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NICARAGUA: El invierno ahogó las esperanzas (La Prensa, segunda entrega)

Las malas cosechas producto del efecto directo de la lluvia dejaron a comunidades de El Jícaro, en el departamento de Nueva Segovia, sin más alternativa que irse a laborar a países vecinos. Las autoridades municipales empiezan a elaborar estrategias para mitigar los efectos en la población local.

SAN DIEGO, El JÍCARO.

(3 de marzo de 2009) –Para Denis Montiel no hay otra salida que viajar hacia Honduras a trabajar "en lo que salga". Tiene cuatro hijos y una esposa que alimentar, y una deuda por los insumos que fió, de tres mil córdobas. Su tierra, San Diego, en el municipio de El Jícaro, departamento de Nueva Segovia, no le ofrece alternativas laborales.

El invierno pasado le ahogó las esperanzas. Las cuatro arrobas de maíz que sembró en una manzana de tierra, que le prestó un amigo, no resultaron en una buena cosecha. Pero la deuda, por el quintal de abono y la semilla, quedó pendiendo sobre su cabeza.

"Me fue mal en la cosecha por el temporal, el maíz salió grave", dice este campesino, cuya principal preocupación es cómo hará para alimentar a su familia.

El Informe de Producción Agropecuaria, acumulado a junio de 2008, publicado en la página del Ministerio Agropecuario y Forestal, indica que en el ciclo agrícola 2008-2009 se registró una baja del 17 por ciento en comparación con las siembras realizadas en el ciclo anterior (2007-2008). "Las pérdidas reflejan 2.6 miles de manzanas, equivalentes al 0.7 por ciento del total sembrado."

En el caso del maíz, según el Magfor se reportan 1.3 miles de manzanas, más del 80 por ciento menos que el ciclo pasado. "El frijol se presenta con un avance del 81.0 por ciento en relación a las intenciones de siembra, se ha sembrado una superficie de 87.5 miles de manzanas y las pérdidas suman las 0.7 miles de manzanas…", señala el Magfor.

"Estamos peor ahora en este tiempo, en este último año, estamos peor, porque los bancos tal vez con un poquito de reales que debe uno le embargan hasta la casa", se lamenta Montiel, quien no es sujeto de crédito del sistema financiero, porque su vivienda, su única posesión, no tiene títulos inscritos.

El municipio de El Jícaro, a la cual pertenece la comunidad rural de San Diego, está situado dentro de los municipios con pobreza alta. El 42.2 por ciento de la población está en esa condición, según el Mapa de Pobreza Extrema Municipal, elaborado por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) en base al Censo de Población de 2005.

Cuando LA PRENSA visitó a Montiel en su humilde vivienda de San Diego, situada a 15 kilómetros de El Jícaro, tenía dos días de haber llegado de El Paraíso, Honduras, donde corta café o chapoda (limpia campos).

Según él, el dinero que llevó duraría unos quince días, bien "rendidos". "Antier vine, cuando uno trae dinero ahí a veces sólo a pagarlo, porque la mujer saca (al fiado) su poquito y entonces se compra lo que hace falta".

"Vamos a estar comiendito", dice sonriendo, este hombre de 35 años, padre de Milton, de 13 años; Harold Antonio, de 11 años; José Eliézer, de 9 años; y Denis Uriel, de 5 años. Todos sus hijos van a la escuela, "hay veces cuando tengo dinero (van) con uniforme nuevo, sino con los mismos que van un año, van el otro. Este año con los mismo fueron".

Montiel dice que mientras está fuera "el poquito que gana" se lo manda con algún encomendero a su esposa Reyna Isabel Moncada (32 años) cada mes y si no hay viaje de nadie lo lleva él cada tres meses.

TIEMPOS DE SEQUÍA

Honduras fue escogido por Montiel como destino de trabajo, porque ahí se gana unos 80 lempiras diarios —unos cuatro dólares— y porque está cerca y puede regresar a su hogar con más frecuencia o si lo necesitan sus hijos.

En la vivienda de don Denis la carne desapareció hace mucho tiempo. En su cocina había una olla de frijoles en bala y un comal lleno de tortillas. Algunos guineos y en el patio se observan algunas gallinas.

Pero han tenido tiempos de "sequía", como le llaman. "Nos pasamos el día en blanco, cuando no hay nada aguantamos juntos, cuando hay comemos". Este campesino de San Bartolo empieza a ver a Costa Rica como destino laboral. "Esa es la pensada que tengo, irme para allá (Costa Rica) porque está pagando mejor. Hay más billete allá".

Este hombre de apenas 35 años confiesa que a veces, al estar laborando en otro país, "uno se aflige. Cualquiera se aflige. Dejar mis chavalos botados ahí".

Sostiene que en ocasiones "es horrible, del otro lado uno aguanta todo, hambre y todo, porque cuando le salen mal los patrones a veces le dan un tiempo de comida y a veces no. A veces dormimos en el suelo o en lo que nos aparezca".

Denis Montiel quisiera que su país le ofreciera alternativas para no dejar a su familia. "Aquí si quiera hubiera fuentes de trabajo, pero no hay nada que hacer. Yo trabajaría en lo que me salga", sostiene este hombre, quien añora poseer un pedazo de tierra para cultivarla. "Sí, yo con tierra ni quiera Dios, pero uno de brazos cruzados como estoy aquí. No tengo nada, sólo la mera casita".

CRIANDO A LOS HIJOS SOLA

Celia María Ramos

Celia María Ramos, de 37 años, tiene al menos tres años de lidiar sola con los hijos. Su marido Pedro Joaquín Castillo labora en El Salvador. Aunque por estos días fue a Honduras a probar suerte en el corte de café.

Para Ramos, el sacrificio de su marido y de su familia no es compensado con lo que gana, pues "aquí no rinde el dinero", para mantener a los cuatro hijos, incluyendo unos gemelos de 9 años, y la casita de San Diego, donde hay algunos animales, como gallinas y una cerda.

Ramos dice que a pesar de la pobreza sus hijos asisten a clases "como pobres pero... ¿y van con uniformes?," preguntamos. "Quéee, cuando usted. Ya uno muy pobre no le da abasto, si ya uno los echa (envía a la escuela) porque los padres quieren que sus hijos aprendan", se lamenta.

El marido de Celia, cuando labora en El Salvador, envía dinero con encomenderos o cada tres meses lleva él personalmente el dinero. Cuando esto ocurre permanece diez días en el hogar "y luego se va para atrás porque dice que aquí nada se hace".

La familia de Castillo posee media manzana, y según Celia sembraron maíz y frijoles en poca cantidad. "Casi no cosechamos, este año nos fue demasiado mal".

"Yo me aflijo porque si la esperanza de uno es el poquito que el marido de uno gana, sufrimos", confiesa Celia Ramos, quien no sabe cómo hará cuando la reserva de maíz, que le dejó su marido, se acabe.

"Uno no quiere apartarse de su marido, pero hay veces que las necesidades lo hacen a uno hacerlo. Yo no quisiera que se me desapartara", dice.

Según Celia, su marido le dejó cien córdobas que no le durarán mucho y tendrá que recurrir a prestar para resolver mientras el marido vuelve.

Dos hermanos de Pedro también han emigrado a trabajar en Costa Rica y uno de sus hermanos estuvo en ese país trabajando.

RETORNANDO

Enrique Fiallos Martínez, director de Planificación y Proyectos, y Alonso Talavera Rugama, primer concejal, de la Alcaldía sandinista de El Jícaro, están claros del fenómeno de la migración en su municipio, pero también están conscientes de que la crisis económica mundial está obligando a sus coterráneos a volver a su tierra natal.

"Hace dos años atrás aquí a diario salía gente, grupos para Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador. De El Jícaro han emigrado muchos, pero cuánta gente está regresando, a consecuencia de que dicen que el trabajo está difícil en el extranjero, es una situación real que no se puede negar", refiere Fiallos.

Según el director de Planificación y Proyectos, la emigración afecta a las familias y en especial a los hijos que quedan. "Sí, eso de hecho afecta la educación, porque no es lo mismo cuando un padre tiene a sus hijos, los ordena, los cuida y controla. Es una preocupación no sólo de este municipio", dice Fiallos, para quien la emigración de profesoras hacia otros países es una pérdida para el país, por la inversión en su preparación y el trabajo que deja de hacer en Nicaragua.

"Nosotros sabemos cuánto cuesta un maestro al Estado, entonces cuando vemos que un maestro se nos va de aquí a cuidar a un niño a un país, a España o Estados Unidos, aquel niño tiene un beneficio grande porque lo está educando un maestro, en cambio aquí se está descuidando toda una comunidad de niños", apunta Fiallos.

ESTRATEGIAS PARA ENFRENTAR CRISIS

El funcionario reconoce que mientras las familias que tienen parientes en el exterior (Estados Unidos, El Salvador, Costa Rica y España) experimentaron una mejoría en sus condiciones de vida "y los que se han venido, de alguna manera han traído sus recursos económicos y están viviendo con su familia y mejorando".

Sin embargo, Fiallos expresa que están claros de que la situación económica que se avecina requiere estrategias para minimizar su impacto. Y en este sentido, como Alcaldía ya están buscando opciones. Una de ellas es apoyar el desarrollo productivo. "Coincidiendo con el programa del gobierno para apoyar la parte productiva, para que la gente de alguna manera, traerla a que produzca, estamos completamente claros de que si no hay producción en este país no va a haber ingresos. Y el mayor afectado es el campesino".

Según el funcionario municipal, durante una reunión con funcionarios de la Asociación de Municipios de Nicaragua (Amunic) y con fondos de Naciones Unidas, impulsarán un programa para crear un cordón de huertos familiares en el municipio, para contribuir a la seguridad alimentaria de El Jícaro.

"Hay que buscar la manera, alguna estrategia que nos permita minimizar la situación que se nos avecina, somos un país pequeño, subdesarrollado y de hecho estamos en un mundo globalizado y no podemos obviar que Nicaragua va a salir afectado con esta situación", expresa Fiallos.

La promoción de los potenciales del municipio son otras de las acciones que la Alcaldía de El Jícaro ha identificado para darle opciones a sus pobladores, en este sentido, ven potencial en la ganadería, la parte forestal y el turismo local, además del control a los recursos naturales de la zona.

Esto porque, como señala el primer concejal de la Alcaldía, Alonso Talavera, los sitios donde los habitantes del municipio "se iban a refrescar —El Salvador, Costa Rica, Guatemala y Estados Unidos— ya no son plazas, porque ni en Estados Unidos, la gente de 30 días laborales sólo trabaja cuatro días y están gastando sus economías que guardaron, buscando oportunidades y todos sabernos que las oportunidades en Estados Unidos para el trabajador son limitadas".