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Nicaragua: llegan alimentos a comunidades miskitas

Nicaragua: llegan alimentos a comunidades miskitas
Un gran barco detiene sus motores y se estaciona frente a las comunidades miskitas ubicadas en el litoral del Mar Caribe. Estamos en una de las zonas más recónditas de Nicaragua. De hecho muy pocas personas tienen la oportunidad de conocer esta región del país, habitada por indígenas que conservan su propia lengua, la organización comunitaria y sus tradiciones ancestrales.

Aunque la primera parte de la entrega de los alimentos se realizó a otras comunidades miskitas del municipio de Rosita,  tierra adentro pero ubicadas la ribera de los ríos, la parte más difícil del proceso es llevar el alimento hasta las 9 comunidades de Prinzapolka ubicadas a orillas del mar. En total el PMA está aportando 353.4 toneladas métricas, que es quintales –la medida de peso usual en éste país- se convierten en 7 mil 850 quintales.

Hay un sol intenso en la playa donde los varones de la comunidad están descargando los botes cargados de alimentos. Pero dentro del pueblo, las altas palmeras refrescan el ambiente. Las casas son sencillas, como la gente: levantadas sobre pilares para evitar la inundación del terreno por las lluvias, las viviendas son de madera, de puertas y ventanas amplias.

Los niños corretean por todos lados pues los sacos y cajas de alimento llaman su atención. Mientras los hombres descargan, las mujeres se acercan al sitio donde están depositando la carga rodeadas de los niños más pequeños esperando ansiosas el momento de la distribución por familia.

Hasta las comunidades
Los comunitarios se organizan para recibir los alimentos y preparar la distribución. Repentinamente todos, los líderes, las mujeres que esperan y los hombres que descargan hablan al mismo tiempo en miskito. Todos tienen algo que opinar y lo dicen con mucha naturalidad, siendo ésta una de las cualidades de los indígenas miskitos. “Las primeras que deben recibir la comida son las mujeres”, dicen algunas. “Primero los más ancianos”, opinan otros. “La comida debe ser para toda la comunidad, no solo para una parte”, exigen otros.

Esta operación fue coordinada con el Sistema Nacional para la Prevención, Atención y Mitigación de Desastres (SINAPRED) y con el Gobierno Regional del Atlántico Norte que acompañaron el proceso de distribución y organización de las entregas.

La parte más difícil del proceso fue entregar el alimento a 9 comunidades localizadas a lo largo del litoral Caribe, desde Puerto Cabezas hasta Prinzapolka. Son apenas 43 kilómetros de distancia por tierra, pero por mar son 6 horas de viaje. Todo el alimento, 290 toneladas métricas, es decir, el equivalente a 6,445 quintales de arroz, cereal fortificado con micronutrientes, aceite vegetal, frijoles, sal y dátiles viajaron por vía terrestre desde Managua hasta Puerto Cabezas (la cabecera municipal de la RAAN, ubicada al otro extremo del país). Un recorrido de 375 kilómetros, que incluye un gran trecho de caminos de tierra en mal estado.

Las bodegas y la cubierta del barco “Capitán Francito” recibieron los sacos y cajas de alimentos para trasladarlos por el mar hacia el litoral sur. Pero el barco no podía atracar a orillas de cada villa. Por ello, el capitán del barco dispuso botes de motor que se unieron a los botes y veleros disponibles en las comunidades para sacar el alimento de las bodegas y de la cubierta y trasladarlos hasta las comunidades.

En sí es un trabajo pesado, porque además de cargar, embolsar en bolsas plásticas cada saco y cada caja, había que trasladar desde el barco hasta los botes, llevarlos a tierra, contar y distribuir. Todo este proceso demandó mucha energía y fuerza física de los comunitarios, de los marineros del barco, del personal del PMA y de los funcionarios del Gobierno Regional.

Sufrir el bamboleo permanente de las embarcaciones en el Mar Caribe, durante 8 días de intenso trabajo de día y de noche no es fácil, pero todo el equipo recibió el entusiasmo de los comunitarios. “La gente ha atravesado una situación difícil por las lluvias. Sufrimos serios daños en la agricultura. La gente estaba padeciendo hambre y yo sé que muchos niños y muchas familias se van a alegrar con estos alimentos que agradecemos a los donantes”, manifestó el juez de la comunidad Prinzapolka, Marvin Green Morales.

Green junto a otros líderes comunitarios organizaban la descarga y el almacenamiento de los alimentos; también se preparaba para la distribución para cada familia de la comunidad. Prinzapolka, una comunidad donde habitan más de 2 mil personas, fue la única a la que el barco logró llegar hasta la costa. Privilegiadamente ubicada a orillas del mar y del río Prinzapolka, los comunitarios subieron directamente al barco para vaciar las bodegas y llevar la comida hasta la escuela local.