Mientras lamentamos esta terrible pérdida, tenemos presente que cada uno de estos colegas de WFP estaba dispuesto a viajar y trabajar lejos de sus hogares y seres queridos para ayudar a hacer del mundo un mejor lugar para vivir.
Amanecer en la finca de Yankiel Vázquez (Payo) en Sagua la Grande, Villa Clara, es sumirse en un verdor uniforme de pequeñas plántulas. En su nueva casa de posturas (vivero), tomate, ají y col germinan y crecen hasta alcanzar el tamaño necesario para ser trasplantadas a la tierra.
Un grupo de niños y niñas nos miran fijamente, con curiosidad. Ya se han acostumbrado a la presencia del personal del Programa Mundial de Alimentos (WFP) y sus vehículos blancos todo terreno que entran y salen del asentamiento en que viven a las afueras de Kabul.
Solo que esta misión no es para entregar alimentos ni para registrar a nadie.
He recibido la llamada del Secretario General de las Naciones Unidas para expresar su solidaridad y apoyo a la familia de WFP, y quiero dar las gracias tanto a él como al resto de personas de todo el mundo que me han hecho llegar expresiones de condolencia.
Al tiempo que lamentamos su muerte, tengamos presente que cada uno de estos colegas de WFP estaba dispuesto a viajar y trabajar lejos
Ante la incapacidad para producir e importar alimentos, los habitantes de Gaza dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir, si bien esta ayuda no puede por sí sola satisfacer las necesidades básicas de toda la población.