otro centenar de países del mundo, nuestro programa de comidas escolares en Venezuela pretende ser una operación a gran escala. El diálogo y la inscripción de las niñas y niños en el programa es, por tanto, la primera etapa para Delta Amacuro, como para los otros siete estados en los que trabajamos en el país. La mayoría viven en comunidades totalmente indígenas o mixtas.
Estimados en 50.000, los warao son la segunda población indígena del país. A la mitad de ellos les podemos encontrar en janokos (casas) sobre pilares de madera a lo largo del delta del Orinoco. Sin embargo, estas cifras no son estables. Como el propio río, los números suben y bajan, y la población va y viene más rápido que la demografía formal.
Por ello, el registro de personas para cualquier programa aquí sólo puede hacerse a través de una conversación intercultural: Llegamos a la persona que representa al niño, normalmente una mujer. Típicamente, esta mujer tendrá entre dos y cinco hijos. Será mucho más joven de lo que pensamos y no necesariamente habla o comprende español.
"¡Yakera! (buenos días)", decimos, y la conversación fluye.
¿Quiénes son? ¿A qué se dedican?
¿En qué creen? ¿Qué les preocupa? ¿Cómo ven lo que intentamos hacer? ¿Cómo podemos construir confianza? Entender a las personas detrás de las cifras se convertiría en una especie de obsesión; los diálogos, un componente esencial en el diseño del programa.
Unos 13.000 niños y niñas del estado de Delta Amacuro ya están inscritos en el Programa. 700 de ellos pertenecen a 6 escuelas a lo largo del río Orinoco. Pero contar esas escuelas es otra historia. No dejar a nadie atrás significa saber dónde están -exactamente. Llegar y mapear todas las escuelas parte del trabajo del equipo y los socios meses antes del inicio del proceso de registro, con el apoyo de las autoridades locales de Educación.
Llegar a cada una de estas escuelas, escuchar a la gente, observar a las comunidades, sería apenas la punta del iceberg para entender dinámicas mucho más complejas y reveladoras. "Si no hay comida, no hay escuela", dice esta maestra.
El programa pareciera tener, por tanto, un sentido y una lógica especiales en este lugar; nuestro equipo, una razón extra para entregar un programa que refuerce el potencial que existe en este lugar y su gente.
Horas antes del inicio de las primeras distribuciones de alimentos, cada una de estas escuelas tiene un nombre oficial en nuestro plan: Doña Modesta, Negra Matea, Bella Vista... Lo más importante es que todas tienen una especie de biografía hablada; caras que empezamos a reconocer; casos excepcionales e historias singulares.
El programa comienza con la ambición de convertirse en una plataforma sólida, un diálogo más profundo sobre las necesidades, las capacidades y la extraordinaria resiliencia de una de las poblaciones más fascinantes y remotas de Venezuela.