Aquí se cocina rico: Cocinas escolares renovadas en Venezuela
"Cierra los ojos, vuelve a tu niñez, atraviesa otra vez el portón de la escuela y corre a la fila del desayuno. ¿Por qué sonríes? ¿Es el olor? ¿Lo calentito del vaso? ¿El sentarte a tomarlo ahí, en el murito, al lado de los mejores amigos?"
Estamos en Falcón, al norte de Venezuela. Quien me habla intenta hacerme sentir de nuevo el placer de la primera comida en la escuela: uno que toca muchísimos sentidos. Todas esas emociones se cocinan aquí, dice.
Las otras tres cocineras y yo abrimos los ojos. Sonreímos todas.
La cocina donde estamos tiene ventanas amplias, luz natural y una pintura clara en las paredes. Tiene ya algunos murales con recetas escritas a mano. Los delantales no cuelgan en la puerta porque están sobre el cuerpo de quienes preparan ya cereal para el desayuno de 26 niñas y niños.
El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) ha estado enviando canastas de alimentos a esta escuela durante casi dos años. Granos, arroz, pasta, aceite y sal llegan cada mes a los hogares de estudiantes y personal escolar, incluyendo los de quienes trabajan en la cocina. Servir esos alimentos en la escuela será el próximo paso.
“La cocina es donde empieza todo. Y ahora está más bella que nunca”.
En esta, como en otras 18 escuelas de este estado, WFP y sus socios locales han trabajado muy cerca con la comunidad, brigadas de construcción y autoridades educativas locales, para que la cocina y quienes cocinan estén en mejores condiciones para preparar y servir los alimentos.
Los trabajos han sido diferentes para cada escuela. No todas necesitaban lo mismo. Para cada una, un proceso de consulta y diálogo. Para cada una, diez o doce días de trabajo intenso.
“Aquí se cocina rico”. Sí, ahora más.