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Opinión: El Hambre también causa discapacidad

Discurso de la Subdirector Ejecutiva del PMA, Sheila Sisulu, ante el Encuentro de Esposas de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, el 29 de julio de 2005

2005-07-29. El hambre es una de las fuerzas más grandes de exclusión. Mantiene a los pobres en la pobreza. La desnutrición es una de las más grandes causas de la discapacidad.

Detiene a millones de personas el de desarrollar su completo potencial tanto físico como intelectual, evita que la gente pueda participar en el desarrollo. Promover prosperidad e inclusión significa que nosotros tenemos que resolver el hambre a nivel mundial - no solo las formas agudas de desnutrición vistas en África, pero también las formas crónicas y muy a menudo formas ocultas formas de hambre que aún están afectando esta región.

Para resolver el hambre nosotros tenemos que identificar los retos conexos a la desnutrición, enfermedad, agricultura en decadencia, fuerzas del ambiente, y por supuesto, fracasos en legislación y problemas políticos. Las decadentes condiciones socio-económicas de los países de Latinoamérica y el Caribe hace la vida mas mucho mas difícil para mucha gente en toda la región, particularmente aquellos en áreas apartadas. Como siempre, aquellos sin voz, sin dinero, sin poder político son los mas afectados.

La niñez es inevitablemente la primera en sentir los estragos. En algunas comunidades rurales indígenas de Centro América, nueve de cada 10 niños menores de cinco años de edad padecen de desnutrición crónica. Mas de 1.6 millones de niños menores de cinco años, en esta parte del mundo se van a la cama con hambre.

Hay que ver a estos niños y a sus madres para comprender esta situación. Ellos no tienen la energía para reír y jugar y crecer como otros niños. Sus madres tienen el atormentado aspecto de mujeres que saben que no importa que tan duro trabajen, sus hijos probablemente no obtengan suficiente para comer, no puedan ir a la escuela, y no se cumplirán sus sueños. Las cicatrices del hambre están en el camino del aprendizaje, del trabajo productivo, del amor y de la risa. Dura la vida entera y mucho más allá.

El ciclo de la desnutrición materna e infantil es uno de los factores mas importantes en determinar si la discapacidad será pasada de generación en generación. Una madre desnutrida es mas probable a tener bebes desnutridos. El riesgo de defectos de nacimiento y anormalidades congénitas (como la espina bífida) es compuesto si la madre esta desnutrida ahora, y creció desnutrida. Esta es “la herencia del hambre” pasada de padres a hijos. Estar desnutrido de niño muy a menudo significa estar desnutrido toda la vida y posiblemente física y mentalmente discapacitado también.

Las consecuencias más evidentes de la desnutrición de los individuos incluyen desarrollo intelectual afectado, perdida de habilidades cognitivas, sistemas inmunitarios débiles, y el aumento en el riesgo de muerte entre madres y niños pequeños. A nivel nacional, productividad laborar, desarrollo económico y la habilidad de competir en el mercado global han disminuido por una amplia y dispersada desnutrición.

No hay niño nacido hoy (aquí o en algún otro sitio) que deba encararse a tan aterrorizante herencia. Asegurar buena nutrición es una de las más cruciales contribuciones que los padres pueden hacer para la sobrevivencia y crecimiento de sus hijos. Apoyar a ese niño es también una de las más cruciales contribuciones que la sociedad puede hacer para asegurar su futuro. La desnutrición continuará destrozando vidas a menos que actuemos unidos por este gran propósito.

Para terminar este ciclo del hambre, inversiones en nutrición a través de programas infantiles de salud, alimentación escolar y fortificación de los alimentos son grandemente fomentados. Una de las formas mas efectivas de pelear en contra de la pobreza y la exclusión es combatiendo el hambre y la desnutrición.

El Banco Mundial ha cuestionado recientemente que, “lLs Metas de Desarrollo del Milenio (MDG) no pueden alcanzarse sin un significativo progreso en la eliminación de la desnutrición.” En otras palabras, la pobreza es agravada por la desnutrición.

Esto no es sólo retórica; estos enunciados están fundamentados en evidencia científica la cual sustenta la importancia de la nutrición no solo como el resultado del desarrollo, pero como el sujetador del desarrollo mismo.

Este año (2005) cerca de 11 millones de niños en todo el mundo morirán de hambre antes de que lleguen a los 5 años de edad. Más de la mitad de esos niños pequeños aproximadamente 6 millones morirán por causas directamente relacionadas a la desnutrición. Esos niños no están todos en lugares lejanos como África y Asia. Ellos no son las victimas de conflictos ni de repentinos desastres de alto perfil. Muchos de ellos están aquí, justo en nuestros países. Son nuestros niños también.

Dejando a un lado las inquietudes emocionales y humanas que el hambre en la niñez genera, los economistas y sociólogos están demandando también que actuemos rápido.

La desnutrición es una catástrofe económica a nivel regional y nacional, y una catástrofe a nivel comunitario. Alrededor del mundo, el hambre y la desnutrición cuesta a la economía miles de millones de dólares en perdidas de potencial humano y gastos de salud. La perdida en productividad solamente justifican un mayor nivel de inversión en nutrición.

En esta región solamente, en conjunto el GNI es 6 a 10 por ciento menor que del que hubiese sido con una mejor nutrición para todos. Ese es el equivalente a por lo menos US$104 mil millones no generados. Cual seria el costo para nosotros de iniciar cosechando esos miles de millones en dólares adicionales en ingresos?

Solo un poco mas de US$2 mil millones al año para alimentar a cada niño desnutrido menor de cinco años en la región, adicional a cerca de US$2.5 mil millones en proporcionar a cada niño desnutrido en edad escolar con una comida diaria o merienda. Los resultados de mejoras en la nutrición a niños serían considerables. Los resultados de la inversión serían los mas grandes de los niños mas pobres.

Ahora es el momento de acabar con el hambre, y nuestra primera prioridad debe ser la niñez. Se ha progresado en los últimos 20 años. En 1980, una de cada cinco personas en el mundo padecía de hambruna. Para comienzos de este siglo, se ha disminuido de una de cada seis. Estas ganancias son importantes. Ello nos demuestra que el progreso es posible. Esta región ha cargado su bandera en alto. Los compromisos del pasado han pagado importantes dividendos. No obstante, mucho mas esfuerzo es necesario antes de que podamos orgullosamente declarar que el hambre es cosa del pasado.

La buena nutrición es acerca de algo mas que tener lo suficiente para comer – puede también ser acerca de mantener la salud y un medio de vida. Aún en países relativamente prósperos en los que se cultivan abundancia de alimentos, insuficiencia de hierro, yodo o Vitamina A pueden causar ceguera, anemia y discapacidad mental. Cuerpos desnutridos son mas propensos a enfermedades. El hambre también se relaciona con el VIH. Se alimentan el uno del otro. La gente que padece ambas, que están enfermos y desnutridos son especialmente vulnerables a infecciones oportunistas, siendo notablemente una de ellas la tuberculosis. Adicionalmente, la buena nutrición puede ayudar al SIDA y los medicamentos para la tuberculosis pueden hacer milagros; y gente saludable es gente productiva. VIH/SIDA no es una batalla que ganaremos con medicamentos únicamente -- necesitamos una adecuada nutrición, educación, y agua limpia.

El hambre no es una guerra que esperamos ganar solo peleando en un solo frente. Nosotros necesitaremos involucrar familias y madres en particular. Comunidades individuales aldea por aldea, pueblo por pueblo, requeriremos de gran ayuda para identificar que es lo que los mantiene con hambre, y como lidiar con esas causas. Grupos del sector privado y público necesitaran hacer lo que no nosotros en el Programa Mundial de Alimentos hemos estado haciendo por décadas: colocando los alimentos y la nutrición primero. Ninguno de nosotros puede permitirse el lujo de ignorar el más básico ingrediente requerido por mucho más tiempo. Esto es, bajo ningún concepto el único ingrediente para la receta de la verdadera prosperidad – el acceso a la comida necesita ser complementado con agua limpia y medidas sanitarias, cuidado de salud básica y educación.

El compromiso para resolver el hambre en la niñez debe ser prioritario para todos desde el nivel de los hogares a las aldeas a las provincias a las naciones, a las regiones y al mundo.

Los Gobiernos y el gasto en donativos en nutrición es actualmente muy bajo para que nos lleve más cerca a un mundo en donde los niños no padecer de hambre. Una gran infusión de nuevos recursos orientados a ayudar a erradicar la desnutrición infantil tendría un impacto masivo. Las estrategias para la reducción de la pobreza y crecimiento económico por si solas no necesariamente reducen el hambre. Ustedes no pueden hacerlo sin mirar específicamente a la alimentación y nutrición. Hasta que veamos que esas dos palabras en el corazón de las estrategias y políticas nacionales para la reducción de la pobreza así como los compromisos de inversión, la niñez continuará muriendo innecesariamente de hambre y desnutrición.

La declaración a ser firmada esta semana por los Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe incluye recomendaciones de consultores técnicos organizados por el Gobierno de Panamá y el Programa Mundial de Alimentos. Esto reafirma el compromiso de los Estados miembros de colocar el hambre y la desnutrición como prioridades en sus agendas políticas y sociales. Como Primeras Damas, las exhortamos a tomar el liderazgo en esta importante batalla. Juntas podemos encontrar maneras de asegurar los recursos y el compromiso requerido para terminar con el hambre en la niñez. Si nosotros no nos tomamos este manto hoy, ¿quien lo hará?.