Hambruna en Sudán: WFP pide acceso irrestricto a los afectados
Historia | 1 Agosto 2024
La magnitud de la actual crisis mundial de hambre y malnutrición es enorme. Un asombroso total de 318 millones de personas enfrentará niveles de hambre de crisis o peores el próximo año, más del doble de la cifra registrada en 2019, según el Panorama Global 2026 de WFP. Se han confirmado dos hambrunas simultáneas en partes de Gaza y Sudán, un hecho devastador y sin precedentes en este siglo. Muchas crisis alimentarias implican múltiples problemas superpuestos que se agravan año tras año.
La única manera de poner fin a la crisis alimentaria mundial es mediante un esfuerzo coordinado entre los gobiernos, las instituciones financieras, el sector privado y los socios. En países como Somalia, la comunidad internacional se unió y logró salvar a la población del borde de la hambruna en 2022.
Se necesitan soluciones políticas y diplomáticas para fortalecer los esfuerzos de consolidación de la paz y garantizar un acceso seguro y sin restricciones a través de las fronteras y las líneas de conflicto, a fin de salvar vidas y evitar que la catástrofe del hambre se extienda aún más.
Pero no basta con mantener con vida a la gente. Debemos ir más allá, y esto solo se puede lograr abordando las causas subyacentes del hambre. La labor de WFP para generar resiliencia, adaptarse al cambio climático, promover la buena nutrición y mejorar los sistemas alimentarios sienta las bases de un futuro más próspero para millones de personas.
En tan solo cuatro años, WFP y las comunidades locales transformaron 158.000 hectáreas de campos áridos en la región del Sahel de cinco países africanos en tierras agrícolas y de pastoreo. Nuestro programa de seguro climático –la iniciativa de Resiliencia Rural R4– había beneficiado a casi 550.000 hogares y familias vulnerables en 18 países de África, Asia y América Latina y el Caribe hasta 2023. Al mismo tiempo, WFP está trabajando con los gobiernos de 83 países para impulsar o construir redes nacionales de seguridad y protección social sensibles a la nutrición, lo que nos permite llegar a más personas con asistencia alimentaria de emergencia.
La grave escasez de fondos está obligando al PMA a reducir la ayuda y a centrar sus esfuerzos en las necesidades más acuciantes. Las persistentes limitaciones de acceso también dificultan la ayuda, por lo que algunas de las personas más vulnerables se están quedando atrás.
A menos que se pongan a disposición recursos y se garantice un acceso sin restricciones, el precio que habrá que pagar será la pérdida de vidas humanas y el retroceso de los avances en materia de desarrollo que tanto ha costado conseguir.