Personas que viven con VIH mejoran hábitos de consumo
La asistencia alimentaria viene acompañada de consejería y control nutricional a través de nutricionistas que les orientan sobre cómo mejorar su alimentación utilizando tanto los alimentos provistos por el PMA como otros de consumo diario.
En palabras de las propias nutricionistas del proyecto, el hecho de entregar soja en grano les significó a ellas mismas un reto, pues tuvieron que idear recetas que emplearan este grano en diversas formas. Y es que la soja en grano no es un alimento de consumo habitual en el país, a pesar de ser productor de esta leguminosa. Por esa misma razón, al principio los beneficiarios también manifestaron dificultades en la preparación de la soja, pero pusieron entusiasmo pues a través de la educación nutricional recibida conocían del alto aporte de proteína que contiene el grano de soja y lo importante que es ese aporte proteico para la adherencia a su tratamiento.
A un año de la puesta en marcha del proyecto, el PMA y los centros de salud especializados en la atención de PVVS (CDVIR) de las ciudades de La Paz y El Alto organizaron una Feria de la Soja, en la cual los PVVS demostraron y degustaron una variedad de platillos elaborados en base al grano de soja, entre sopas, entradas, platos de fondo, postres, dulces y bocadillos.
Juana Luque Mamani vive en la ciudad de El Alto, pero es originaria del área rural. A los 41 años, mantiene sola su hogar compuesto por cinco hijos. Confiesa que hace más de un año fue diagnosticada con VIH, pero que dejó el tratamiento casi al cabo de haberlo comenzado pues su alimentación era deficiente y las medicinas la hacían sentir aún más cansada y débil. Sin embargo, al ver que otros PVVS que recibían la canasta del PMA y la educación nutricional advertían que su estado nutricional mejoraba, Juana decidió volver al tratamiento. Para ella y para su entorno familiar, los cuatro alimentos que recibe del PMA se han convertido en la base de su alimentación. “Nunca antes habíamos comido soja, no conocíamos…He recibido el recetario del PMA, pero no sé leer, así que me he tenido que inventar las comidas en base de soja”, confiesa Juana. Ella y su familia consumen platillos elaborados en base a soja unas tres veces a la semana, pero beben leche de soja todos los días. Entre sus especialidades están los buñuelos, las hamburguesas y el guisado de soja. “Para mí, como para mis otros compañeros que padecemos esta enfermedad, el apoyo del PMA se ha vuelto el pan de cada día…no sólo nos han dado alimentos para comer mejor, sino nos han enseñado cómo mejorar nuestra alimentación”.
La nutricionista Isela Patón, responsable por los PVVS de El Alto, considera que una vez que el PMA retire su apoyo alimentario del proyecto, los beneficiarios podrán fácilmente seguir consumiendo soja en grano porque su costo se encuentra muy por debajo de otros productos altamente nutricionales y tradicionales como la quinua. Además, el PMA y el Programa Nacional de ITS/VIH/SIDA del Estado Plurinacional de Bolivia, entidad con la cual se coordina el proyecto, fueron cuidadosos en la selección de los productos entregados, basándose tanto en la disponibilidad como en el precio del producto en el mercado local.