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Colombia: ‘Construir galpones ha sido hermoso, bacano y chévere’

Dos comunidades afrodescendientes en los territorios más apartados del país fortalecen su seguridad alimentaria, su resiliencia y su autonomía con la crianza de gallinas ponedoras
, Sharon Benrey

Los episodios de violencia, el confinamiento y la crisis económica han afectado la seguridad alimentaria de las comunidades afrodescendientes de El Medio y Alto Baudó, en el departamento de Chocó (Colombia). Se aferran a su tierra y quieren salir adelante, pero conseguir alimentos nutritivos como huevos es muy difícil en estos territorios. 

El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) llegó a estas dos comunidades con alimentos, recursos y capacitaciones para que más de 170 familias (unas 560 personas) desarrollaran medios de vida para lograr su seguridad alimentaria y hacerse resilientes. 



Gracias al respaldo del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF, por sus siglas en inglés), WFP ha apoyado a 10 veredas del Medio y Alto Baudó con 311 unidades avícolas entregadas a octubre de 2022. Cada familia recibió 15 gallinas ponedoras y asistencia técnica para la construcción de galpones de manera individual o en asociación con otros miembros de la comunidad.



A continuación, los testimonios de los hombres y mujeres de estas comunidades.

Se intercambiaron manos como se hacía tradicionalmente
Ramiro Mena sonríe mientras sostiene una gallina.
Ramiro Mena (23) tiene tres hijos y vive en la comunidad de Batatal en el Alto Baudó, Chocó. Foto WFP/ Sharon Benrey

“Hermoso, bacano, chévere”. Así describe Ramiro Mena su experiencia con los galpones. Antes los lugareños se enfocaban solo en la agricultura, pero ahora muchos crían gallinas y producen huevos. “Mi aporte en la construcción de estos galpones fue bonito porque intercambiamos manos como se hacía tradicionalmente”, dijo Ramiro. “Alguien de una familia venía y me ayudaba a mí y al otro día yo iba y le ayudaba a otra persona”. Así trabajaban rápido, evitaban el cansancio y la comunidad estaba unida.

Se reducirá el costo de la canasta familiar
Nimia Solís sonriente frente a gallinero
Nimia Solís (42) tiene ocho hijos y vive en la comunidad de Batatal, Alto Baudó, Chocó. Foto WFP/ Sharon Benrey

“Las gallinas ponedoras son un beneficio porque cuando ya estén produciendo el costo de la canasta familiar se reducirá”, comentó Nimia Solís. Su galpón lo montó con ayuda de su esposo y sus hijos, quienes estuvieron involucrados en el proceso mientras trabajaban en otras actividades de agricultura. “Lo que me iba a gastar en comprar huevos, lo puedo gastar en otra cosa y ya no me preocupo más por eso”, dijo Nimia. 

Una comunidad entusiasmada
Isaías Hinestroza sentado frenta a casa de madera
Isaías Hinestroza (61) vive en la comunidad de Chigorodó en el Alto Baudó, Chocó. Foto WFP/ Sharon Benrey

Isaías Hinestroza vive con su esposa de 59 años, un hijo de 35 años con discapacidad y un nieto. Opina que la comunidad está entusiasmada por los beneficios recibidos. “Sabemos que con los galpones damos pasos hacia mejorar la canasta familiar, para asegurar los huevos que mucho hacen falta”, dijo Isaías. “Podemos a veces tener plata, pero no hay ni dónde comprar el huevo. Ahora, al prestarle atención a esos galpones, será otra historia”, expresó. 

Los beneficios de vivir en el campo
Leocadia Mena sonriente frente a casa de madera
Leocadia Mena (49) tiene nueve hijos y vive en la comunidad de Santarita, Alto Baudó, Chocó. Foto WFP/ Sharon Benrey

Para participantes del proyecto como Leocadia Mena, vivir en el campo tiene ventajas porque se tiene acceso al contacto con la naturaleza, a la gente de las comunidades y ahora a un alimento completo como el huevo de gallina. “Antes tocaba ir a Puerto Meluk a comprar un panal de huevos (caja de 30)”, dijo Leocadia. “Ahora ese dinero nos va a servir porque acá tendremos los huevos y el sustento de nuestras familias”, agregó. 

Mucho más económico
Ricauter García con su hijo sonriendo
Ricauter García tiene cuatro hijos (aquí con su hijo Didier de ocho años) a la orilla del río Baudó en Santarita, Chocó. Foto WFP/ Sharon Benrey

Ricauter García comenta que a su comunidad la afectan mucho los problemas de orden público. Han estado confinados, han sido desplazados, pero se resisten y no quieren dejar sus tierras. “A veces no podemos movilizarnos a otros lados para comprar los huevos, pero ahora con estos galpones nos saldrá mucho más económico y son nuestros, propios”, dijo Ricauter.

Este proyecto, que ha contado con el respaldo de CERF, crea comunidad, anima al trabajo en equipo, fortalece el tejido social y promueve la seguridad alimentaria a mediano y largo plazo. Estas acciones generan sentido de pertenencia con los territorios ya que los mismos habitantes desean contribuir para que el apoyo llegue a las comunidades aledañas y todo el territorio se beneficie.

 

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