
El proyecto fue un esfuerzo conjunto entre WFP, los gobiernos nacionales y locales de Colombia y Ecuador, y las comunidades indígenas Awá y afrodescendientes para la implementación del programa. Su objetivo fue reducir la vulnerabilidad climática de estas comunidades, promover la seguridad alimentaria y nutricional (SAN), y fortalecer la igualdad de género y la paz en la región fronteriza.
Utilizando un enfoque de métodos mixtos basado en una Teoría del Cambio reconstruida, y combinando una evaluación de desempeño convencional con talleres de indagación apreciativa y relatos indígenas, la evaluación analiza la coherencia, relevancia, eficacia, eficiencia, gestión adaptativa, equidad, sostenibilidad y escalabilidad de las actividades del proyecto.
Los hallazgos muestran que el proyecto ha sido efectivo en mejorar la seguridad alimentaria, fortalecer las capacidades locales y generar medidas de adaptación al cambio climático, aunque persisten desafíos en términos de sostenibilidad y coordinación transfronteriza. Entre las principales lecciones se destacan los avances en la participación de las mujeres, la importancia de adaptar localmente las acciones a las necesidades cambiantes, y la necesidad de simplificar las estructuras de gobernanza para una toma de decisiones más eficiente.
La evaluación concluye con cinco recomendaciones para mejorar la coordinación entre actores locales y nacionales, optimizar las estrategias de monitoreo y evaluación, y garantizar la sostenibilidad de las acciones clave.