PMA y ACNUR advierten sobre escasez de alimentos para refugiados en África
Dirigiéndose a representantes gubernamentales presentes hoy en una reunión en Ginebra, la Directora Ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin, y el jefe de ACNUR, António Guterres, hicieron un llamado conjunto urgente para obtener 39 millones de dólares para la alimentación suplementaria que el PMA provee a los refugiados desnutridos y vulnerables en África.
“Muchos refugiados en África dependen de los alimentos del PMA para sobrevivir y ahora están sufriendo porque hay escasez de fondos”, dijo Cousin. “Es por eso que estamos lanzando un llamado a los gobiernos donantes para ayudar a que todos los refugiados, la mitad de los cuales son niños, tengan los alimentos suficientes para mantenerse sanos y para que construyan su propio futuro”.
En todo África, 2,4 millones de refugiados en 200 asentamientos en 22 países dependen de la asistencia alimentaria contínua del Programa Mundial de Alimentos. Actualmente, un tercio de estos refugiados han visto sus raciones reducidas; los refugiados de Chad afrontan reducciones de hasta un 60 por ciento.
Los suministros se han reducido hasta un 50 por ciento para casi 450,000 refugiados en campos remotos y en asentamientos en la República Centroafricana, Chad y Sudán del Sur. Otros 338,000 refugiados en Liberia, Burkina Faso, Mozambique, Ghana, Mauritania y Uganda han visto sus raciones reducidas entre un 5 y un 43 por ciento.
Además, se han producido una serie de reducciones en las raciones con carácter temporal en campos de refugiados de varios países, desde comienzos de 2013 y en 2014, entre ellos Uganda, Kenia, Etiopía, la República del Congo, la República Democrática del Congo y Camerún. En ocasiones, estas reducciones han sido provocadas por los problemas de inseguridad que afectan a la distribución de la ayuda humanitaria.
“El número de crisis en todo el mundo está superando los niveles de financiación de las operaciones humanitarias y los refugiados vulnerables afectados en operaciones críticas están cayendo en el olvido”, dijo el Alto Comisionado para los Refugiados, António Guterres. “Es inaceptable que en el mundo actual de la abundancia, los refugiados sufran hambre crónica o que sus hijos tengan que dejar de ir a la escuela para ayudar a sus familias a sobrevivir”, afirmó, pidiendo que se replantee la financiación para las situaciones de desplazamiento en todo el mundo.
Un informe conjunto de ACNUR y el PMA, lanzado hoy con motivo del encuentro realizado en Ginebra, afirma que los refugiados son algunas de las personas más vulnerables del mundo y advierte que la reducción de sus raciones mínimas de alimentos puede tener un impacto devastador en estas poblaciones ya de por sí debilitadas.
Muchos refugiados llegan a los países de exilio con una necesidad urgente de cuidados nutricionales de emergencia. Dado que carecen de medios para subsistir en muchos países de acogida, estas personas dependen totalmente de la asistencia humanitaria, a veces durante años, hasta que pueden volver a sus países o hasta que se encuentran soluciones para ellas. Habitualmente el PMA trata de facilitar 2.100 calorías por refugiado al día.
Guterres advirtió que, además de que una reducción en las raciones del 60 por ciento puede ser catastrófica para los refugiados, incluso cuando se trata de restricciones menores, éstas pueden tener consecuencias desastrosas para una población que ya está desnutrida. El impacto, sobre todo en los niños, puede ser inmediato e irreversible. La desnutrición durante los primeros 1,000 días desde la concepción, puede tener consecuencias para el resto de su vida, condicionando su desarrollo físico y mental. Numerosos estudios demuestran que estos “retrasos” dejan a los niños afectados en clara desventaja social y económica para el resto de su existencia.
Antes de las recientes reducciones de raciones alimenticias, los refugiados de muchos campos ya estaban sufriendo niveles inaceptables de desnutrición a pesar de los progresos logrados en los últimos cinco años para mejorar los estándares de alimentación. Por ejemplo, un programa para prevenir deficiencias de micronutrientes ha ayudado a reducir -e incluso revertir- las crecientes tasas de desnutrición y los problemas asociados en algunas zonas. Pero la actual escasez amenaza ahora con anular estos logros que tanto han costado.
Encuestas de nutrición llevadas a cabo entre 2011 y 2013 mostraron que el retraso de crecimiento y la anemia entre los niños ya estaban en un nivel crítico en la mayoría de asentamientos para refugiados. Sólo uno de los 92 campos que participaron en la encuesta alcanzó los niveles mínimos del 20 por ciento de casos de niños refugiados con anemia que establecen las agencias de la ONU. Menos del 15 por ciento de los campos donde se realizaron las encuestas estaban por debajo del 20% de retraso de crecimiento en niños y niñas. Las encuestas también mostraron que los niveles de malnutrición aguda entre los niños menores de cinco años siguen siendo inaceptablemente altos en más del 60 por ciento de los campos.
Los refugiados afectados por la escasez de alimentos están luchando por sobrevivir y a menudo tienen que recurrir a lo que se denominan “estrategias de negativas de supervivencia”.
Estas estrategias incluyen, desde el abandono escolar, ya que los niños tienen que trabajar para ayudar a sus familias; la explotación y el abuso de mujeres refugiadas que salen del campos en busca de trabajo; el “sexo de supervivencia” por parte de mujeres y niñas que tratan así de conseguir algo de dinero para comprar comida; los matrimonios precoces de niñas; el aumento del estrés y la violencia doméstica dentro de las familias o el incremento de robos y otras actividades que también aumentan las tensiones tanto dentro de los campos como en las comunidades de alrededor.
El resultado final, según el informe, es “un círculo vicioso de pobreza, inseguridad alimentaria, deterioro nutricional, aumento del riesgo de enfermedades y estrategias de supervivencia peligrosas. Por todo ello, mejorar las oportunidades de subsistencia y la seguridad alimentaria es crucial para romper este ciclo y garantizar que se puedan mantener las inversiones y los avances nutricionales y de seguridad alimentaria que se habían alcanzado.
Además de pedir urgentemente a los gobiernos donantes que financien en su totalidad el suministro de alimentos a los refugiados, el PMA y ACNUR también han animado a los gobiernos africanos a que ofrezcan a los refugiados terrenos de cultivo, tierras de pastoreo, derechos laborales y acceso a los mercados locales para promover una mayor autosuficiencia entre ellos. Dado el carácter impredecible de la financiación, las agencias también están refinando sus métodos de priorización para las personas afectadas por posibles restricciones, con el fin de garantizar que los más vulnerables sean identificados y reciban la ayuda que necesitan.