Actualmente, 690 millones de personas se van a la cama con el estómago vacío. Pero tu donativo puede significar que al menos un niño no padecerá hambre esta noche.
En 2020, la pandemia de la COVID-19 interrumpió gravemente los servicios de las escuelas y la educación en todo el mundo. En consecuencia, millones de niños y niñas no pudieron recibir sus comidas escolares ni beneficiarse de los servicios de salud y nutrición en las escuelas, como la desparasitación, la vacunación y el apoyo psicosocial.
Años de sequías recurrentes y un clima errático le han pasado factura al río Torola, ubicado en el departamento de Morazán, en el oriente de El Salvador.
Hasta ahora, solo se ha financiado el 14 por ciento del plan de respuesta para los refugiados sursudaneses.“El conflicto virulento y las cada vez peores condiciones humanitarias en Sudán del Sur están desplazando a una cifra récord de personas fuera de sus hogares”, dijo el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.La situación en Sudán del Sur no deja de empeorar,
Los niños, de entre 6 y 13 años, recibirán gachas enriquecidas especiales, a través del programa de comidas escolares de WFP respaldado por el Programa Nacional de Protección Social del Gobierno de Malaui. Se ha demostrado que una comida caliente en la escuela estimula la asistencia y mejora la capacidad de aprendizaje de los niños.
Las legumbres — como los garbanzos, lentejas, arvejas, habas, guisantes y frijoles rojos — son parte esencial de una dieta saludable por tener altos contenidos de proteínas y fibra, y ser alimentos con bajos porcentajes de grasa.
En la operación conjunta, WFP proporcionó raciones de alimentos listos para comer para satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas durante seis días para la población que vive en el este de Mosul.