Trabajar con los sistemas nacionales de protección social para combatir el hambre
Cuando un terremoto de magnitud 7,8 sacudió a Ecuador en abril de 2016, dejando a miles de personas sin hogar y una alta afectación en la infraestructura, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) respondió al pedido del Gobierno por medio de la entrega de transferencias en efectivo. Ecuador no era un país en crisis o conflicto donde el PMA tenía una operación de socorro en gran escala y las instituciones económicas, financieras y gubernamentales funcionaban correctamente. En este sentido, el desafío era proporcionar asistencia inmediata a las personas damnificadas para que pudieran reconstruir sus medios de vida lo antes posible.
Antes de la conmoción, el PMA en Ecuador había estado trabajando en estrecha cooperación con el Gobierno en la preparación de un plan de respuesta frente a los efectos adversos a fenómenos climáticos, en particular una erupción del volcán Cotopaxi, y había desarrollado conjuntamente mecanismos de respuesta. Por ello, tras el terremoto, los mecanismos estaban listos. Durante las primeras 72 horas, los kits de alimentos fueron entregados y distribuidos a personas en albergues, hospitales y comunidades. Inmediatamente después, el PMA trabajó con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para proporcionar transferencias en efectivo, para la compra de alimentos, a las personas afectadas en el marco del plan "ReconstruYO Ecuador" del Gobierno. Por medio de la transferencia en efectivo se asistieron a más de 130.000 personas a finales de 2016. Por primera vez en América Latina, el PMA entregó transferencias en efectivo por medio de la plataforma nacional de protección social del Estado.
El PMA es reconocido por su respuesta frente a emergencias, pero, sus esfuerzos continuos en apoyo y fortalecimiento de los sistemas nacionales de protección social son conocidos en una menor medida. Frente a nuestros esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG) con el objetivo de poner fin a la pobreza y al hambre para el año 2030, el PMA aspira empoderar a los gobiernos y organizaciones locales para que sean autosuficientes frente a una crisis. En este sentido, el PMA al proporcionar un alto porcentaje de su asistencia en efectivo, es capaz de canalizar esta asistencia a través de los sistemas de protección social existentes, apoyando en su fortalecimiento. Tras el ciclón Winston en Fiji 2016, el PMA tuvo una respuesta similar, donde distribuyó cupones de alimentos a las víctimas a través de un sistema nacional de protección social. Del mismo modo, dos años antes en Filipinas, el PMA por medio del sistema de protección social del gobierno, proporcionó la asistencia en efectivo a las personas afectadas por el tifón Haiyan.
Según el Banco Mundial, en 2015, cada país en el mundo tenía vigente al menos un programa de seguridad social. En África subsahariana, el número de países que prestan apoyo a través del sistema de protección social prácticamente se ha duplicado en la última década. Si bien se ha registrado progreso en el establecimiento de redes de seguridad social, estos sistemas emergentes se encuentran en el desafío de ampliar su cobertura debido al contante incremente en la frecuencia y severidad de los desastres naturales.
En los últimos 30 años, el número de crisis naturales se triplicó y el número de personas afectadas aumentó de 100 millones a 285 millones. Las proyecciones no son alentadoras: se espera que el porcentaje de personas del mundo que viven en situaciones de extrema pobreza incremente de 43 por ciento en 2017 a 64 por ciento para el 2030, según la Base de datos internacional sobre desastres de la Oficina de Asistencia a Desastres en el Extranjero (OFDA en sus siglas en inglés). La canalización de efectivo a través de las redes nacionales de seguridad puede ayudar a desarrollar estos sistemas.
Sin embargo, bajo la experiencia de Ecuador, Fiji y otros lugares, para que las redes de seguridad social funcionen en caso de desastre, necesitan tener un mecanismo integrado que les permita incluir a personas recientemente elegibles o acceder a nuevas áreas geográficas. Es precisamente en este aspecto que el PMA está trabajando para fortalecer la denominada "preparación" del sistema o su capacidad para aumentar súbitamente en escala y ayudar a implementar mecanismos nacionales de respuesta antes de una crisis. En Kenia, por ejemplo, el PMA y el gobierno han puesto en marcha una base de datos central para reunir información de múltiples sistemas de protección social y consolidarlos en uno solo.
La mayoría de los desastres naturales son predecibles en cierta medida, por lo que resulta importante invertir en los planes de protección social del gobierno para fortalecer su capacidad de resiliencia y respuesta a los desastres sin la intervención sistemática de los organismos humanitarios internacionales. Además, es más rentable hacerlo. Simulaciones destacadas por el Banco Mundial muestran que proveer transferencias monetarias regulares para apoyar al 20 por ciento de la población pobre en Níger, por ejemplo, costaría 102 millones de dólares al año, comparado con un promedio anual de 218 millones de dólares gastados en respuesta humanitaria entre 2010 y 2013.
Si buscamos alcanzar los ODS antes de 2030 en un mundo de emergencias crecientes y recursos limitados, no podemos continuar trabajando como siempre. Nuestro mundo está cambiando rápidamente, nuevas tecnologías digitales y financieras están surgiendo, pero no todo el mundo se beneficia de este progreso incesante. Sin embargo, estas nuevas tecnologías pueden proporcionar una oportunidad sin precedentes para incluir a aquellos que han estado de lado por demasiado tiempo. Es nuestra responsabilidad que los humanitarios conecten a los más vulnerables para que puedan salir de la pobreza.
Kenn Crossley en el Director Adjunto de la División de Políticas y Programa del Programa Mundial de Alimentos
(Este artículo fue originalmente publicado en inglés por la Fundación Thompson Reuters. Ver la versión original aquí)