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María Inés está tranquila porque tiene alimentos y no vive endeudada 

La introducción de los microseguros agrícolas trae alivio a los productores golpeados por el clima errático en Nicaragua
, Ligia López
María Inés Rodríguez muestra los efectos de la sequía en los cultivos de frijol. Foto: WFP/Cortesía
María Inés Rodríguez muestra los efectos de la sequía en su parcela de frijol. Foto: WFP/Cortesía María Rodríguez

María Inés Rodríguez (52) pidió prestado US$ 194 a su cooperativa agrícola para comprar semillas, fertilizantes y herramientas. Ella y su familia querían aprovechar el último ciclo productivo del 2022 para sembrar maíz y frijol en dos parcelas de terreno en el corredor seco de Nicaragua. 

Aunque el maíz resistió las variaciones del clima, las plantas de frijol se marchitaron, dice María. 

“Primero miraba las matas verdes. Pensé que iba a cosechar unos 20 quintales o más, pero no llovió suficiente y perdimos todo el cultivo”, explica Rodríguez.

Con el microseguro salen adelante

Para contribuir a reducir el impacto de la crisis climática y crear resiliencia, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) concedió pólizas de microseguros a 432 pequeños agricultores organizados en cooperativas y asociaciones. 

Los micro seguros, financiados por la Unión Europea y Canadá, permiten transferir el riesgo de pérdida de cosechas debido a fenómenos climatológicos y biológicos.

Como caído del cielo

María es socia de la cooperativa Nuevo Horizonte, en El Jícaro, departamento de Nueva Segovia. Treinta y seis productores y productoras de la cooperativa, entre ellos María, recibieron el microseguro. 

“Vivíamos endeudados porque cada vez que perdíamos los cultivos teníamos que pagar los préstamos que sacábamos para sembrar”, afirma Rodríguez.

“¡Por suerte teníamos el seguro agrícola! Como caído del cielo recibí el pago”, dice emocionada tras recibir US$ 213 de la aseguradora por las pérdidas.

La parcela de maíz

La parcela de maíz produjo 20 quintales, que en el mercado local representan uno US$ 420. Tras pagar el préstamo por los insumos de las dos parcelas, la ganancia de Rodríguez alcanzaría los US$ 439. María vende una parte de la cosecha y el resto lo deja para el consumo del hogar.

“Ahora me siento tranquila y protegida. Tengo alimento para mi familia y no tengo deudas”, finaliza.

Es momento de
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